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Una clave de la dieta mediterránea es el consumo moderado y diario de vino asociado a la comida. David M.
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Salud y Nutrición

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Si le gusta tomarse medio vasito de vino con las comidas, que se, salvo contraindicación médica específica, no está haciendo nada malo para su salud

Martes, 4 de febrero 2025, 17:10

Vaya por delante que beber alcohol es malo para la salud, puede ocasionar graves accidentes de circulación y a veces arruina la vida de numerosas familias. Así que, diga lo que se diga en estas líneas, si usted no bebe alcohol siga sin hacerlo.

Pero esa afirmación tan rotunda del perjuicio de las bebidas alcohólicas sobre nuestra salud es relativa con respecto a dos aspectos fundamentales: la cantidad de alcohol consumida y el tipo de bebida alcohólica de que se trate.

Uno de los elementos de la Dieta Mediterránea tradicional es el consumo moderado y diario de vino, casi siempre asociado a la comida. Con el fin de profundizar en la relación entre consumo de vino y salud cardiovascular se ha publicado recientemente un estudio, basado en la base de datos Predimet (PREvención con DIeta MEdiTerránea) en la que se analiza el consumo de vino en relación con la salud cardiovascular, comparando un grupo de personas que han sufrido un evento cardiovascular, con otro grupo de características similares que no lo sufrieron. Son personas mayores de 68 años y muchos de ellos con patologías propias de esta edad como diabetes, dislipemia, hipertensión y/o sobrepeso.

La originalidad de este estudio es que la dosis de vino que se contabilizaba para cada participante no dependía de lo que manifestase cada sujeto, que podían mentir, sino que se le determinaba los niveles de ácido tartárico, una sustancia que solo procede de las uvas o del vino. Se comparó el riesgo de padecer problemas cardiovasculares de los que no consumían nada de alcohol, con los que consumían algo de vino. El riesgo no variaba en los que consumían de una a tres copas al mes, pero el riesgo descendía significativamente en los que consumían entre tres y doce copas al mes y descendía aún más en los que tomaban una copa al día. Por encima de este consumo el riesgo cardiovascular volvía a aumentar.

La cantidad total de alcohol ingerida es también importante. Se recomienda no pasar de un consumo de 9 gramos de alcohol por día. Esto, en vinos que suelen tener una graduación de 12 a 14 grados, viene a coincidir con una copa de vino.

Cualquier vino sirve, aunque el mayor efecto saludable se logra con el vino tinto. La uva tinta, como otros frutos y bayas de colores morado y rojo oscuro, contienen un montón de substancias activas con gran poder antioxidante, antiinflamatorio y antiagregante plaquetario, como la quercetina, el resveratrol, los taninos, los polifenoles, etc.

Además el vino es un fermentado en el que participan numerosos microorganismos como levaduras y bacterias que aportan al vino sus vitaminas y otros compuestos. Cuando bebemos la copa de vino todos esos componentes saludables pasan a nuestro organismo.

Lo dice el refranero: «Quien tinto lo bebe y luego blanco lo mea, algo le quea». Ya lo sabe. Si le gusta tomarse medio vasito de vino con las comidas, que sepa que, salvo contraindicación médica específica, no está haciendo nada malo para su salud.

Según el estudio citado, el efecto beneficioso también alcanza a aquellos que solo beben alguna copita de vino los fines de semana y fiestas de guardar.

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