Mikel Durán observa los racimos, a pocas semanas de que llegue en momento de vendimiar,
«El cambio climático es real y a los vinos de Cantabria les favorece»
SECTOR AGROALIMENTARIO DE CANTABRIA | BODEGAS VIDULAR ·
La familia Durán tiene casi una decena de hectáreas de viñedos en Vidular, Noja y Castillo Siete Villas, que les permiten producir unas 25.000 botellas al año
Tras un fin de semana «animado», con numerosas visitas y ventas en el Centro de Turismo Enológico de Bodegas Vidular, a la entrada de ... Noja, Mikel «levanta la persiana» de la tienda del vino, un centro de recepción para quienes desean conocer las dos fincas donde desde hace siete u ocho años hay plantadas tres hectáreas de vides con las variedades Godello, Treixadura y Pinot Noir. La visita concluye con una cata gratuita de vinos y productos de la región. La instalación es de madera, respetuosa con el entorno, se abre en temporada alta y está muy vinculada al sector hostelero de la turística villa de Noja, con quien los responsables de Vidular tienen sinergias.
Durante aproximadamente una hora y media Mikel explica las características del viñedo, la filosofía de su pequeña empresa familiar y las virtudes de sus vinos. Normalmente se realizan tres visitas diarias (a las 12.00, a las 14.00 y a las 18.00 horas) para grupos que puede ir desde cuatro a un centenar de personas, aunque lo normal es que sean entorno a veinte.
Imagen. El vino, catado en la misma bodega.
Desde 1999
Bodegas Vidular nació en 1999 fruto de las inquietudes de la familia Durán. Mikel (47 años) tenía una distribuidora de vinos -ahora se dedica al posicionamiento y a la comercialización de sus propios vinos; su hermano Jon (44 años) había trabajado en Francia en una bodega -ahora se ocupa de la faceta más agraria-; y su padre, José Miguel, aporta el entusiasmo y el empuje en el día a día. «Cuando yo tenía 14 años nos vinimos a vivir a Cantabria desde Bilbao, somos de un perfil urbano readaptado, pero, en mi caso, he generado un modo de vida para ser feliz con lo que haces. Se dónde quiero vivir y lo que me gusta hacer, no ganas mucho dinero, pero lo importante es que estés enamorado de tu negocio».
Somos un sector importante, damos valor a nuestro producto y estamos en el camino de la diferenciación»
En la actualidad Bodegas Vidular tiene plantadas casi una decena de hectáreas, 2,5 en Vidular (Bárcena de Cicero), con las variedades Chardonnay y Albariño -aquí también tienen la bodega y una casa rural con 14 plazas y cinco habitaciones-; aproximadamente 4 en Castillo Siete Villas, con las variedades Albariño y Treixadura; y unas tres en Noja, donde recientemente han levantado esta original tienda del vino que funciona también como centro de visitas y que representa una línea más de negocio para la empresa. «Aquí es donde más botellas vendemos», comenta Mikel.
Imagen. Una furgoneta adaptada permite a Mikel estar presente en ferias.
Un buen año
Falta algo más de un mes para que llegue el momento de vendimiar. Entramos en la recta final del proceso de maduración de los racimos y siempre los nervios están a flor de piel en el viticultor que no deja de mirar al cielo y que se mantiene muy atento a los partes meteorológicos.
Por el momento Mikel está satisfecho y relativamente tranquilo. «Este año lo tenemos muy bien, es uno de los mejores en cuanto a sanidad vegetal y producción». Ciertamente las vides y los racimos tienen un aspecto espléndido, ahora solo hace falta que el tiempo respete las próximas semanas para que la uva alcance el punto óptimo de graduación. No obstante, «en viticultura los números se echan cada cinco años», señala Mikel Durán con prudencia sin echar las campanas al vuelo.
Imagen. La tienda de vino, punto de venta y de visitas, a la entrada de Noja.
La plantilla estable de Bodegas Vidular, con la casa rural incluida, es de seis personas, cifra que crece temporalmente durante la vendimia. En su caso, toda la uva se traslada a Vidular, donde se vinifica por separado cada variedad y para ello se emplean depósitos de acero inoxidable. Luego, «según el año, hacemos el coupage de acuerdo con los criterios que marcamos. Esto no es hacer Coca Cola. Cada año el vino tiene sus matices, pero con la identidad que le da la tierra y con las características que dan personalidad a nuestros vinos, frescura y acidez», comenta Mikel.
Defensor de los vinos naturales, «sin alterar», Mikel descarta para sus vinos el uso de la madera. «Se empezó a emplear para hacer despensa, cuando eran años malos. La madera da matices, pero prefiero los vinos naturales». Y abunda en este sentido: «Somo agricultores lo primero y luego productores. Producimos nuestra materia prima, pero no somos alquimistas como ocurre con los cerveceros».
Bodegas Vidular tiene una producción aproximada de unas 25.000 botellas al año, fundamentalmente de dos referencias. Por un lado, Ribera del Asón, un blanco con IGP Costa de Cantabria elaborado con las variedades Albariño y Chardonnay, del que se comercializan entre 18.000 y 19.000 botellas.
En segundo lugar está Cantabricus, 6.000 botellas de Godello y Treixadura, una variedad ésta muy productiva «que quizá no tiene tanto prestigio como otras pero que nos permite vendimiar a 11º, algo impensable con el Albariño que exige aguantar más.
Como novedad, está el Brut de Albariño Cantabricus, con cien por cien Albariño, un espumoso con una segunda fermentación en botella, «algo especial que el mercado demanda de forma creciente. Hemos maltratado a los espumosos, limitándoles a brindis y para tirar en las celebraciones cuando se abre una botella, pero creo que tienen mucho futuro. Nuestra apuesta tendrá mucho que decir en las próximas navidades. Queremos que la gente conozca y pruebe nuestro Brut».
Finalmente, de los ollejos se obtiene el Orujo de Albariño, gracias a una colaboración con la bodega Picos de Cabariezo, que los destilan en sus instalaciones lebaniegas. Sin duda, un modelo de colaboración que es positivo para el sector.
Mikel se muestra optimista de cara al futuro ya que «somos un sector importante, damos valor a nuestro producto y estamos en el camino de la diferenciación. Además, la valoración que tenemos del cliente es buena, no defraudamos a ningún restaurador. Llegará el momento que los vinos de Cantabria estén en los bares por copas». Y va más allá cuando afirma que «el cambio climático es una realidad y nos favorece, aquí el ciclo es más largo, brota primero y tarda más en madurar. Esto aporta polifenoles y da estructura al vino. Es nuestro marco diferenciador, que nos permite tener vinos frescos, fáciles de tomar y apetecibles».
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