El cambio climático trastoca los planes de la vendimia en Cantabria

Que los efectos del cambio climático están condicionando y alterando los ciclos tradicionales de la vendimia es un hecho. Hasta tal punto que los agricultores le hacen frente doblegando esfuerzos para frenar a los principales enemigos del viñedo al tiempo que implementan cambios para preservar la calidad de sus vinos.

Es especialmente llamativo en zonas donde el calor es aún sofocante y la ausencia de lluvias se prolonga. Si bien no es el caso particular de Cantabria, que goza de unas condiciones muy favorables, en valles como el de Liébana, llevan semanas sin ver caer una gota de agua. Aquí la cosecha se prevé buena. Y también en la costa, aunque algo más condicionada por la falta de sol del mes de julio y las lluvias de los últimos días.

La Bodega Sierra del Oso, en Cillorigo, ha sido la primera en vendimiar la uva mencía. Comenzó el pasado 31 de agosto y se ha prolongado durante seis días. «Se nos ha adelantado mucho la vid. Las viñas estaban tirando del mosto del grano. Se estaba pasificando la uva porque ya tenía el grado de acidez que queríamos», afirma Ángel Moreno. «En calidad la cosecha de este año va a ser muy buena aunque en cantidad será entorno a un 15% más escasa. Particularmente hemos dado menos tratamiento que nunca al no haber tenido problema de hongos porque no ha llovido. Nuestro enemigo es la fauna salvaje, pájaros y jabalíes. Cuanto más tiempo dejamos los racimos maduros, más perdemos porque nos rompen el pastor, muerden los racimos y se pudren».

En Cabezón de Liébana, Picos de Cabariezo ha empezado a vendimiar la uva blanca, variedades gewürztraminer y sauvignon blanc. Con las tintas mencía y syrah esperan comenzar a finales de mes aunque por lo general suelen recoger por el Pilar, tal y como explica Marga Fernández. «Tenemos muy buena cosecha y está muy sana». El problema, recalca, «es la fauna». Para los viticultores es muy importante esperar al momento óptimo y para ello se ayudan de análisis que les van marcando la acidez. «Particularmente estamos contentos e incluso tendremos algo más de producción que el pasado año, aunque es difícil hacer una previsión porque la cosa cambia de un día para otro».

En los viñedos más próximos a la costa el tiempo se ha comportado de manera distinta. «Ha sido algo más complicado», manifiesta Carlos Recio, de la Bodega Casona Micaela, en Valle de Villaverde. «Para nosotros el verano ha sido muy bueno aunque hemos tenido que hacer un esfuerzo grande para controlar los hongos. Septiembre es clave y de momento pinta bien, normalmente suele ser así». Como norma general a mayor altitud la vendimia suele ser más tardía. Por eso a las viñas de albariño y riesling de Finca Jornillo, a 400 metros de altitud sobre el nivel del mar, aún les queda. «Nosotros solemos recoger la cosecha a mediados de octubre pero puede ser que se adelante una semana. Hasta que la uva no entra en bodega no se puede contar con ella, no me atrevo a hacer una previsión. El año pasado fue muy bueno, esperamos repetir».

En el mismo valle de encuentra también la bodega Tejea Verde, donde las uvas ya están terminando de madurar. Aunque es difícil hacer una previsión, Fernando Renovales está casi convencido de que tendrá que adelantar la vendimia «para que no se termine de fastidiar porque la primavera empezó muy bien, con mucha cantidad, pero hemos ido mermando por el calor. Primero la falta de agua no dejaba engordar la uva y luego el sol nos ha quemado muchos racimos que ya habíamos clareado».

En los viñedos de las Bodegas Sel D'Aiz (Castillo Pedroso) en Valles Pasiegos, las constantes amenazas de hongos sobre las viñas les han obligado a estar muy encima del cultivo. «Ha sido un año difícil, no complicado», afirma Asier Alonso, «pero las sensaciones son muy buenas y esperamos contar con un 20% más de producción porque la floración y el cuajado del viñedo ha sido excelente. Si todo va como tiene que ir, teniendo en cuenta que nuestra maduración es más lenta, con la uva godello podremos comenzar la vendimia a finales de mes». Detalla Alonso que las últimas fases las trabajan en ecológico, con productos que les permitan la entrada «inminente» en el viñedo. «El pasado año fuimos capaces de vendimiar cinco mil kilos por hectárea en albariño, bastante más en riesling y algo menos en godello, y nos movemos en una media de 20 mil botellas, incluyendo el espumoso. El objetivo es seguir creciendo, al tiempo que implementamos algunos cambios».

Los muestreos y análisis de las uvas se intensifican estos primeros días de septiembre en los viñedos. Evaluar la madurez de la uva es la única manera de llegar al punto deseado. En Nates, la Bodega Pago Casa del Blanco sigue de cerca sus racimos. «La pasada semana realizamos un muestreo y la godello va más adelantada, la albariño está muy verde aún», explica su enólogo, Antonio Merino. «Ahora son continuos y para finales de septiembre o principios de octubre recogeremos, pero la climatología siempre está en contra de tus previsiones». Coincide en que el año está siendo inusual. «En junio tuvimos Mildiu. Nos dañó más la godello y en agosto hemos hecho algo más de clareo en las viñas, el cambio climático nos está obligando a cambiar el trabajo en las parcelas, hay que adaptarse a los nuevos tiempos». Comenta Merino, que los viñedos que tienen en 150 hectáreas en Manzanares, Ciudad Real, han sufrido mucho, «el sol de las tardes ha pasificado muchos racimos».

«La de 2022 fue tan extraordinaria que el 21 de septiembre ya teníamos todo recogido», recuerda Esther Olaizola, de Bodega El Miradorio, en Ruiloba, que sacó 28 mil botellas. «Este año venían cargadas a tope pero las lluvias nos han traído algo de Botritis que ya hemos conseguido controlar, pero nos ha mermado sobre un 15% la godello y la riesling». Aún así el pronóstico para esta bodega es de mejora en cantidad. «Este año vamos a tener uva de fincas que el año pasado no entraban en producción porque no tenían la capacidad. Las plantas han funcionado muy bien. La riesling y la godello van más adelantadas y las recogeremos probablemente a finales de mes. Después irán la hondarribi zuri y la albariño».

En Tagle y Cortiguera, Suances, Bodegas Igarmi recuperó hace unos años una hectárea y media de viñedo de uva albariño. La de 2022 fue su primera cosecha y en aproximadamente diez días iniciarán la segunda vendimia. Explica Gabriel Olea, director comercial de la bodega, que los racimos están casi apunto y esperan recoger algo más que el año pasado, «entorno a 1.500 kilos, para 800 botellas».

En Vargas, Puente Viesgo, José Gabriel Quintanal, de Viña Carmina, mira al cielo con incertidumbre pero mantiene la esperanza de que se prolonguen los días buenos. La humedad y la falta de sol le están trastocando los planes. En su caso personal, la hectárea y media de albariño que posee es, por el momento, solo un entretenimiento. «Hago los controles que puedo porque estoy solo. El año pasado saqué 600 litros, cuando el óptimo si le dedicara el 100% serían unos dos mil. Si el agua no me entorpece quizá pueda manejar de nuevo ese volumen. Ahora tienen 9 grados pero como mínimo necesito subir un par de ellos más».

La tarea en el campo está siendo compleja estos días para los viticultores, también para Mikel Duran, de Bodegas Vidular, en Bárcena de Cicero. «Hemos tenido una floración buenísima en primavera pero las lluvias de estos días nos están dando más quebraderos de cabeza», confiesa al tiempo que, optimista, recuerda que la pasada cosecha fue de las mejores. «Hasta ahora todo ha ido perfecto, tenemos la uva en 11 grados y hay que aguantar un poco más». En Vidular comenzarán a vendimiar hacia finales de septiembre para «alargarlo lo máximo posible», salvo que las lluvias hagan acto de presencia. «En este caso habrá que adelantar. Ese es nuestro día a día».