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Asistimos en estos días a desatada demanda de los productos que van a protagonizar los almuerzos y cenas navideños en el hogar. Y, a medida que se acercan las fechas señaladas en rojo en el calendario, los precios se incrementan, en algunos casos hasta llegar a cotas astronómicas. Entre tanto, los expertos en consumo recomiendan todos los años anticipar las compras, pero somos de costumbres y hasta los últimos días no todos han llenado la despensa con lo necesario para completar unos menús que atienden más a la tradición familiar que a las modas o tendencias.
En cada hogar, en la mayoría de los casos por transmisión de generación en generación, hay unas preferencias, unos platos que nunca fallan, unos dulces característicos, unas bebidas recurrentes. Entrantes, embutidos, quesos, carnes, pescados, turrones, dulces caseros, chocolates, vinos, sidras, espumosos..., en cada hogar hay unas preferencias. Pero, ¿a la hora de hacer la compra, en qué nos fijamos? ¿En el precio? ¿En la procedencia? ¿En la etiqueta? ¿En el elaborador? ¿En los sellos de calidad o en si tiene certificación ecológica? No existe una respuesta exacta ni una pauta perfecta, pero...
En los últimos años hemos asistido en cierta medida a una puesta en valor del producto local, de proximidad, en lo que se ha venido a llamar kilómetro cero. Generalmente elaborado, procesado o distribuido por pequeños artesanos que miman cada detalle, aunque por volumen no puedan competir con las grandes multinacionales que trabajan a gran escala. Sin embargo, por su calidad diferencial, muchos de estos pequeños productores han conseguido introducirse en el sector gastronómico de la mano de chefs que se han decantado por la calidad, por la exclusividad y por la proximidad, aunque el precio sea ligeramente superior. Esta tendencia ha arrastrado al cliente particular que, tras degustar y apreciar ese ingrediente en un restaurante, ha querido adquirirlo para consumirlo a domicilio.
Esta circunstancia ha dejado un hueco para el nacimiento de tiendas especializadas y para que las cadenas de distribución hayan puesto el foco en productores artesanos, hasta el punto que la presencia de sus elaboraciones tengan ahora más presencia que nunca en los lineales de los supermercados.
Por todo ello, ahora que llega el momento de tomar una decisión de qué comprar para las mesas navideñas, a la vista de las dificultades que está sufriendo el sector agroalimentario en general y el lácteo en particular, más que nunca los alimentos de Cantabria merecen una oportunidad. Hay variedad, calidad y compromiso con el desarrollo rural.
Elaborado al horno es un plato típico de estas fechas, pero sus precios están por las nubes –en torno a 50 euros el kilo–, por lo que muchas personas se descantan por el machote.
Tras comprobar que en la etiqueta consta el sello de calidad (denominación de origen protegida), la miel da mucho juego para elaborar postres tan deliciosos y típicos como las torrijas.
Producto exclusivo para comensales con alto poder adquisitivo y a precios elevados, como ocurre con las angulas.
Por influencia de la gastronomía castellana está muy arraigada la costumbre de comer lechazo en Navidad. En Cantabria hay ganaderos en Liébana, la comarca del Nansa y Camargo, por ejemplo.
En numerosos obradores de panadería de la región ofrecen panes artesanos de masa madre, así como otros especiales para torrijas.
Otra joya del Cantábrico cuya presencia en las mesas navideñas llega de la mano del puding, un entrante con tradición, que se suele acompañar de unas tostas de pan y de unas salsa, por ejemplo, mahonesa. c
O se aman o se odian. Es un ingrediente que no deja indiferencia, pero lo que nadie puede discutir es que la salsa que se emplea en algunas recetas como los caracoles a la montañesa resulta deliciosa. En muchos hogares, quizá más en la capital, es un plato navideño imprescindible. Además, ahora hay la ventaja de la existencia de marcas que los presentan en botes de cristal limpios, lo que facilita mucho la preparación de este plato
Por sus pastos, por sus razas y por su manejo, el ganado vacuno de aptitudes cárnicas ofrece en Cantabria cortes de tanta calidad que no tienen nada que envidiar a la carne procedente de otras regiones o países.
Esta región cuenta con tres DOP's para el queso de nata, los quesucos de Liébana y el picón Bejes-Tresviso. Una buena opción como entrante o como fin de almuerzo. Además, en cada valle hay queseros artesanos que elaboran quesos de autor con definida personalidad. Buen momento para probar algún queso que aún no conozcamos
Nadie puede negar para un aperitivo antes de la cena unas anchoas artesanas de las que se elaboran en más de medio centenar de empresas de la región. Es la joya del Cantábrico, mejor sola, pero no va mal con unos pimientos de Isla. Y el bonito del norte en conserva va perfecto para acompañar una ensalada, por ejemplo..,
La raza vacuna tudanca ha pasado en pocos años de estar en peligro de extinción a ser uno de los manjares más cotizados. Además de haberse puesto en valor sus chuleteros y otros cortes que dan excelentes resultados como en las hamburguesas, carniceros con inquietudes como Quintana han desarrollado nuevos productos con indudable éxito. Es el caso de la cecina de tudanca, conocida como 'jamón' y el 'foie' de tudanca, una mousse exclusiva
Una alternativa al cava para acompañar los entrantes de Nochebuena y Navidad.
Una excelente opción para acompañar pescados, mariscos y carnes más grasas.
Para acompañar quesos, embutidos y platos tan especiales como el magret.
El perfecto aperitivo también se elabora en Cantabria para disfrutar junto a unas buenas anchoas o una rabas.
Prepara el gin tonic perfecto para abrir boca o finalizar el menú navideño.
Acompaña bien cualquier plato y sorprende con el turrón.
Un dulce tradicional y casi exclusivo de estas fechas que se presenta de muy diferentes formas.
El más popular de todos los turrones, elaborado con almendras marconas, avellanas y miel de romero. En versión mousse es un postre elegante y sencillo.
Una original propuesta elaborada en Liérganes por Ramón Diego Rego, cuya referencia son los hojaldres.
Popular en las sobremesas, también está muy presente en recetas dulces de gran tradición.
Otro dulce tradicional de característica forma ovalada, elaborado con harina, manteca de cerdo, azúcar y almendras. No puede faltar el azúcar glas espolvoreado. Si el polvorón es bueno, no hace falta aplastarlo.
Al chocolate no se le puede decir que no. Negro, blanco, con leche y, ¿porqué no? con anchoas, mojito, curry con kikos... Artesano y exclusivo.
En el desayuno, en la merienda, como base para una torrija o tostada de Navidad, para acompañar quesos, anchoas e incluso foie.
Es uno de los productos más representativos de nuestra cocina y ofrece numerosas versiones dulces aunque forma parte de otras muchas recetas saladas. Imprescindible en el recetario navideño.
Con o sin sal, la buena mantequilla es un ingrediente necesario para muchas de nuestras recetas dulces, para freír las tostadas de Navidad o como base para los canapés.
El café no solo es el colofón a una comida o cena, también puede ser un ingrediente con el que elaborar o mejorar el sabor de algunos postres y salsas.
Es la base de todos los derivados lácteos y de numerosas recetas y salsas. El sabor original y su calidad son dos de sus grandes cualidades.
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Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Álvaro Machín | Santander
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