Cantabria sabe a arándanos

El arándano tiene cada vez más presencia en Cantabria. Muchos son los productores que se han animado en las últimas décadas a cultivar esta fruta, en gran parte, por las condiciones ideales que reúne la región. La humedad y las temperaturas templadas del verano permiten un buen desarrollo de esta baya que crece en pequeños arbustos. Ahora bien, la temporada de arándanos es muy corta, dura de junio a octubre, por lo que hay que encontrar fórmulas de aprovechar el excedente que se genera durante estos meses. Ahí es donde aparece el ingenio de cuatro cultivadores: Pilar Ruiz, Aranberry; Jesús Revuelta, Berryfields; Gonzalo Noriega, Acasyna;y Miguel Ángel Anievas, El Valle de Machucón. De los convencionales zumos de fruta hasta infusiones, cada vez son más los productos que se originan a través de esta fruta.

¿Y por qué consigue más adeptos los arándanos? Además de por su propio sabor, estas bayas contienen una multitud de propiedades que incentivan su consumo. Entre sus cualidades se encuentran ayudar al cuidado de la piel, mejorar las relaciones sexuales, reducir la grasa y la presión arterial, mejorar la vista, favorecer la presencia del colesterol bueno, ayudar a la lucha contra la diabetes y tener capacidad antiinflamatoria. Un atractivo para aquellas personas que tengan algún problema de salud y para las que quieran cuidarse.

Al ser un arbusto no se puede intercalar, por lo que está permanente, lo que lleva a los productores a buscar otra fuente de ingresos durante los meses que no produce beneficios. Algunos han invertido en un obrador, mientras que otros delegan en otras empresas especializadas para el desarrollo y la elaboración de esos productos.

Alguno de estos artículos con arándanos ha causado sensación en los últimos tiempos. El mojo azul recibió la distinción a la novedad agroalimentaria durante la pasada edición de la Feria del Producto de Cantabria. «La originalidad fue intentar hacer primero un mojo como el canario, el mojo rojo –el picón–. Y después de estar un tiempo en la cocina y ya confirmar que éramos capaces de hacerlo como mojo rojo, empezamos a incorporar los arándanos. Y de ahí surgió lo del mojo azul. Le llamamos así por el hecho de que nosotros, nuestros arándanos, son azules», explica Gonzalo Noriega, autor y responsable de la empresa Acasyna. «Está gustando mucho, los que conocen el mojo rojo reconocen en este producto el mojo, pero con una textura quizá un poquito más suave por el hecho de tener la nata».

Los productores ven en las ferias una ocasión para mostrar sus transformaciones y sobre todo para que la gente se atreva a probarlas. Incluso, desde Sodercán se ofrece a muchos de estos productores la oportunidad de tener visibilidad en ferias en capitales europeas. «La verdad es que la política de internacionalización del sector agrario en Cantabria está muy bien y ahora ha mejorado bastante», confiesa Pilar Ruiz. Aunque también reprocha las dificultades que se tienen frente a productores de otros continentes: «Hay países donde no se tiene regulación sobre el producto, ni sobre el trabajador. O sea, se habla de salarios bajísimos y aquí entran estos productos haciendo una competencia totalmente desleal a los de España y de toda Europa». Ruiz cree que esa es una de las principales amenazas para sectores como el de los arándanos.

Otras de las fórmulas para rentabilizar las plantaciones de arándanos son las visitas guiadas a los cultivos donde los propios visitantes pueden recoger en primera persona las frutas y luego llevárselas a casa con un precio más reducido. Tanto en El Valle de Machucón como en Acasyna se ofertan este tipo de experiencias que permiten acercar un producto que cada vez se consolida más en la región. «Esto es algo muy habitual en Europa», señala Miguel Ángel Anievas, propietario de El Valle de Machucón. «La gente se entretiene y aprende mucho del fruto al venir a hacer este tipo de actividades».

Con una producción que cifra entre las ocho y diez toneladas, Pilar Ruiz, propietaria de Aranberry, en Rasines, intenta conseguir otras fuentes de ingresos a través del arándano durante el invierno. Para ello también vende zumo y licor de este fruto. «Con todo el sobrante de arándanos se me ocurrió que teníamos que hacer otras cosas». Aunque llevar a cabo esa idea no sería sencillo, puesto que la preparación de una bebida como el zumo la tuvo que realizar junto a otra empresa, Pago de Tolina. «Ellos tienen todas las licencias y toda la infraestructura para la elaboración, los registros, aunque nosotros disponemos también de ellas porque te obligan a tener el registro de elaborador», explica. Unas pruebas que llegaron a durar hasta casi un año: «El arándano es menos líquido que la uva, por ejemplo, o la naranja». Pilar da las claves de la receta, que afirma es muy sencilla, y consiste en arándano exprimido, macerado, luego se pasteuriza a 85 grados para evitar bacterias y se cierra con el precinto. «El zumo es 100% de arándanos. No tiene agua, ni ningún otro compuesto, ni azúcar, ni nada de nada».

Aunque se apoya de una red de fruterías para la distribución de los arándanos y sus transformaciones, también cuenta con alguna gran superficie a nivel nacional y lo que distribuye a Mercabarcelona y Mercamadrid. «Dar salida al fruto es muy esencial, hay personas que no lo consiguen. Por eso es bueno abrirse vías de ingresos a través de otros productos que surjan de los propios arándanos».

En el caso del licor lo elabora junto a la empresa Diosanjana. «Además del zumo, pensé que era una buena idea hacer licor, ya que está tan rico. Para las pruebas me echó una mano Humberto, que lleva muchos años trabajando con nosotros, su origen cubano nos ayudó a calibrar la potencia del licor. Aunque le hubiera gustado que fuese más fuerte», comenta entre risas la propietaria de Aranberry.

Envase en mano, Jesús Revuelta, dueño de Berryfields, explica que el consumo en Cantabria todavía no ha llegado a su máximo. «Sí que se nota que se está incrementando. Yo veo que el que prueba repite y la gente lo empieza a valorar como algo sano y saludable, con muchas propiedades». Con una producción situada en unas siete toneladas, confiesa que se podría recoger todavía más: «El mercado no es capaz de absorber con un precio digno la cantidad, pues tenemos las plantas podadas para que no se encuentren al 100% en los meses estivales».

En su caso, Revuelta encarga a una mujer la producción de estos artículos de forma artesanal, ya que cuenta con su propio obrador para elaborar los productos que se ofertan en su página web: concentrado, mermelada, infusión y zumo. «Normalmente son productos algo exclusivos, como es el caso de las infusiones. Este último puede resultar algo caro porque es totalmente hecho a mano. Las mermeladas y los zumos pues sí que tiene un mercado mayor, hay gente a la que le han prescrito un tratamiento para el tema urinario, sobre todo señoras, lo toman y ven que les va bien, pues es como si fuera un tratamiento y se toman su zumito de arándano que por lo visto tiene unas propiedades ideales para eso».

Su red de distribución la basa entre tiendas ecológicas y mayoristas:«Esa es nuestra principal fuente de ingresos». Al existir una variedad que compite en julio y agosto, se produce una competencia «feroz» en Cantabria, ya que se produce todo el mundo y no solo en la región, sino en toda Europa, señala Revuelta. «Lo que podemos decir es que se produce una bajada de los precios y, por lo tanto, esa variedad alcanza un valor de mercado que no es atractivo para la venta y se dedica a esos derivados que curiosamente es la variedad más dulce y más rica que sale de las plantaciones en Cantabria».

El responsable de la empresa Acasyna, situada en Liérganes, cree que el arándano se empieza a conocer y a apreciar más por sus cualidades, aunque reconoce que todavía es muy poco si se compara con los países del norte de Europa. Su producción puede rondar entre las dos y seis toneladas:«Todo depende de las condiciones climáticas que tengamos».

En el origen de su negocio, ya se planteaba trabajar algo más que el producto fresco: «El fresco es un producto perecedero y estás un poco en manos de los intermediarios, de los mayoristas. Pasa un poco como con la leche, tú no estableces el precio de venta de productos. Entonces, ya desde un principio, la sociedad se concibió para tener dos alternativas y diversificar el negocio», apunta. Y una de ellas, se centró en la elaboración de transformados. «Coincidiendo con la primera cosecha, construí una nave y un pequeño obrador, conseguí todo el permiso, el registro sanitario y empecé a elaborar transformados», relata. Algo que convirtió en virtud, al meterse en la cocina, ver con qué liga el arándano y conseguir productos originales. «La gente es algo conservadora y muy lineal, es muy difícil probar estos productos sin que te lo recomiende nadie. Para algunos puede resultar todavía extraño», subraya.

Noriega confiesa que en las tiendas normalmente las ventas principales se centran en la mermelada natural. Pero, en cambio, durante las ferias o los mercados pasa lo contrario y la clave radica en que la gente puede probarlas. «Cuando tienes posibilidad de dar degustaciones, consigues que la gente pruebe otras cosas y al final les convences de que son tan buenos o incluso mejores y originales y, lo más importante, con buenos sabores. Puedes mostrar que hay otras cosas, no solamente la mermelada. Eso ayuda a incrementar las ventas en los otros productos que son un poco más originales».

Mermeladas y salsas son las transformaciones que llevan a cabo en El Valle de Machucón. «Nosotros hacemos toda la campaña que nos permite la climatología, que es justamente desde junio hasta octubre. Eso se consigue con diferentes variedades. Tempranas, media estación y tardía», concreta Miguel Ángel Anievas, propietario. Una plantación pequeña que produce cerca de unas dos toneladas en Penagos.

«Cuando empecé a plantar hace más de una década, el consumo de media de arándano era bastante bajo, se encontraba por debajo de los 100 gramos por persona en España y ahora mismo los superamos ampliamente, por las expectativas que tiene y por el valor que tiene de cara al consumidor. Es de las frutas mejor valoradas ahora mismo en el mercado», confiesa. «Empezamos a comercializarlo bajo una cooperativa hasta que tomamos nuestro propio camino y ahora vendemos a pequeñas tiendas, a particulares y a granjas».

Como Cantabria no es capaz de absorber los meses de gran volumen que se dan durante la recogida y es muy difícil hacerse un hueco a nivel nacional e internacional, Anievas tomó la decisión de diversificar en mermeladas y salsas: «Es la mejor forma de no colapsar ante estas situaciones».

Y aunque no tenga el mismo volumen de ventas que la fruta, sí suma: «No tiene tanto tirón como la fruta fresca, pero sí que te ayudan un poquitín, sobre todo en los momentos donde no puedes vender el arándano. Al final solamente tiene unas tres semanas de venta, porque la fruta ya no soporta más la cámara». Aunque en su caso no tenga previsto apostar por más productos de transformación, cree que el resto de productores «están innovando a la hora de encontrar nuevos productos». Anievas también apuesta por las visitas guiadas a su propia granja para acercar al público general los arándanos.

• Temas
• Cantabria
• Alimentación
• Cantabria en la Mesa
• Cultura gastronómica