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En el Valle de Villaverde, un enclave de Cantabria en la provincia de Vizcaya, con algo menos de trescientos habitantes, donde la vida transcurre tranquila y donde la principal ocupación es el sector primario, el aficionado al vino y a la gastronomía tiene una ... referencia en la bodega Casona Micaela. Aquí se elaboran dos vinos blancos con el sello de calidad IGPVinos de la Tierra Costa de Cantabria y es, por volumen, en principal productor de la región. La pasada semana, su vino blanco joven se hizo acreedor, tras una cata a ciegas por parte de acreditados profesionales, a recibir el Premio Optimum en esta categoría en la sexta convocatoria del certamen regional que organiza la Asociación de Sumilleres de Cantabria.
Desde su origen, al frente de este proyecto vitivinícola de Casona Micaela está Carlos Recio, ingeniero agrónomo natural de Villaverde, que, tras una etapa trabajando fuera de la región, regresó a Cantabria para desarrollar un proyecto empresarial ilusionante. Aunque su padre, de Liérganes, fue quesero –y él no descarta algún día explorar este sector–, Carlos apostó por la tradición del valle: «Aquí no había plantaciones de viñedos comerciales, pero en todas las casa hay parras, para el autoconsumo. Siempre ha habido tradición de elaborar vino en Villaverde, pero a pequeña escala».
Recio quiso plantar viñas en 2004 para dar salida a una finca desaprovechada y con muchas posibilidades. La decisión de plantar coincidió con un momento de apogeo en el vecino País Vasco con el chacolí. Consiguió los derechos de plantación y se decantó por dos uvas diferentes a las variedades del chacolí, Albariño y Riesling.
Con la perspectiva de los 15 años transcurridos, Carlos Recio hace balance y no oculta que «éste es un negocio muy complicado. Se trata de proyectos a largo plazo y muchos se quedan en el camino.En muy difícil triunfar. Hoy la bodega es rentable, pero en negocio sigue siendo muy complicado. He dedicado 15 años de mi vida a esto, he trabajado mucho y ahora veo las cosas de otro modo, incluso estoy dispuesto a realizar una ampliación, a adquirir más fincas para plantar más viñedos, pero para este viaje necesitamos el apoyo de la administración».
Aunque sus vinos se venden fundamentalmente en Cantabria, también tiene peticiones desde otras regiones como Madrid. «Hay que reconocer que en la actualidad apenas existe el vino de Cantabria, somos pequeños productores, pero se está demostrando que se pueden hacer buenos vinos blancos de Cantabria».
Orgulloso del camino recorrido, Carlos Recio no se arrepiente de haber regresado a su terruño y de haber marcado un hito: «La decisión no fue fácil, porque no había precedentes a este nivel», comenta. Y como compañeros de travesía, aunque Carlos tiene titulación universitaria e hizo un master en la Universidad de La Rioja, ha contado con el asesoramiento de dos enólogos de prestigió, «que se han implicado con el proyecto», Pepe Hidalgo y Ana Martín. Y añade: «En la viticultura vas aprendiendo año a año».
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La plantación está ubicada en dos fincas localizadas a cuatro kilómetros del núcleo urbano de Valle de Villaverde, donde se ubica la bodega, a unos 500 metros de altitud y con una orientación que asegura la ventilación, menos índices de humedad y unas temperaturas más suaves. «Ambas son fincas muy aptas y elegimos dos variedades que me gustan, Albariño y Riesling, después de los correspondientes estudios climáticos, de suelo...», comentar Recio.
La Albariño «es una uva todoterreno, que hasta entonces solo se cultivaba en Galicia. Hemos sido uno de los pioneros en tenerla fuera de Galicia por lo que no teníamos precedentes de resultados. Casi al mismo tiempo que nosotros la plantó Torres en Cataluña», señala el empresario. Mientas la Albariño pesa un 75%, el restante 25% es Riesling, «una uva más complicada, más sensible a la botritis. Tiene un ciclo más corto, por ello se vendimia antes. En Vizcaya sí había algo de Riesling, pero daba problemas porque cuesta llegar a la maduración», añade.
Con el crecimiento de las viñas y los resultados obtenidos en este tiempo, Carlos Recio rubrica que «ambas variedades se están dando bien, el Albariño como esperábamos y el Riesling, mejor de lo que esperábamos. Quizá también influye el cambio climático, que está favoreciendo sin ninguna duda. Creo que Cantabria es una zona muy buena para producir buenos vinos blancos. Los viñedos se están plantando en altitudes mayores».
De la bodega de Carlos Recio salen dos referencias de vinos blancos, Casona Micaela y Selección de Añada, ambos embotellados tras su paso por grandes depósitos de acero inoxidable. No obstante, confiesa el viticultor que «estamos haciendo un experimento con una barrica de madera, pero no tenemos cantidad de uva suficiente para hacer un nuevo producto. Si algún día tenemos más producción, seguramente lo hagamos».
A juicio de Recio los vinos «año a año han ido mejorando. La viña se va haciendo adulta y nosotros también vamos aprendiendo».
El vino joven, mejor blanco joven en los Premio Opimum, permanece relativamente poco tiempo en el depósito y en febrero se comienza a embotellar y comercializar. En Selección de Añada llega en los meses de junio/julio al consumidor tras haber hecho una crianza sobre lías durante 5-6 meses en depósito. Las lías –restos de las levaduras– lo redondean en acidez, le dan cuerpo, viscosidad, grasa».
Ambos mejoran con el tiempo, sobre manera el Selección de Añada. «Son vinos con espíritu de guarda». Sobre la producción total, el 80% es del Casona Micaela, que en el mercado está a poco más de ocho euros, mientras que el 20%en CM Selección de Añada, que tiene un precio entorno a 14 euros.
En estos días, siempre pendientes de las últimas impresiones que ofrece el viñedo, comenzará la vendimia de un año «muy bueno y que puede ser el mejor de la historia». Participarán en la misma aproximadamente unas 25 personas. Primero se vendimiará el Riesling y luego el Albariño, para concluir a mediados o finales de noviembre. Aquí, al tener más altitud que en las plantaciones del litoral, el ciclo va ligeramente más atrasado. Tienes más acidez, más graduación alcohólica porque la uva permanece más tiempo en la viña».
La estimación para este año es alcanzar o superar las 60.000-70.000 botellas que habitualmente pone Casona Micaela, que distribuye Óscar Salán. «En este sentido –destaca Recio– tuvimos el acierto de contar con un distribuidor que se ha implicado muchísimo y que ha sentido la bodega como propia desde el primer momento. Y esto es fundamental, ya que nos posicionado el vino en muchos sitios interesantes».
No olvida Recio que «empezamos a vender vino en 2008, con el comienzo de la crisis, y eso siempre es un lastre. Vendíamos una caja, pero el problema es vender la segunda. La gente no lo pedía, no sabía que había vino de Cantabria. Crear un producto nuevo es complicado. Tienes que quitar el sitio a un vino de las mismas características, en nuestro caso a un Albariño de Galicia, y eso no es fácil».
Y sin arrepentirse de las decisiones tomadas, reconoce que «con un chacolí hubiera sido más fácil introducirse en el mercado».
En el centro de Valle de Villaverde Casona Micaela tiene su bodega, un edificio moderno de unos 500 m2 y respetuoso con el entorno aunque no pasa desapercibido. La madera juega un papel fundamental aunque luego en su interior lo que llama la atención son los grandes depósitos de acero inoxidable donde el vino permanece hasta el proceso de embotellado que se realiza en las mismas instalaciones.
En la parte superior, desde donde se domina visualmente la zona de depósitos y de embotellado, hay un pequeño área de oficina y una gran mesa donde se realizan catas y donde se recibe a los visitantes. Porque algo que Casona Micaela no ha dejado al margen y que de cara al futuro quiere potenciar son las visitas. El turismo enológico está en auge y para Valle de Villaverde puede ser un oportunidad. Además, comenta Carlos Recio, uno de los dos restaurantes ubicados en la localidad, Calera, es un negocio familiar que, en estos momentos, regenta uno de sus hermanos.
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