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El cerdo celta ha llegado a Cantabria y lo ha hecho con la sana y suculenta intención de quedarse y expandirse. Se trata de una raza de cerdo que, hasta los años cincuenta, era típica en los montes en Galicia donde se ha recuperado de ... tal manera su producción que lo ha devuelto a la actualidad, algo que ahora se quiere imitar, por supuesto con el mismo éxito, en nuestra región.
Los hermanos José María y Álvaro Alonso, dedicados al sector lácteo a través de la empresa familiar Quesoba, ubicada en Sangas (Soba), llevan varios meses trabajando y formándose en la cría de estos animales, que son más que un proyecto, por cuanto en unos meses empezarán a rentabilizar sus primeros ejemplares: Cinco hembras y un macho que adquirieron hace un tiempo, y cuyas crías, según sus cálculos, esperan sacrificar este verano.
Cuando Álvaro habla del cerdo celta y de esa nueva vía de explotación y negocio que ve la familia en este producto, no puede evitar esa pasión que pone en todo lo que hace, siempre con la máxima de calidad del producto. «El cerdo celta es un animal que no tiene más que ventajas», señala, «y en Galicia, donde ya abunda su explotación, están incluso abriendo una vía de negocio con los países asiáticos, porque en China es una carne muy apreciada y que encaja a la perfección con sus gustos culinarios», más concretamente por ese toque dulce que tiene y que se debe al tipo de alimentación del animal.
Este se desarrolla en plena libertad. El cerdo celta se alimenta en los bosques, de los frutos de las hayas, castaños y robles «que, por otra parte, son nuestros árboles autóctonos», explica Álvaro. Es una raza que «se pasa el día corriendo por esos montes. Hacen muchísimo ejercicio y su alimentación no puede ser más sana». Todo ese ejercicio y esa 'dieta' se visibiliza en su carne «que tiene, como nutrientes principales el hierro y diversos ácidos oélicos». Cuando el animal llega a un peso aproximado a los 120 kilos, con entre nueve meses y un año o año y medio de vida, es cuando se aconseja su sacrificio. Y es aprovechable al máximo, tiene una gran rentabilidad. La frase tan típica de que del cerdo se aprovecha todo, aquí se cumple al 100%: «Queremos participar este año en la montanera, en Guijuelo (Salamanca), para posteriormente empezar a vender jamón y paletas».
Galicia, Asturias y País Vasco, pero sobre todo la comunidad gallega, son las regiones en las que los hermanos Alonso se apoyan para continuar con su labor de explotación del cerdo celta «que, además, cumple con una función de cuidado y conservación de nuestros bosques autóctonos. En Galicia hay 130 explotaciones registradas. Ellos se han preocupado no de innovar, sino de recuperar una raza que ya había hace más de cien años». Y Álvaro añade que «es un animal que incluso puede ayudar a evitar los incendios en los montes por que es un magnífico desbrozador del terreno».
Sus intenciones con este tipo de explotación ya la conocen en el ámbito de la Administración regional y confían en poder obtener ayudas no solo para poder continuar con ella, sino para afianzarse y dar testimonio de la rentabilidad de esta raza «que, incluso, ya teníamos previsto empezar a llevarla a la gastronomía, y así lo haremos en tanto en cuanto pase esta pandemia sanitaria. Ya teníamos reservados unos cochinillos para empezar a comercializarlos en el ámbito de la restauración».
No cabe la menor duda de que el cerdo celta, ha llegado para quedarse.
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