Cocina de altura sobre la playa de Ris, en Noja

El marco, sin duda, es muy importante, pero siempre debe guardar entre sus cuatro triángulos una obra de arte. Una pintura notable, con personalidad, que impacte al espectador. Comer sobre la impresionante playa de Ris, en Noja, suma por sí solo muchos puntos. La vista es increíble, si además la marea está baja y deja al descubierto esas rocas 'lunares' que tanto llaman la atención. Aunque para alcanzar una buena nota, completar el marco, es necesario además que el restaurante en cuestión, el lugar elegido para el almuerzo o la cena, ofrezca unas sabrosas elaboraciones, productos de temporada y de cercanía y un trato amable. El restaurante del Hotel Pineda Playa, de la localidad trasmerana, reúne todos estos requisitos, con el marco incomparable de Ris de fondo, la cocina del chef Antonio González y su equipo, el servicio de Gorka Ruiz en la sala y el amplio conjunto de camareros.

La cocina del Pineda Playa es, de día, tradicional, y más divertida y elaborada por la noche. Destacan sus mariscadas. Una grande con bogavante, centollo, nécoras, cigalas, langostinos, navajas, gambas, almejas marinera, percebes y botella de albariño, para dos personas, a un precio de 110 euros. Y otra de 65 euros con centollo, cigalas, langostinos, nécoras, mejillones, almejas y albariño. Productos de sus propios viveros. Y, además, pescados: bacalao a la muselina de ajos tiernos, chipirón a la plancha con ali oli de lima, tartar de salmón, tataki de atún y pescados salvajes de la costa, asados o al horno.

En carnes: solomillo con foie, al strogonoff, chuletón de rubia gallega, entrecot y chuletillas de lechal.

Los arroces son una de las especialidades de la casa, desde la paella de marisco a la de bogavante. No faltan en la carta los entrantes fríos y calientes, ni los postres caseros. Destacan, además, sus menús del día y los de fin de semana, con precios de 15 y 20 euros.

En una reciente visita, y aconsejados por Gorka Ruiz, se degustó un menú con algunas de las especialidades de este Pineda Playa. Primero, y junto a una botella de albariño Mar de Frades, y de aperitivo, se sirvieron unos caracolillos, francamente ricos. Después, cuatro ostras sobre una cuna de hielo y limón, frescas y llenas de sabor, al igual que las navajas a la plancha.

Las cocochas de bacalao son una buena muestra de la cocina de este hotel que abrió sus puertas en los años 50 y que, en la actualidad, presenta un magnífico aspecto, tras una serie de remodelaciones. Sabrosas las cocochas, con una salsa verde muy bien ligada.

Como plato fuerte se sirvió una paella de arroz con marisco (langostinos, almejas, carabineros y cigalitas, principalmente), también de nota sobresaliente. En plena temporada, no falta en el Pineda Playa el bonito del norte. La pieza elegida esta vez fue una ventresca, crujiente por fuera y muy jugosa por dentro, con pimientos asados y ajo.

Un surtido de postres caseros cerró el almuerzo.