La cocina delicada y elegante de Fernándo Llamosas

Las circunstancias en ocasiones obligan a los cocineros a 'moverse' más de lo deseado en busca del mejor contexto donde desarrollar sus propuestas y encontrar la satisfactoria respuesta del cliente. Este es el caso de Fernando Llamosas, un cocinero con talento, brillante y capaz de sorprender, a quien sus inquietudes le han llevado a afrontar diferentes negocios en la última década. Hace unos meses completó su segunda reubicación en Torrelavega y parece que ha encontrado un acomodo estable en un doble negocio ubicado en el centro, en una zona peatonal, donde el cliente puede hacer uso del servicio de cafetería -Sabores- y del restaurante -La Cocina de Llamosas-. Los dos locales están comunicados y la cocina atiende las necesidades de ambos.

Junto con Ana María Fernández Ventisca, que se ocupa de la sala, ha conseguido una puesta en escena agradable. Los más mínimos detalles de decoración están cuidados y el confort está asegurado para poder disfrutar en las mejores condiciones de una cocina de sabores, con productos de mercado y de temporada, pero que no renuncia a un toque de autor, algo que el cliente que conoce personalmente al chef busca y al mismo tiempo espera.

Los cambios quizá no han facilitado que la carta haya evolucionado mucho, pero, sin ser muy larga, la imagen que proyecta es sólida, con platos y especialidades que Fernando tiene bien desarrollados y que son garantía de éxito.

En La Cocina de Llamosas el protocolo comienza con los panes horneados al momento (de maíz y gallego) con su tumaca y aceite de oliva.

Luego hay una interesante relación de raciones que se prestan a participar en un picoteo compartido. Así el cliente puede elegir entre unas anchoas del Cantábrico, el carpaccio de bonito o el de buey, las gyozas crujientes de pollo y verduritas, el tartar de atún rojo con ajo negro, las croquetas cremosas de la casa, las brochetas de langostinos en panko o la ensalada 'capricho' con foie, jamón, aliño de miel y naranja.

Ya metidos en platos principales, destaca el buen manejo que tiene el chef con las mollejas. Las de lechazo las presenta con un huevo poché, salsa teriyaki, un toque de romesco y boletus. Las de ternera, estofadas, con un toque picante (syracha).

Otros platos referentes de la casa es el atún rojo con cebolla caramelizada y crema de coliflor y el calamar con una mahonesa de curry picante, crema de ajo negro y alga wakame. Y no despreciar la posibilidad de saborear los callos de bacalao con papada ibérica y aceite de trufa.

Pero si en una faceta destaca de forma sobresaliente el chef es con los pescados, a los que les da un punto envidiable. Máximo cuidado de la materia prima que llega a la mesa con esmerada presentación y unas guarniciones que están a la altura, sin restar protagonismo al pez.

En carnes, mención especial para el cochinillo con fruta guisada, pero también son recomendables el entrecot y el solomillo.

Finalmente, para el epílogo, tres propuestas dulces, tal cual más cautivadora: chocolate y avellana en texturas, hojaldre con crema de queso y frutos del bosque y tarta de queso.