Conexión Huelva-Sevilla

Juanlu Fernández hace de perfecto anfitrión respondiendo a cada una de las dudas que se puedan tener con maestría –sabe de lo que habla, le gusta y se nota– y la sala funciona de maravilla con un servicio encantador y muy profesional, cercano siempre en su justa medida. Ya desde los aperitivos apunta todo a una elegancia espléndida: la sardina curada sobre una tosta crujiente y ese agua de gazpacho especialmente. Después, fabulosa la terrina de cherna con muchísimo sabor y una cremosidad notable, como un paté de campaña pero de pescado. Refrescante y aromática la versión de la la ensalada de tomate con barriga de atún, el corte de pescado en crudo, un jugo de tomate y algunos tomatitos más para ir cogiendo un poco de todo y de calidad majestuosa tanto la almeja de variedad japónica y origen gallego hecha a la brasa como la navaja que mantenía una textura tersa y un dulzor estupendo. Si hay algunos sitios en los que la gamba es famosa, Cañabota debería ser incluido en esa lista porque la que probé era superlativa, igual que el tartar de gamba blanca, de buen calibre, con caviar que ya se ha convertido en un clásico de la casa y en el que la combinación del dulzor y la grasa de la gamba funciona de maravilla con el punto yodado del caviar. Menos emocionante me pareció la merluza, curada previamente, sobre una crema de puerro y habas aunque el mero será uno de esos bocados que se recuerdan hasta la eternidad por esa capa grasa que se fundía en la boca como un tocino, con un rebozado crujiente en su exterior y nada grasiento. Para terminar, muy buen plato de cigala con jugo de setas y algún champiñón laminado en crudo y un poco más de mero a la brasa junto con un poco de corvina, de cortes diferentes de los animales. Cabe destacar un buen pan acompañado de rico aceite de oliva y también postres a la altura de todo lo demás en los que los protagonistas eran frutas de temporada resultando aromáticos y livianos, sin demasiado azúcar, ideales para terminar una comida copiosa. Mención especial al de cerezas a la brasa con jugo de remolacha y helado de leche que le podía hacer la competencia fácilmente al mítico del Asador Etxebarri.

Finca Alfoliz

Si buscan en Huelva una referencia del todo fiable, la del miércoles en Finca Alfoliz lo es sin duda. Xanty Elías ha dado a luz en la casa que fuera de sus padres un pequeño remanso de paz a pocos minutos de la capital donde ofrece una cocina cercana, directa, con producto bien elegido, brasas presentes y un ambiente encantador. A la tremendamente agradable terraza se suman dos salones interiores además de un privado y también una zona de chill out para poder tomar algo después de comer o cenar. Y la carta es perfecta para compartir de todo un poco terminando con alguna carne de cerdo ibérico bien trabajada, como la presa que disfrutamos. De su huerta propia salen los vegetales como la calabaza, el calabacín o los buenos tomates que se aliñan con unas aceitunas negras y helado de albahaca, y en la línea ibérica para empezar la comida son imprescindibles tanto la ensaladilla como el tartar de jamón con yema de huevo. ¡Qué buenos! También destacable la caballa en escabeche con sus verduritas al dente y el 'mocho' de berenjena frita como si fuera una fregona, sin rastro de grasa. A mejorar, para mi gusto, la cremosidad de las croquetas que sólo haría de jamón pues ganan por goleada a las de choco (que todavía no he conseguido encontrar unas que me enamoren, debo añadir). Con la carne pidan tanto patatas como las verduras a la brasa que llevan un romesco delicioso. Para ir con padres, con hijos, en pareja o con amigos. Un sitio que agrada. Y tendrán la ocasión de poder comprar el libro de reflexiones de Xanty, que merece la pena.