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Los huevos son la súper estrella nutricional. Tienen casi de todo lo que necesitamos para estar sanos y algunos de sus componentes son casi únicos, como la colina, componente para fabricar las moléculas que hacen funcionar a nuestro cerebro, o los antioxidantes zeaxantina y luteína, esenciales para la vista. Además, hoy día se considera que, para la mayor parte de las personas, el consumo de huevos no aumenta su colesterol. Una alimentación saludable recomienda el consumo semanal de huevos cocinados de diversas maneras, sobre todo cocidos.
Pero las propiedades nutricionales de los huevos pueden cambiar radicalmente según cómo los cocinemos. Vamos a considerar cinco recomendaciones muy importantes para sacarles el mayor partido posible a los huevos.
No consumir huevos crudos o poco hechos. En primer lugar, porque los huevos pueden estar contaminados con bacterias como la salmonela y otros microorganismos. Un cocinado deficiente puede dejar vivos a estos agentes y nos pueden ocasionar infecciones gastrointestinales. Si usamos huevos crudos para batidos o mayonesa, lo que así se cocine debe guardarse tapado y en la nevera. Ojo con las 'salmonelillas rusas'; ya saben que hay una reglamentación estricta en restauración, en lo que se refiere a platos que lleven huevo. La segunda razón es que el huevo contiene en la clara una sustancia llamada avidina que es un antinutriente. Se une a la vitamina biotina (B7) e impide su absorción por el intestino y a la larga puede ocasionar graves problemas de salud. La avidina se inactiva al cocinar el huevo. No consumir huevos escalfados en los que el cocinado no haya coagulado la clara.
Conservar de manera correcta los huevos una vez cocinados. No dejarlos sobre la encimera desde por la mañana hasta la hora de prepararlos para comer. Conservarlos dentro de un recipiente hermético y en frío. Evitar su contacto con carne cruda o verduras sin lavar.
No consumir huevos que vengan con alguna grieta en la cascara o estén pasados de caducidad. Pueden contener bacterias en su interior. El huevo es el mejor alimento para los microorganismos y si se contaminan crecen rápidamente. Los huevos no se deben lavar, tienen una cubierta protectora natural que desaparece en el lavado excesivo. Si usamos huevos caseros, que están manchados de heces de gallina, lavarlos cuidadosamente con agua tibia y secarlos con papel absorbente.
Que por supuesto es el aceite de oliva virgen extra (AOVE). Evitar freírlos en aceites vegetales ultra procesados como el de canola, soja o los aceites vegetales sin especificar. Estos aceites son muy sensibles a las temperaturas elevadas y durante la fritura se producen sustancias perjudiciales como las grasas tras y otras.
Quemar la clara al freír, cocer hasta que la yema aparece con un anillo gris verdoso o asarlos al fuego. Muchos de los nutrientes más saludables del huevo como la antioxidante luteína se alteran por el calor excesivo. También en estas condiciones se oxidan las grasas del huevo, incluido el colesterol y se convierten en agentes muy dañinos.
Consuma huevos, pero saque sus mejores cualidades nutricionales.
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