Secciones
Servicios
Destacamos
Nada más apearse del coche, Asier Alonso se enamoró de aquella finca a 500 metros de altitud, de suelo calizo, en la localidad de Castillo Pedroso, en el municipio de Corvera de Toranzo. Atrás quedaban tres años de búsqueda por toda Cantabria de un ... terreno en el que poder desarrollar un proyecto a largo plazo: la plantación de unos viñedos y la elaboración de vinos de calidad. Hoy, la bodega Sel D'aiz produce 15.000 botellas anuales de unos caldos -Yenda- acogidos a la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Vinos de la Costa de Cantabria, que se venden en varias ciudades del país -Valencia, Alicante, Madrid, Barcelona, Toledo, Sevilla, Córdoba...-, además de en Bélgica y Holanda y, en breve, en Canadá y Suecia. Y, también, un espumoso con gran implantación, incluso en Cataluña.
Noticia Relacionada
«Yo trabajaba -relata Asier- en un Centro de Investigación Agraria y siempre me había apasionado el mundo el vino y la viticultura. Por mi trabajo y mi vinculación con Cantabria me enteré de que se estaba recuperando el viñedo en la región. En 2006 nos presentamos en la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del Gobierno cántabro para conocer cuáles eran las condiciones para plantar las viñas. Así que nos animamos y nos pusimos a buscar el terreno idóneo, analizando aspectos como las características del suelo, el clima, la ubicación, el tamaño de las parcelas y, además, un lugar donde poder recibir visitas y desarrollar un proyecto de enoturismo. Durante tres años habíamos visto terrenos en Liendo, Laredo, Carranza, Arredondo, Cabezón de la Sal..., un montón de sitios. Los de la costa eran mucho más caros y otros no tenían las medidas que buscábamos».
En esta finca de Castillo Pedroso, un pueblo con un centenar de vecinos que, en verano, se multiplican por cinco, Asier, junto a su padre Mariano, y su mujer Miriam Pinto, se encontraron con un terreno de cinco hectáreas «de suelo caliza que filtra muy bien y que aporta una salinidad a los vinos muy interesante. A 500 metros sobre el nivel del mar, las viñas están bien ventiladas, hay más insolación durante el día, lo que ayuda a fijar los aromas de la uva, y con una irradiación directa», explica el propietario de la bodega.
Además del terreno, adquirieron una cuadra anexa, construida a mediados del pasado siglo, que pudieron acondicionar en dos años como bodega. En su interior, Mariano acaricia las piedras de las paredes y cuenta la dureza de las obras para trasformar el local. «El hombre que construyó esta cuadra aún vive, con más de 90 años. Cuando comenzamos los trabajos venía a vernos todos los días», afirma el mayor de los Alonso.
En los terrenos de Castillo Pedroso «plantamos en 2009 cinco hectáreas, dos de Albariño, dos de Riesling y una de Godello, uvas todas ellas con sus particularidades. La Riesling se ha adaptado muy bien a Castillo. El Albariño es más tardío y madura más lentamente, pero es muy interesante para trabajar en barrica».
En la cabaña, una vez vaciada y respetada su estructura interior y exterior, se habilitó una zona de recepción de la uva donde se despalilla, se enfría y se prensa. De allí pasa a la sala de elaboración donde están los depósitos. «La bodega -dice Asier Alonso- está pensada para elaborar 70.000 litros, aunque ahora tenemos capacidad para 24.000. Hay diez depósitos de acero inoxidable. Tres de 1.000 litros, uno de 6.000, otro de 8.000, dos de 4.000 y tres de 2.000. Además, tres barricas de 300 y dos de 500, de roble francés, nuevas y usadas».
Asegura Asier que «los comienzos fueron de mucho trabajo, los viticultores en Cantabria estamos en los extremos. Empezamos y seguimos con mucha ilusión, y también con la preocupación por la climatología. Tuvimos que esperar los cuatro años necesarios para que el vino estuviera listo, un largo periodo de tiempo sin ninguna ganancia».
La familia Alonso Pinto augura que la cosecha de este año va a ser muy buena. La primavera y el verano han sido apacibles y las enfermedades no han afectado a las uvas. Hace diez días se vendimió el Godello y ahora, si el tiempo lo permite, se recogerá el Riesling. El Albariño se dejará para la semana siguiente. «En las vendimias -señalan los viticultores de Sel D'aiz- siempre tenemos la ayuda de familiares y amigos, así como otras personas que contratamos. En la bodega somos cinco trabajadores durante el año». Según relata Miriam «la vendimia comienza siempre con las primeras luces del alba y la del sábado pasado terminó a las cinco de la tarde, aunque era sólo una hectárea».
Miriam Pinto piensa que se debería conocer mucho más la viticultura para saber lo que cuesta sacar un vino en nuestra región. Asier, por su parte, afirma que «el vino de Cantabria lleva en el mercado 25 o 30 años, y eso es poco tiempo. Nosotros plantamos las viñas hace diez y somos de los últimos que nos incorporamos y que aún aguantamos».
«Yo creo -dice Alonso- que los vinos de Cantabria tienen un futuro prometedor, pero los viticultores tenemos que trabajar más con las asociaciones de sumilleres, con los especialistas, la administración y los propios consumidores» Y también que «yo no creo que entre los viticultores de Cantabria nos estemos haciendo competencia. Formamos parte de un sector que tiene mucha oferta de vinos de otras zonas y que se consumen mucho más que los nuestros. Por eso tenemos que trabajar en conjunto, movilizar a la gente para lograr ese consumo local, con vinos que acompañen bien a los platos de la gastronomía de Cantabria. Los blancos ya no se sirven sólo con los pescados, en barrica se hacen vinos que van muy bien con la carne. La hostelería, de todas las formas, está apostando por nuestros caldos». Miriam, por su parte, afirma que «de lo que se trata también es de hacer cosas diferentes, de calidad, y muy cuidadas».
Reconoce finalmente este viticultor nacido en Bilbao, amante de Castillo Pedroso, que hay que estar un poco 'loco' para hacer vino. «Se trata de un proyecto largo. Tenemos que hacernos una marca, darnos a conocer, salir al mercado... Todo esto requiere mucho esfuerzo y en un sector muy competitivo». Aunque eso sí, a los Alonso-Pinto les sobra pasión por los vinos.
Los vinos que se elaboran en Sel D'aiz se comercializan con el nombre de Yenda, el que llevaban las variedades de uva blanca de Cantabria. Actualmente, Asier y Miriam hacen cinco tipos distintos de blanco con la denominación Indicación Geográfica Protegida: Riesling (Premio Optimum 2016), Albariño Godello (2014), Albariño Barrica (2018), Riesling Barrica (2019) y Spicata. La producción anual está entre 12.000 y 15.000 botellas, y el objetivo es llegar a 25.000.
En la Navidad de 2017, Sel D'aiz lanzó al mercado un espumoso denominado 'Maldita la hora' de la cosecha 2015 y con 24 meses en bodega. Toda su elaboración, con uva Riesling, es manual, desde el degüelle al estuchado. Sel Dáiz inicio en 2014 un proyecto novedoso, en Málaga. Ese año se empezó a recuperar una variedad de uva, el moscatel de Alejandría, a punto de desaparecer por culpa de la construcción. «Manilva es un pueblo muy turístico de la Costa del Sol y allí se estaban destruyendo los viñedos para levantar viviendas.Pues con esta variedad hacemos moscatel seco y dulce (Kalma) que, este 2019, saldrá ya con la Denominación de Origen Protegida (DOP), Sierra de Málaga.
En Cantabria, los Yenda y el espumoso se pueden encontrar en tiendas especializadas y gourmet, y en hostelería, principalmente.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.