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Ganaderas, pescadoras, mariscadoras, queseras, viticultoras, agricultoras, panaderas, pasteleras, productoras, cocineras, camareras, sumilleres, baristas, investigadoras, docentes, estudiantes de hostelería, empresarias... Estas profesiones forman parte de sectores como la gastronomía, la restauración o el mundo agrario y rural. Muchas de ellas están intrísecamente unidas a la mujer pero otras no tanto.
La suma de sus testimonios demuestra que no son una excepción y que todas han asumido con acierto, capacidad y formación sus funciones. Que rompen con los tópicos y estereotipos para dar valor a su talento, sin despreciar en ningún caso el de los hombres. Ideologías aparte, «una igualdad real no necesita de un 8M», apunta Marta Roiz, quesera.
En la sombra durante décadas sin el reconocimiento social, económico y laboral del que hoy gozan, son muchas las mujeres que dan un paso al frente para sacar adelante proyectos agroalimentarios, dirigir cocinas o llevar la batuta en la sala de un restaurante. Con el título de bióloga y el master de investigacion en ingenieria de biosistemas en la mano, Lucía Ortiz –representa a la quinta generación de ganaderos– tomó la decisión de seguir los pasos de su familia y apostó por la ganadería, pero no porque no encontrara trabajo como bióloga. «Se lo que son los estereotipos porque los he vivido pero soy todoterreno». A sus 31 años, ganadera desde los 23, Lucía no concibe el mundo agro sin mujeres: «Mi abuela trabajó tanto o más que mi abuelo».
Precisamente ellas han demostrado ser una mano de obra «flexible, adaptativa y activa compatibilizando trabajos en la explotación familiar y simultáneamente siendo asalariadas en otros sectores de actividad, lo que ha hecho posible la continuidad de la empresa familiar agraria», recuerda Paloma Fernández, tecnóloga de la Oficina Agroalimentaria de CEOE-Cepyme: «Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la estabilidad y en el desarrollo del mundo rural».
Queda claro que la mujer sigue siendo esencial, y también en la fijación del medio rural, tal y como reflejan los datos que publicó en 2020 el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación: cien mil mujeres necesitan incorporarse antes de 2025 a las profesiones agrarias y al mundo rural para que España sea sostenible.
La mitad de la población activa en hostelería es femenina. Hay más mujeres que hombres, sí, pero sigue llamando la atención que pocas lleguen a lo más alto. ¿La conciliación y la invisibilidad siguen siendo obstáculos insalvables? ¿Es una cuestión de género, de habilidades o una elección personal?
La pasada semana la Guía Repsol, dirigida por una mujer, María Ritter, hizo públicas sus nuevas calificaciones en el transcurso de una gala en la que se sirvió un menú hecho, exclusivamente, por 11 mujeres. Paradójicamente, de los 43 restaurantes con tres soles, la máxima valoración, solo tres tienen chefs mujeres. Precisamente Ritter, atribuye el papel minoritario de la mujer en la alta gastronomía a «patrones y modelos culturales y socioeconómico antiguos».
Recientemente, Antonio Cancela, el mayor estudioso y conocedor de la historia de la Guía Michelin en el mundo, además de experto en gastronomía, ha reflejado que, en la publicación de este 2023, tan solo 26 restaurantes –de los 250 que tienen estrellas Michelin– están liderados por una cocinera chef. El 10%. Un porcentaje que pone de manifiesto que la cocina de primera división sigue siendo cosa de hombres a pesar de que mujeres como las que hoy ilustran estas páginas están a la altura.
Cristina Fernández, jefa de cocina en el restaurante Solana (una estrella Michelín), coincide con que «está más reconocida la labor del del hombre como cocinero» aunque cada vez «es más notable el numero de mujeres con puestos de relevancia». Que se predisponga a mujeres y hombres para ser y hacer cosas diferentes es responsabilidad de los estereotipos aunque, como apunta Alba Fernández, jefa de sala y copropietaria del restaurante Casa Cirana, «aunque todavía tengamos que intentar convencer de nuestras aptitudes y nuestra valía, hay una actitud diferente de las mujeres ante los roles de género».
El trabajo remunerado ha sido, y sigue siendo una vía de autonomía y realización personal. María Luisa Lastra, del Restaurante Joseín, sostiene que la gastronomía es un «buen camino» para la emancipación. En su caso, «tener una profesión e independencia económica me permitió realizarme como mujer».
Lograr una mayor representatividad y protagonismo sigue evidenciándose como el principal reto dentro de los sectores agroalimentario, gastronómico, de hostelería y restauración. Colectivos de mujeres que no se dan por vencidas, que se escuchan, se apoyan y se respaldan para seguir apuntalando lo que son, un pilar fundamental y necesario para el desarrollo presente y futuro. «Porque todos los días nos toca dar el 100%», añade la viticultora Edurne Sánchez, «y si se puede, un poco más». Admira cada día el espíritu de superación que tiene su madre: «Es lo que verdaderamente me inspira».
En conclusión, todas estas profesiones se están democratizando y el papel de la mujer se está poniendo a la altura. Sin necesidad de llamarlo feminismo en muchos casos, hablan simplemente de igualdad de oportunidades.
1. ¿Se puede hablar de desarrollo rural, de gastronomía o restauración sin mujeres?
2. ¿Sigue habiendo estereotipos?
3. ¿Qué mensaje trasladan con motivo del 8M?
«Nunca he trabajado en un equipo donde no hubiera mujeres y aunque por desgracia todavía tenemos que demostrar nuestras aptitudes y valía, creo que hay una actitud diferente de las mujeres ante estas situaciones de desigualdad».
«La mujer es una figura necesaria. Allá por donde pasa deja su impronta. Para ir eliminando tópicos, alguno de ellos pasa por alcanzar también, en el mundo de la gastronomía o en el sector agro, la conciliación familiar».
«El hombre se ha hecho más visible en las cocinas pero éstas han estado siempre sustentadas por grandes mujeres. Los tópicos nos han hecho creer que el hombre es más profesional, el que maneja las nuevas técnicas y por eso está en la élite».
«Me gusta ser independiente económicamente. Si esto es ser feminista, sí, lo soy. En ganadería siempre se profesionalizó al hombre pero la mujer trabajó igual o más. Soy bióloga, tengo un máster y renuncié al doctorado por ser ganadera».
«Cada día hay más mujeres en el mercado laboral panadero, pero muy pocas nos enamoramos de esta profesión pero cuando trabajas en lo que te apasiona, sientes una gran satisfacción personal que se convierte en uno de los motores de tu vida».
«Solo un 10% de restaurantes con estrella Michelín estan dirigidos por mujeres... Con esto no quiero decir que tengamos que tener más poder que ellos pero sí las mismas posibilidades. En mi equipo hay mucha mujer, y todas bien valoradas».
«El mundo rural nos necesita a ambos pero quisiera resaltar que las mujeres rurales están dejando de desempeñar roles complementarios para ejercer papeles principales, por ejemplo a la hora de dar valor añadido a productos agrarios»
«La mayor parte de los negocios de hostelería nacieron de una mujer trabajando en los fogones, atendiendo a los clientes y conciliando vida laboral y familiar. Ahora, es el sector con más trabajadoras y empresarias».
«Aunque todavía quedan personas aferradas a los viejos tópicos, cada vez existen menos estereotipos. Sin embargo, a día de hoy, todavía muchas mujeres tienen que esforzarse el doble para ser tomadas en serio en sus profesiones».
«Como mujer empresaria y dedicada al sector de la hostelería no veo diferencias entre hombres y mujeres. Para mí, el talento no tiene género, lo importante es ser buenas personas y grandes profesionales».
«Este sigue siendo un mundo difícil para las mujeres, donde, por desgracia, hay muchos tópicos. Si bien cada vez somos más, no son tantas las mujeres que ocupan puestos de poder o toman decisiones en los negocios».
«Por suerte, hemos avanzado mucho en los últimos años. En muchas cocinas hay mujeres, tanto en restaurantes tradicionales como en los más vanguardistas. Además, creo que se reconoce igualmente el trabajo seas hombre o mujer».
«El papel de la mujer en este sector es fundamental y se ha tardado mucho en reconocer su labor. No somos un colectivo invisible pero siempre se ha valorado mucho más el trabajo de los hombres, tanto en cocina como en sala».
«En un día como el 8M no podemos olvidarnos de las mujeres que, con muy pocos medios y mucho trabajo y esfuerzo, nos han allanado el camino y nos han servido de ejemplo. Debemos construir pensando que lo importante es la persona».
«La paradoja de la mujer en sala es interesante. No creo que haya obstáculos para conseguir trabajo pero muy pocas progresan a puestos de responsabilidad. Las pocas mâitres en restaurantes de alto nivel, lo son porque gestionan sus propios proyectos».
«Las mujeres han tenido y tienen un enorme papel dentro del sector conservero cántabro, abuelas madres e hijas han trabajado en conserveras; pero el hombre también, son quienes faenan y son esenciales para que el engranaje funcione».
«Para superar las barreras de género hace falta que las mujeres nos empoderemos y nos creamos lo que valemos. A veces pensamos que somos incapaces de conciliar vida laboral y familiar, pero somos muchas las que lo hacemos cada día».
«No podemos hablar de superar barreras y reducirlo a una sala o una cocina. Esto es algo que necesita una educación desde la cuna. Todavía a día de hoy vienen proveedores nuevos y preguntan por el jefe de cocina o clientes que después de comer felicitan al único hombre que hay en cocina... No asimilan que una mujer sea la jefa».
«En la hostelería el papel que ha ocupado y ocupa la mujer es de incalculable valor, sin embargo, solo el 10% de los puestos de dirección en restaurante lo ocupan mujeres. Falta ponerlo en valor y dar más visibilidad a los referentes femeninos. También queda mucho por hacer en cuanto a conciliación y combinación de horarios».
«Entre el género femenino y el pueblo aún hay un desequilibrio, las jóvenes que se marchan a estudiar a la ciudad no vuelven, lo que contribuye al envejecimiento y masculinización del medio rural. Las mujeres ayudamos a frenar el despoblamiento, mi enhorabuena a las mujeres valientes que apuestan por el territorio».
«Independientemente de que aún quedan muchas cosas por hacer para superar las barreras de género, creo que a veces nosotras mismas nos ponemos obstáculos al infravalorarnos frente a otros compañeros y es un gran error. La mejora medida es confiar en nosotras y demostrar lo que somos capaces de conseguir».
«En mi corto recorrido no he encontrado ningún obstáculo por ser mujer. Sí es verdad que en generaciones anteriores hay muchos más hombres en el gremio pero, por ejemplo en mi clase somos quince chicas por tres varones. Creo que hoy no tenemos esos obstáculos sino que cada uno arma su camino con esfuerzo».
«Al hombre se le reconoce el doble que a las mujeres. Entre las mujeres, quitando a cuatro, nadie se acuerda de ellas, sobre todo en el medio rural, cuando han sido infinitamente trabajadoras. Es imposible pensar en la hostelería sin nosotras, somos la mitad del gremio».
«Los principales obstáculos a los que nos enfrentamos son la falta de horas y días en la semana, siempre hemos abarcado más responsabilidades que los hombres en el hogar y también queremos tiempo para nosotras».
«En este sector sigue habiendo aún muchos tópicos y estereotipos aunque también es cierto, por suerte, que cada vez menos. En mi experiencia sí siento que se ha reconocido mi trabajo, llevo toda la vida en esto y sola y creo que se me ha valorado».
«Actualmente, gracias al esfuerzo y la lucha de miles de personas podemos ejercer nuestra actividad libremente y casi con las mismas oportunidades, aunque la maternidad sigue siendo nuestro talón de Aquiles para acceder a puestos de mando».
«Es necesario seguir trabajando en políticas de igualdad, fomento del emprendimiento femenino y educación de nuestros jóvenes para revertir esta situación. No es imposible y se han hecho avances, pero aún queda mucho por hacer».
«Partiendo de una preparación y profesionalidad creo que no existe ningún obstáculo. El talento, el esfuerzo y la calidad son las cualidades que deben primar. Todas ellas son una carrera de fondo en la que no cuenta el género».
«No somos invisibles. Detrás de cada cocinero y técnica hay sabiduría culinaria de una mujer. Puede que una mujer en la cocina no sea tan mediática hoy en día pero es igual de valiosa y creo que ya se está reconociendo su papel en la gastronomía».
«Encuentro muchos más estereotipos por ser mujer a nivel personal que profesional, especialmente en las exigencias sociales y educacionales con respecto a nuestros hijos. La tarea más dura nos toca en cómo conciliar».
«Los obstáculos que teníamos en panadería eran por tema de fuerza, pero ya se ha superado con la tecnología. En general, debemos sentirnos orgullosas de los avances logrados y seguir luchando por ser reconocidas por nuestro esfuerzo y talento».
«El sector agroalimentario tiene razones sólidas para seguir siendo un pilar importante de nuestra economía y es en la transmisión de sus valores donde la mujer, sostén tradicional especialmente en los Valles Pasiegos, juega un papel insustituible».
«En el mundo del vino y la enología, la mujer cada día gana más peso gracias al trabajo de grandes profesionales al frente de importantes bodegas y de enólogas con sus interesantes vinos. Pero en destilados, todavía queda mucho por hacer».
«Considero que en el sector de la hostelería existen todavía bastantes tópicos y estereotipos. No obstante, desde mi experiencia personal en este gremio, no me he encontrado ningún obstáculo por el hecho de ser mujer».
«Hoy en día el sector está representado por una gran cantidad de mujeres presentes en todos los ámbitos. Desde grandes chef hasta cocineras, barman, sommeliers, jefas de sala... Muchas, además ocupando cargos en primera línea».
«Todavía hay que concienciarse en considerar la igualdad entre individuos. Es esencial dar más visibilidad a las mujeres enólogas que están detrás de proyectos increíbles y exitosos para que sirvan como ejemplo».
«Aunque en mi caso particular creo que sí tengo reconocimiento por la constancia en mi trabajo, en general no tienen la misma consideración hombres y mujeres y a la hora de realizar algunos trabajos, a igual valía, se advierten las diferencias».
«Dentro de la hostelería se empiezan a oír nombres de mujeres en puestos destacados, algo impensable en los 80, aunque siempre hayan estado ahí. Creo que el mensaje es que nos queda mucho camino por delante, pero ya lo hemos empezado a andar».
«Es verdad que en la hostelería aún hay muchos estereotipos y predomina la figura del hombre en las cocinas y en la sala, pero esto es algo que está cambiando. Por ejemplo, en la Gala Repsol la cena nos la han dado once mujeres son Soles».
«Deberíamos pensar en las mujeres rurales como agentes estratégicos de cambio, las iniciativas que promueven suelen tener un importante carácter innovador, lo que representa una oportunidad para alcanzar el desarrollo sostenible».
«El sector de la gastronomía y la restauración siempre ha sido copado por hombres, las mujeres siempre pasábamos a un segundo plano. Sin embargo, de unos años para acá, ya empezamos a ser reconocidas dentro del mismo».
«La agricultura es democrática. Cada uno desempeña el papel para el que está más capacitado. Cada vez más mujeres se acercan a lo rural como un modo de conciliar su actividad profesional, personal y familiar».
«Sin mujeres muchos negocios no hubieran salido adelante y afortunadamente hoy día no se contrata a nadie por su género. Este es un sector muy bonito y merece la pena unirse a él porque se ha hecho un hueco importante en la sociedad».
«Las mujeres de los marineros han sido pioneras en un sector en el que los hombres nunca han estado vetados. En nuestra fábrica, siempre hemos apostado por personas polivalentes, independientemente del género».
«El apoyo a proyectos desarrollados en el campo y liderados por mujeres es la garantía para que el medio rural siga vivo. Es necesario agilizar la burocracia, asesorar correctamente y mejorar las infraestructuras y la digitalización».
«Hay que seguir en la búsqueda de la igualdad y hablar de coexistencia en un mundo donde la mujer y el hombre tengamos los mismos derechos, las mismas oportunidades. Hay muchas mujeres muy válidas para ejercer puestos de liderazgo».
«Mi madre y mi abuela fueron ganaderas pero yo preferí atender el restaurante por decisión personal. Pienso que hombres y mujeres podemos hacer ambas cosas, sin tópicos ni estereotipos. Si se quiere, se puede».
«No veo la hostelería sin mujeres, pero tampoco la veo sin hombres. Es cuestión de no mirarnos como rivales, sino de complementarnos. Cada uno tenemos que asumir nuestra función y cumplir con nuestras obligaciones».
«Somos imprescindibles en un sector tradicionalmente masculino. La mayoría de los nuevos proyectos en Cantabria están siendo presentados por mujeres a título individual o colectivo y afortunadamente cada vez hay menos estereotipos».
«Detrás de todo cocinero reconocido hay una madre y una abuela a las que estar agradecido, por eso siempre se nos ha relacionado con la cocina del hogar. El talento no tiene género pero es necesario flexibilizar nuestros horarios».
Talento Las mujeres dan un paso al frente en una sociedad que avanza hacia la equidad y empieza a valorarlas como profesionales
Por Saray Ceballos y Patricia Delgado
El talento no tiene género». Las profesionales del sector afirman convencidas que este es un gremio que no se concibe sin la mujer, sin ese talento al que hace referencia Belén Morquillas (El Pasaje de los Nobles), porque han liderado las cocinas y el servicio antes que nadie. Sin embargo, el femenino siempre ha sido un papel de secundario, mientras los hombres se llevaban los reconocimientos.
Para convertir este lema en realidad es imprescindible una evolución social, dejar atrás «el aura de machismo que hay en cuanto a cargos de responsabilidad y los automatismos heredados», cita Berta Rueda (Trattoria Garbo), los cuales nos llevan a pensar que «él es dueño y ella la empleada» o impulsan a un cliente a «felicitar al único hombre que hay en la cocina porque no piensa que manda una mujer», como cuenta también Rafaela Pierobon (Ciclo).
Es cierto, aseguran todas estas profesionales, que los estereotipos van quedando atrás, porque estamos en una sociedad en transición que se dirige hacia un modelo igualitario que surge en el momento en que las mujeres empiezan a incorporarse al mercado laboral de forma habitual. Pero ya es tiempo de que este proceso de cambio se termine de materializar. Y para ello, llaman a la visibilización y la educación.
Es necesario «poner en valor a los referentes femeninos», expone Marián Martínez (Cenador de Amós), ya que es el camino para normalizar la presencia femenina en el sector, inspirar a las nuevas generaciones y animar a que haya más emprendedoras y líderes.
Al mismo tiempo, es imprescindible que el acceso a los puestos de responsabilidad deje de ser algo anecdótico y en esto tiene mucho que ver, todavía, el rol de la mujer dentro del hogar. «La maternidad sigue siendo el talón de Aquiles para llegar a puestos de gerencia», apunta Karen Quiroga (El Dromedario), algo que es consecuencia directa de que la conciliación, en muchos casos, sigue siendo un problema femenino y no una cuestión familiar.
En definitiva, hay que hacer visible a la mujer. Un punto especialmente relevante si centramos el debate en el ámbito rural, «donde estamos olvidadas» afirma Pilar Navarro (Casa Navarro).
Al respecto, añade Silvia Camafreita (Ecocordero Chencho Polaciones), «creo que hay un desequilibrio entre el género femenino y el pueblo, las jóvenes se marchan a estudiar y no vuelven, lo que contribuye a la masculinización del medio rural».
Junto a todo ello, hay que «poner especial atención en la educación y la formación», argumenta Bárbara Gutiérrez (AEHC), porque al final, todos estas barreras son el reflejo de una forma de pensar cuyo cambio tiene que estar en los cimientos de la sociedad.
Una educación que debe trabajar también la confianza y autoestima femeninas, ya que muchas profesionales advierten que falta que la mujer crea en sí misma, en su potencial, y no «se haga pequeña por pensar en el síndrome de la impostora», apunta Cecilia Pérez (Ronquillo). Todo ello quizás tenga mucho que ver con el hecho de que ellas siempre han tenido que trabajar más su «credibilidad, esforzándose el doble para ser tomadas en serio», comenta Cecilia Gómez (Sidra Somarroza).
Por suerte, muchas profesionales han alzado la voz y siguen haciéndolo para que en estos sectores donde tradicionalmente han vivido en silencio se instale el cambio. Gracias a su esfuerzo, superación, capacitación y trabajo, hoy ellas mismas perciben con menos intensidad los obstáculos, signo de que algo está cambiando. Buen ejemplo de ello son las recientes ediciones de Chef&Maitre Cantabria, donde «la participación femenina fue amplia y se llevaron numerosos galardones», apunta Mónica Calderón (La Pradera).
Y es que «vivimos en una sociedad que está más cerca de la equidad de lo que nunca estuvo, pero aún caben mejoras y por eso es bueno mantener cierto espíritu reivindicativo y aprovechar fechas señaladas como esta para incidir en los aspectos a mejorar», concluye Mª Ángeles Sainz (Sobaos Joselín).
Ahora que la sociedad es consciente de la labor tan esencial del sector agro, tan necesario a su vez para que los restaurantes luzcan el producto local en sus mesas, hay que seguir visibilizando el importante papel que juegan las mujeres en todo lo relativo a la alimentación. La mayoría de las voces coinciden en que es el colectivo femenino se ha encargado asiduamente de la cocina del hogar, de salvaguardar las recetas familiares y, en definitiva, de administrar la economía doméstica. Poner en relieve el empuje y la valentía de todas ellas es necesario, valorando el trabajo de quienes nutren las despensas, pero también de quienes gestionan los negocios. «La mujer ha regentado tabernas y casas de comidas, además iba al mercado, cocinaba y servía en casa», comenta Lourdes Díaz, profesora del IES Peñacastillo, siendo, además, «pioneras en la implantación de casas y hoteles rurales como alternativa al turismo, en la transformación artesanal de productos agroalimentarios y actividades económicas, fundamentalmente transformación y comercialización», añade Paloma Fernández, de la oficina agroalimentaria de CEOE Cepyme. En lo relativo al sector agroganadero, «hasta hace medio siglo las granjas estaban encabezas por mujeres», afirma la agricultora Eva Sañudo. «Eran modelos más diversificados y sostenibles» porque se sacaba dinero de las distintas actividades de la granja. Poco a poco estas empezaron a ser lideradas por los hombres, «quizá por el estereotipo de que las mujeres no manejan máquinas, cosa que es totalmente incierta», asegura. «Hoy confío en que el modelo matriarcal de ganadería y agricultura que teníamos sea la clave para mantener y resurgir la ganadería y la agricultura en nuestra región».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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