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Ser ganadero 'de leche' tradicionalmente ha sido muy sacrificado. Generaciones atrás, no había días libres, ni fines de semana, ni vacaciones. Madrugar era un verbo que se conjugaba a diario. Con el paso de los años, la mecanización de determinadas tareas en las granjas han ... contribuido a mejorar las condiciones de trabajo de los ganaderos, pero sin que ello signifique que se hayan perdido conceptos como esfuerzo, dedicación, sacrificio o vocación. Y también se sigue madrugando...
Son las 7.30 horas y José Ángel Pereda (1975) llega a la Ganadería Benera, en Oruña de Piélagos. Mantiene la tradición en una familia de ganaderos: «Desde pequeño siempre me han gustado mucho las vacas de leche. Como cualquier niño que se ha criado en una granja, realizaba todo tipo de actividades que veía a mis padres y que para mí eran como un juego. Mi vocación e ilusión hicieron que en 1993 se produjese el relevo generacional y es cuando podemos considerar que oficialmente comienza la cuarta generación».
150 animales
hay en Benera, de los cuales 65 son vacas de leche
Benera es una de las 878 (dato de junio) ganaderías que entregan leche en Cantabria, un cifra que no sostiene comparación con las más de diez mil explotaciones que en la región producían leche hace pocas décadas. Benera es un buen ejemplo dentro de un sector de producción láctea que lucha por sobrevivir, ser rentable y al tiempo sostenible.
Con algo más de 150 animales, en Benera hay tareas que realizar desde primera hora de la mañana hasta última hora de la tarde. AJosé Ángel, que también tiene la responsabilidad de ser presidente de AgroCantabria, la principal cooperativa del sector en la región, le ayudan en el día a día su sobrino, Javier Gutiérrez Pereda, un joven de 19 años que está formándose en el Granja Escuela de Heras y que tiene vocación e ilusión para convertirse en la quinta generación de Benera, y Juanma Santander, un empleado, también muy joven y en fase de formación en el mismo centro educativo, y al que le apasiona el remo –integrante de la trainera de Astillero–.
A las 7.30 horas lo primero que se realiza es revisar el robot de ordeño, comprobar si ha habido alguna incidencia para resolverla de inmediato. El siguiente paso es dar de comer a los animales. Las pequeñas 'terneritas' reciben en fase de lactancia se escalostran la primera toma con sonda esofágica y después cinco tomas más con biberón, pasando posteriormente a una leche artificial de 60%, consiguiendo con ello buenos desarrollos en esta primera fase de vida.
40 litros al día
puede dar una vaca
La ración de vacas secas y novillas a partir del año está compuesta por una mezcla de paja de cereales y silo de ray-grass, más un concentrado. Las terneras desde el destete hasta el año se alimentan de avena y un pienso específico para esa edad.
Para las vacas de leche se pone en marcha un robot que les acerca a los pesebres el alimento, compuesto básicamente por silo de maíz de producción propia, silo de hierba de la zona, alfalfa deshidratada, paja de trigo y un concentrado suministrado por AgroCantabria a base de maíz, cebada, soja, colza y correctores vitamínicos. La acertada elección en la proporción de cada ingrediente va a resultar clave para que las vacas den rendimientos óptimos.
La siguiente tarea se llama 'limpieza'. La vaca es un animal de rutinas: come, bebe, descansa sobre arena fina, se ordeña y hace sus necesidades. Esos excremento que tienen un olor característico y que tanto aterran a las visitas de 'urbanitas' deben ser retirados y almacenados, ya que en momentos determinados del año se aprovecharán para abonar las fincas propias o de otros ganaderos de carne. Ahora, tras la subida de precios de los abonos químicos, esta materia orgánica de «producción propia» es más apreciada que nunca.
En torno a las 10.30-11 horas llega el momento de abordar otras tareas, especialmente trabajos de campo, sembrar o recolectar, dar tratamientos, limpiezas a fondo de alguna instalación, mantenimiento de maquinaria o de los inmuebles... Siempre hay tarea en la granja y en las fincas... Benera gestiona tierras propias o cedidas tanto en Oruña como en la zona del alto de San Mateo. En total son 45 hectáreas, de las cuales 33 están plantadas de maíz, otras cinco son praderas artificiales y el resto praderas naturales que se usan para el pasto de novillas en primavera-verano.
2,8 partos
de mediA por vaca
«Los animales donde mejor están es en la calle, es donde hay menos accidentes. Con comida, aunque haga frío, no hay problema; lo peor es cuando hay cellisca», señala el ganadero. Recuerda José Ángel Pereda que no hay que olvidar que detrás del trabajo físico también hay un imprescindible trabajo de oficina. Los robots de ordeño trasladan toda la información a terminales informáticas en las que hay que vigilar los datos por si éstos revelasen alguna anomalía en el caso de algún animal.
Cada vaca de leche lleva un collar con un número identificativo asociado a su ficha técnica y genética. El chip del collar permite obtener información cada vez que el animal pasa por el robot de ordeño sobre lo que come, el tiempo que rumia o está inactivo, los celos...
En torno a las dos de la tarde se hace un alto en el camino para ir a almorzar. La tarde quizá es un poco más tranquila, porque a los animales grandes la alimentación se les suministra para 24 horas. En los pequeños hay que repetir el proceso de la mañana. También es preciso volver a revisar el robot de ordeño por si se ha producido alguna incidencia que requiera intervenir.
También forma parte del trabajo en la granja atender a las visitas, amigos, familiares y otros ganaderos o técnicos interesados en conocer algún aspecto de la explotación. Y recuerda José Ángel lo importante que es dedicar un tiempo a leer, «para estar al día de las novedades en el sector. No te puedes quedar atrás, siempre hay aspectos en los que seguir aprendiendo. La formación tanto para los jóvenes como para los que ya tenemos algo de experiencia siempre es un aspecto que hay que cuidar la máximo». Depende cómo se haya dado la jornada, si ha habido que atender a algún parto o acompañar al veterinario en las tareas de inseminación artificial, se pueden apagar las luces en torno a las 20.30 horas.
La inseminación artificial está implantada en todas las explotaciones de este tipo. Para las vacas buenas se emplea semen sexado, de tal manera que se asegura el nacimiento de una hembra. Es más caro, pero evita tener que comprar animales para reponer. Cuando el cruce es industrial, no sexado, con azul belga o angus, la mitad son teneros (machos) que son vendidos a cebaderos de Zaragoza o Lérida.
Benera cuenta desde el año 2000 con una nueva nave que da cabida a 65 vacas de leche. En 2022, a esta nave se le dotó de un robot de ordeño que facilita el trabajo diario. Además, esta ganadería cuenta con una zona de recría para las novillas en edad de inseminación; con praos donde las vacas preñadas están desde mediados de marzo a mediados de octubre; con los establos antiguos donde hay otros lotes de novillas; con una zona para las terneras recién nacidas.
Un dato que hace singular a Benera es que se trata de la primera ganadería en Cantabria que se dotó de una estabulación libre, a finales de los años setenta. Fue Nicanor Pereda, el padre de José Ángel, quien decidió dejar la parda alpina y meter frisonas. En 1979 fue elegido primer presidente de AFCA (Asociación Frisona de Cantabria ) y fruto de sus inquietudes por dar pasos adelante en el manejo de la frisona, viajó a Holanda con las agencias de desarrollo ganadero. Vio este modelo, que permite a las vacas moverse libremente por la estabulación, y lo replicó en su explotación de Oruña de Piélagos.
Un 3 de marzo de 1988, cuando José Ángel Pereda apenas tenía 13 años, su padre, José Nicanor Pereda Hondal, perdió la vida en un trágico accidente ferroviario en Valladolid con 38 años. Como presidente de AFCA regresaba de Madrid de una reunión de la asociación nacional frisona. «Se hizo cargo de la ganadería mi tío materno, Gelín, que junto con mi madre sacaron adelante Benera, hasta que yo mi hice cargo de la misma en 1993. Aunque la vida nos dejó poquitos años para estar juntos, pasé mucho tiempo a su lado y guardo recuerdos imborrables. Como podéis suponer, fue una situación muy difícil de superar, pero mirando al futuro y junto a la gente de mi entorno, que me ha arropado y apoyado en todo momento, se aprende a vivir con ello», recuerda José Ángel. También tiene palabras de agradecimiento para su hermana y para su tío José Luis, «del cual he aprendido mucho de lo que hoy sé de este sector».
Antes de hacerse cargo de la granja, cursó estudios de formación profesional en la rama de producción agropecuaria en Cabezón de la Sal y en Heras.
3 años
está una vaca en producción láctea y cinco de vida
Y, siguiendo los pasos de su progenitor, ha dedicado una gran parte de su tiempo al movimiento asociativo. «Este sector está sufriendo una fuerte reconversión y en regiones como en la que nos encontramos la producción de leche y de carne solo pueden ser viables si entre todos somos capaces de crear proyecto cooperativos sólidos y cada vez con más dimensión».
Primero se integró en el consejo rector de la cooperativa lechera SAM. También forma parte de AFCA;Benera es el segundo socio más antiguo de esta asociación frisona. Y, desde la fundación de AgroCantabria en 2007, tiene puestos de responsabilidad en la cooperativa, que preside desde hace 12 años y en la cual recientemente ha sido reelegido para otro periodo de cuatro años.
Hasta donde la memoria alcanza, o quizá, mejor dicho, hasta donde certifica el premio más antiguo que se conserva en casa, la Ganadería Benera ya destacaba en el año 1922, cuando recibió un premio en la Feria del Campo. Desde entonces hasta ahora, además de ser una superviviente –junto a la antigua y hoy poco transitada Nacional 611–, es una referencia en la comarca;los premios recibidos en numerosos concursos por ejemplares sobresalientes avalan su trayectoria.
85 partos al año
en Benera: 30 hembras y 55 terneros
Recuerda José Ángel como entre Torrelavega y Santander «tristemente se reducido considerablemente las ganaderías de leche por la presión urbanística y la construcción de viviendas unifamiliares. El 'boom' de la construcción provocó que muchos ganaderos vendiesen sus fincas y abandonaran la producción de leche, en algunos casos sustituyendo las frisonas por ganado de carne. En los 80, en Oruña estaba la quesería Los Campesinos, que hacía queso de nata. Le abastecían unos 150 ganaderos de la zona. De esos actualmente quedamos siete u ocho. También recogían leche Nestlé, SAMy Collantes; solo quedan dos fábricas». Un triste panorama.
Javier Gutiérrez Pereda (18 años), sobrino de José Ángel, tiene la misma ilusión que él recuerda que tuvo. Aunque se está formando en la Granja de Heras, ayuda con regularidad a su tío para quien es motivador que haya en Benera ese relevo generacional que tanto se echa en falta en el sector. No es fácil encontrar trabajadores para este tipo de explotaciones, que cierto es que puede llevar una sola persona, pero sin manos que le ayuden y den relevo, se volvería al sacrificado y casi esclavo trabajo del ganadero de hace décadas.
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