Divertida y creativa, así es la cocina de Rodrigo Osorio en Labrava de Somo

El producto es para Rodrigo Osorio (Medellín, 1988), jefe de cocina del restaurante más intrépido de Somo, Labrava, «cocinar con libertad». La identidad «sabe a producto de cercanía y vanguardia, me inspiro en nuestras raíces y aporto lo aprendido a lo largo de diferentes experiencias, siempre de una manera divertida y creativa».

Formado con el desaparecido Nacho Basurto, a quien cariñosamente llama «mi maestro»; con Eduardo Quintana, en La Bicicleta de Hoznayo; o con Chele González, en el I+D Gallery by Chele de Manila, con quien ha estado algo más de dos años en Filipinas, Osorio afirma sentir la «madurez que le ha aportado viajar y conocer otras culturas» para impulsar y liderar desde la cocina un proyecto del Grupo Irons que ha confiado en el chef cántabro de origen colombiano para introducirse en este concepto gastronómico tan de moda.

Con este ya son seis, dos en Santander y cuatro en Somo, los establecimientos de un grupo hostelero que nació en 2016 de la mano de su primogénito, el Irons Grill Burger. Ahora, sin más pretensiones que hacer una cocina para disfrutar «sin límites», la carta de Labrava apuesta por el producto de proximidad. «Nos gusta jugar con los elementos para ofrecer una cocina actualizada, en definitiva platos con productos de aquí y sabores de allí».

El local donde se descubre la terraza más brava de Somo, cumple todas las expectativas. Empezando por lo visual: un local con grandes ventanales, muy luminoso, con una barra elegante y una cocina vista. La decoración y el mobiliario es actual y cuidado, con especial protagonismo de la madera y el hormigón visto.

Un conjunto a la altura de la propuesta gastronómica que ofrecen. Abren desde primera hora para con desayunos –tostas, tortillas, yogur eco de Granja La Sierra con frutas– y buen café Dromedario, y no cierran, salvo la cocina entre las 16.00 y las 19.30, momento en el que se puede disfrutar del tardeo con una selección de conservas premium Catalina acompañadas con pan de hogaza, buena bodega, una caña fresquita o un combinado preparado.

La carta se centra en un picoteo con raciones para compartir una selección de platos principales, los dulces y los fuera de carta que aluden a ese juego de temporada al que hace referencia Osorio. Merece la pena disfrutar de la jugosidad y el sabor de los espárragos blancos de Navarra, marcados a la plancha, con salsa holandesa de ajo tostado, migas de pan de centeno y jamón ibérico.

Otros platos para descubrir: steak tartar; salmón curado con crema de eneldo y lima; almejas sartén estilo tailandés; patatas bravas con ají amarillo; el matrimonio de anchoa, boquerón y tomate, de agradable sabor ahumado; los callos de novilla guisados con huevo eco y patatas, receta del maestro Basurto; fish and chips de merluza en tempura con patata de Valderredible o una tiernísima costilla adobada y asada a baja temperatura con su glaseado y puré de apionabo tostado.

Por supuesto no faltan las croquetas cremosas, unas brochetas crujientes de langostinos con mahonesa de curry (ambas disponibles en formato media ración) y las irónicas rabas de Somo. Los postres, frescos y golosos, donde se aprecia la influencia asiática.