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Existe aún la absurda y trasnochada idea de que en Andalucía se come mal. Que todo se limita a 'fritangas' aceitosas y que falta elaboración en sus platos. Que para disfrutar de buenos yantares hay que viajar al norte, donde se guisa y se ... evoluciona. Andalucía fríe con una maestría inimitable, guisa sorprendentes platos y avanza gastronómicamente dándole, además, cada vez más importancia a sus productos autóctonos. Atún rojo, gambas y langostinos de la costa, ortiguillas, coquinas, tortillas de camarón, carnes de vacas retintas, rabo de toro, jamones ibéñericos y chacinas, quesos de cabra y oveja -como el payoyo-, sopas frías, adobos, verduras, dulces como el tocino de cielo gaditano o el cortadillo sevillano... Un numeroso muestrario, desconocido para muchos.
Centrándonos en una sola provincia: Córdoba (781.451 habitantes), en ella encontramos una lista de elaboraciones típicas que, afortunadamente, se van extendiendo por todo el país. Salmorejo, cola de toro, berenjenas y cordero a la miel, ajoblanco, caracoles, jamón ibérico DOP Los Pedroches, el pastel cordobés (con hojaldre y cabello de ángel), los pestiños o las torrijas forman parte de esta rica gastronomía del califato.
Su nombre Por su color dorado, semejante al cabello de los asesores flamencos de Carlos V, se le conoce como flamenquín. También por susemajanza con las patas de los flamencos que habitan en las riberas del Guadalquivir. Dicen, también, que el primer cerdo sacrificado en la matanza otoñal posterior a la expulsión del último reducto morisco montillano se llamaba 'Flamenco'.
Recetas La receta original ha sufrido numerosos cambios en los últimos años. Cocineros como Karlos Argillano apuestan por la tradicional, otros como José Andrés se decantan por el queso en el relleno. Otros le suman huevo cocido y pimiento morrón. El jamón cocido es otra de las aportaciones, hasta caer en el 'mítico' sanjacobo. Admite también filetes de pollo, ciruelas o un majado de ajo y perejil.
Veraniego Aunque cualquier época del año es buena para degustar un flamenquín, el verano es la estación más adecuada. Tras un salmorejo o un gazpacho, es un magnífico segundo plato. Y de postre..., tocino de cielo.
Tamaño En el recetario cordobés encontramos flamenquines de distinto calibre. Más alargados o más gruesos, el resultado es el mismo.
Pero, sin duda, uno de los platos más conocidos de Córdoba es el flamenquín, 'padre' de sanjacobos, cachopos y croquetas sin bechamel. Un producto que, como todo en cocina, ha ido evolucionado hasta alejarse un poco de su receta tradicional, que, aún así, sigue siendo la más demandada en la capital cortubí. Su elaboración es bien sencilla, pero es importante para un buen resultado la utilización de materia prima de calidad y un aceite como los que abundan en Córdoba y en toda Andalucía.
El flamenquín tradicional está compuesto por un par de finos filetes de lomo fresco, (bien prensados), jamón ibérico, huevo, pan rallado y sal. Si el jamón no está veteado habrá que añadirle un poco de tocino para darle jugosidad al rulo. Una vez extendidos los filetes de lomo sobre ellos se ponen las lonchas de jamón se enrollan, se salan y se pasan por huevo y pan rallado. Se fríe en abundante AOVE, muy caliente. Se pueden acompañar de patatas fritas y mahonesa, o unas hojas de lechuga.
Hoy en día es fácil encontrar flamenquines rellenos de queso y jamón de york, o huevo cocido y pimiento morrón.
Del verdadero origen del flamenquín poco se sabe aunque tres localidades, como las cordobesas Bujalance y Montilla y la jienense Andújar se atribuyen su procedencia. En este último lugar se cita al restaurante Madrid-Sevilla, donde dicen se sirvieron los primeros tras la Guerra Civil.
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