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Los huevos de Pascua -junto a las torrijas- son el dulce típico de la Semana Santa en España. Habituales en las pastelerías de Madrid y Barcelona, principalmente, tienen una gran demanda. Su sabor y esa decoración que enamora a primera vista hacen de ellos ... un inevitable reclamo para grandes y pequeños. Sin olvidar sus rellenos, tercer atractivo a la hora de entrar en el establecimiento, pagar y llegar a casa con un apetitoso regalo de chocolate para toda la familia.
En Cantabria, los huevos de Pascua no son excesivamente conocidos, aunque la tendencia va cambiando gracias a un maestro pastelero llamado David Bonastre, propietario junto a su socio, Borja Cuesta Abascal, del obrador y tienda situados en la calle Santa Lucía, de Santander, con el nombre de Sucré.
En el escaparate de este establecimiento se puede ver estos días un gran huevo de Pascua de 30 kilos, una obra de arte que podría endulzar el almuerzo de unos ochenta niños. En su interior, dice Bonastre, cabría perfectamente su hijo pequeño. El trabajo para su elaboración fue de entre siete y ocho horas, toda una jornada completa.
«En Sucré somos muy chocolateros y hacemos los huevos de Pascua, es lo típico. Los elaboramos de diferentes tamaños y los rellenamos con nubes caseras de frambuesa, chocolate, naranja... Después los 'pistoleamos' de distintos colores. Usamos chocolates de alta gama, generalmente con un 64% de cacao».
En cuanto a los tamaños se refiere, en esta pastelería hay piezas de un bocado relleno de ganache de chocolate, y otras hasta de medio kilo, éstas ya con las nubes en su interior. Y en precios, al peso, 38 euros el kilo.
Los huevos de Pascua de Sucré se acompañan de las 'toñas', una especie de Rosco de Reyes pero con forma de bola, «con una masa tipo brioche», dice el maestro pastelero. Otro suplemento son los buñuelos, «aunque más típicos de Todos los Santos, nosotros los elaboramos ahora». De vez en cuando, Bonastre y su equipo preparan torrijas de brioche, pero generalmente es un pan que el cliente se lleva a casa para preparar su propia receta.
David Bonastre, nacido en Barcelona pero santanderino hasta la médula -su madre es de aquí y sus hermanos nacieron en la capital cántabra-, se formó en Alicante junto a Paco Torreblanca, considerado como uno de los mejores pasteleros a escala internacional, y al que considera su maestro. Después marchó a París donde trabajó en las principales pastelerías de la ciudad para, cuatro años después, volver a Santander, «y es que -dice el chef- la tierra tira». Desde entonces ha pasado una década, cuando junto a Borja Cuesta, David abrió una nave en Bezana, «pero la gente nos pedía instalar una pastelería en Santander y hasta aquí nos venimos hace tres años. A un obrador nuevo de 200 metros cuadrados con toda la maquinaria precisa: chocolateras, amasadoras, piezas para hacer hojaldre... Y hoy somos además, gracias a ello, el postre de grandes banquetes en varios restaurantes y hoteles de Cantabria».
Y es que a parte de los huevos de Pascua y los hojaldres, en Sucré se elabora todo tipo de pastelería (tartas, pasteles...) y, sobre todo, unas galardonadas pastas de té. «En 2020 recibimos el premio a la mejor pasta de té de Cantabria que otorga, cada dos años, la revista 'Dulcypas', la principal publicación de la materia de nuestro país y que avalúa a unas doscientas pastelerías».
Bonastre es, además, un hombre inquieto, innovador desde que sale de su casa hasta que deja el obrador, por el cual pasan constantemente alumnos de las escuelas de hostelería de Cantabria, en especial de Santa Marta, en el Palacio de Los Guardeses, de Solares. Allí, el maestro pastelero imparte también clases.
Volviendo a la especialidad de Bonastre, esos huevos de Pascua que quiere promocionar en Santander y Cantabria, asegura que «cuesta al principio que la gente entre por ellos. No hay muchos artesanos que los hagan en nuestra región. En Madrid, por ejemplo, durante el confinamiento, la pastelería Mallorca envió gratuitamente a los hospitales de la comunidad, diecinueve en total, 14.000 huevos de Pascua». Señala el pastelero que «este producto hay que darlo a conocer. En Santa Lucía hay algunos colegios cerca de nuestra tienda y hay ya bastante gente que se acerca por aquí para adquirirlos».
Para finalizar, Bonastre no deja de pensar en esos meses de pandemia que obligaron a cesar la actividad en el obrador, en unos meses en los que Sucré había conseguido hacerse fuerte en una calle céntrica como es Santa Lucía.
Es muy tradicional regalar huevos de chocolate rellenos y vistosamente decorados durante el Domingo de Pascua, especialmente en los países de Europa central, Inglaterra y Estados Unidos. Una antigua costumbre que tiene sus orígenes como consecuencia de la abstinencia que la iglesia católica mandaba a guardar durante la Cuaresma, todos los viernes desde el Miércoles de Ceniza hasta el último día de la Semana Santa. Como es sabido, durante esos días, los cristianos no podían comer ningún tipo de carne, e incluso huevos o lácteos.
Por este motivo, cuando terminaba la Cuaresma, los fieles se reunían ante las iglesias y regalaban los huevos decorados con colores y motivos festivos, ya que había renacido Jesucristo y había que levantar la abstinencia y festejar, entre otras cosas, la llegada de la primavera.
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