Elaboraciones de nivel con la ilusión del primer día

El proyecto es modesto, el local, pequeño pero con una generosa terraza gracias al empleo de una bolera en desuso, y la carta, ajustada en número de especialidades, pero lo que aquí encontrará el cliente es interesante, elaboraciones de nivel, con técnica y buena definición. A la experiencia de ambos se suma el bagaje de Borja en un restaurante con estrella Michelin como jefe de cocina, cuando apenas superaba la veintena de años. Defendió entonces muy bien la 'plaza' y ahora vuelve a demostrar con el respaldo de Mónica, que alterna la cocina y la sala, que en La Pradera hay argumentos convincentes que justifican la visita.

Para el picoteo de entrada, recomendables el tomate de Cantabria con queso láctico de Cudaña y aguacate; el queso de Cóbreces, reciente ganador del concurso-cata de AFCA, con una gelatina de pétalos de rosa; y las croquetas caseras de tinta de calamar y langostinos con leche de Cudaña.

Además, cuentan con cecina de buey; patatas gratinadas; rabas con una salsa; gambón a la plancha con aliño de ajo, miel y piña; mollejas salteadas con setas y jugo de carne; y callos caseros.

En carne, exquisito el entrecot con algo de maduración; también hay carrilleras. Y en pescados, hay sugerencias según mercado (bonito, jargo al horno, merluza rellena y un excelente bacalalo al curry). De postre, tartas de queso y hojaldre; brownie con chocolate blanco; y espuma de yogur y miel.