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La asadurilla o chanfaina es un producto gastronómico que recuerda a otros tiempos. Allá por la postguerra o las épocas en las que apretaba el hambre. A las abuelas y abuelos, muy ancianos, con pocos dientes para masticar carnes, que se nutrían de vísceras tiernas, ... nutritivas y fáciles de conseguir a buenos precios en cualquier mercado. A la tapa gratuita de algunos bares a los que la clientela entraba a consumir para degustar este plato tan típico de nuestra cocina. Ahora, con abuelas y abuelos más jóvenes, y con una salud dental cuidada desde niños, es difícil encontrar asadurilla cocinada en bares y restaurantes. En las casas se consume algo más, quizás para recordar aquellas épocas pasadas tintadas en blanco y negro.
Las vísceras del cordero o el lechazo llevan el nombre de asadurilla, asadura o chanfaina, y están compuestas por el hígado, el pulmón, el corazón y el bazo de la res. En Castilla suele añadirse también la tráquea. Sus partes más duras, las que resultan más agradables al paladar, principalmente por su textura, son el corazón y el hígado. Las demás, son excesivamente tiernas y un tanto gelatinosas.
Grasas y colesterol. El hígado es quizás el ingrediente más deseado de la asadurilla. Esta víscera contiene una importante cantidad de proteínas que permiten el desarrollo y recuperación de los músculos. No obstante, aunque la presencia de grasas no es tan alta, sí es elevado el colesterol en este alimento. Por tanto, se debe consumir con moderación dentro de una dieta sana y variada.
Guarnición. Patatas fritas, puré de patatas, una menestra de verduras, arroz blanco o una ensalada de lechuga, cebolla y tomate serán ideales para acompañar este plato.
La fritura. Es frecuente sustituir para la elaboración de este plato el aceite por la manteca de cerdo, una grasa procedente del vientre del gorrino. Muy utilizada en la cocina española, también lo es en China y USA.
Una hojita. Echar una hojita de laurel a cualquier guiso es, siempre, una gran idea. En el caso de la asadurilla le da un aroma muy especial que enriquece el sabor de la salsa que se logra con la carnes y las verduras de la cocción.
Para acompañar. Vino, vermut, cerveza o manzanilla de solera maridan bien con este plato, si bien lo más acertado es tomarlo con un buen tinto
Cocinar la asadura de cordero o lechazo no es nada complicado. Sólo se requiere pochar cebolla, ajo, pimiento verde, pimentón (mejor el picante) y un buen chorro de vino blanco. A esto se le añade la carne cortada en trozos y se deja al fuego hasta que está lista para servir, bien caliente. La salsa, eso sí, va a requerir un buen cesto de pan.
Para obtener un sabor más suave se blanquea la asadura antes de incorporarla al guiso. Para ello, una vez en la lumbre, en un cazo y cubierta con agua se pone a hervir. Después se escurre e incorpora al resto de los ingredientes.
Este plato es típico de la cocina castellana y leonesa, y se ha extendido por todo el país, en especial en la zona norte. Los pastores de estas provincias lo acompañaban de patatas fritas, haciendo de él un alimento contundente que, además, ayudaba a combatir el frío de los campos y dehesas. Hay que tener en cuenta que las partes más nobles de los corderos se ponían a la venta y las menos quedaban para la alimentación de las clases más bajas.
La chanfaina castellano y leonesa -no confundir con la chanfaina salmantina- puede llevar algunos ingredientes más como las manitas de cordero, la sangre y la salsa de tomate. En La Rioja, siempre con un vino de la tierra, no dudan en añadirle un huevo pochado o poco hecho.
También existe la asadurilla de cerdo o ternera, con menos incidencia en la cocina.
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