Las tartaletas, la forma más sencilla de hacer los aperitivos durante estas fiestas

Lo ideal son preparaciones que se puedan dejar hechas con antelación ya sean frías o calientes, como la receta que hoy os traigo, que no puede ser mas clásica, pero a su vez más versátil, las tartaletas, o 'tarteletas' como dicen nuestros amigos los argentinos.

Existen varios tipos de masa a la hora de hacer tartaletas, pueden ser de hojaldre, de pasta brisée, sablée o quebrada, sirven tanto para dulce como para salado, y si, ya se que se pueden comprar hechas pero si dedicas un poco de tiempo y cariño a hacerlas en casa veréis que diferencia.

Su origen se remonta a la antigua Grecia, pero las características que distinguían a estas primeras 'tartas' eran no tener un piso superior de pasta, estar abiertas por arriba, y que su relleno nunca consistía en frutas o crema, sino de carne o pescado.

Lo que vamos a hacer, en realidad, es una especie de soporte en el que quepa cualquier cosa que se nos ocurra y que se pueda comer con las manos y de bocado, ese es el fin que buscamos.

Con tan solo cinco ingredientes vamos a conseguir unas tartaletas buenísimas, necesitamos para unas 30 piezas 225 gr de mantequilla en pomada, 3 cucharadas de azúcar, 3 yemas de huevo, 390 gr de harina de trigo y una cucharadita de sal, tan sencillo como eso.

Comenzamos con un bol añadiendo la mantequilla, la sal y el azúcar. Mezclamos bien y añadimos las yemas de huevo, seguimos mezclando con una espátula y cuando esté todo bien integrado añadimos la harina, seguimos mezclando hasta conseguir formar una masa. Cubrimos con papel film y llevamos la masa a la nevera durante al menos media hora o hasta que esté lo suficientemente firme para manejarla.

La estiramos en una superficie lisa con la ayuda de un rodillo hasta alcanzar un grosor de unos dos milímetros, no la hagas más gruesa porque lo que quieres conseguir es una base fina y crujiente, vamos recortando con un cuchillo trozos y poniéndolos encima de los moldes, presionamos ligeramente con los dedos para que la masa adopte la forma del molde y retiramos el resto con una puntilla. Agujereamos la masa con un tenedor para que no se hinche mientras la horneamos, y hacemos lo mismo con el resto.

Antes de hornearlas os recomiendo congelarlas para que la masa se afirme almenos 10 minutos. Precalentamos el horno a 170ºC, con calor arriba y abajo, en la rejilla y en la parte inferior al menos 20 minutos, cuando veamos que ya están con un bonito color dorado oscuro, pero no marrón, las sacamos y las dejamos enfriar completamente. Una vez atemperadas, las sacamos de los moldes volteándolas y dando golpecitos y ¡ya están listas para usar!

Ahora es cuando tenéis que echarle imaginación. Una ensaladilla, un poco de sobrasada con un huevo de codorniz, morcilla con una mermelada de pimientos, unas setas y queso de Tresviso, verduras, carne... Lo que os apetezca. Todo cabe dentro de este pequeño bocado de felicidad.