Una fruta tropical con orígenes asiáticos

Su temporada ideal se corresponde con la de otoño e invierno: entre noviembre y febrero, aunque el resto del año se pueden consumir en conserva. Hay que tener en cuenta que si se opta por esta fórmula el almíbar potencia su valor calórico y de azúcares.

China es su tierra de origen aunque también India y Australia se encuentran en la lista de principales países productores, teniendo en cuenta que se cultiva en todo el mundo, resultando perfecta para zumos de fruta frescos tanto en invierno como en primavera.

El lichi o lechias, crece en racimos y madura sobre todo al final del otoño, de ahí que su temporada ideal de consumo, al estar más frescos sea esa temporada, unida a la de invierno. Y ¿Cómo saber si lo está?. Sencillo, simplemente notando que cede un poco la presionarla, sin hundirse ni filtrar .

Para disfrutar de esta singular especie de uva, por su forma cilíndrica, basta con pelarla, quitando la piel con las manos. La pulpa es jugosa y se puede chupar o tomar con una cucharilla, eso sí, teniendo cuidado con el hueso.

Dada su dulzura son perfectos para elaborar postres, más allá del exquisito zumo o batido que se puede preparar. También encaja a la perfección en cócteles, helados y mermeladas.

En la gastronomía es cada vez más conocido, sobre todo en la alta cocina dado que los chefs se inspiran en los sabores de la cocina asiática para innovar, una tendencia claramente al alza. Las salsas son una fórmula de lo más idónea para introducir el lichi como condimento.

Nutricionalmente, es una excelente fuente de azúcar, proteínas, fibra, vitaminas B1, B2 y C, calcio, potasio, fósforo y magnesio. Su aportación de vitamina C sin ser tan elevada como la de los cítricos, lo convierte en alimento ideal para quienes no toleran las frutas ácidas. Y además, ayuda a la regeneración de los tejidos del cuerpo, permitiendo la absorción de hierro y frenando las infecciones. Propiedades todas muy beneficiosas.