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Ante una botella de vino nos encontramos con la etiqueta y la contraetiqueta, y esta última nos suele facilitar información sobre el tipo de uva, elaboración, tipo de crianza y, en otras ocasiones, nos habla de cepas centenarias, e incluso, de cepas de pie franco. ... Por cierto, estas etiquetas cada día están impresas en una letra más pequeña, lo cual me parece un error, pues los consumidores de vino solemos ser añosos, y por tanto, vemos mal de cerca tal tamaño de letra.
Muchas veces se usan de forma indebida como sinónimos los términos cepas centenarias, prefiloxéricas y de pie franco. La filoxera está detrás de todas estas denominaciones.
En 1850 se describió por primera vez un insecto, emparentado con los pulgones, encontrado en una cepa en Estados Unidos. Diez años más tarde se había extendido, a través de las nuevas plantas importadas de América, en un porcentaje muy alto de los viñedos del Viejo Mundo, afectando a sus raíces. En España no llegó a las Islas Canarias ni a algunas otras pequeñas zonas, donde predominaban los terrenos arenosos, calizos y secos, donde no se desarrolló. En estos lugares es donde siguen manteniendo las que llamamos cepas prefiloxéricas. Donde el parásito profundizó, fue preciso plantar cepas con raíces de la Vitis Americana, que son inmunes al ataque de la filoxera, injertando el sarmiento posteriormente con la variedad elegida de Vitis Vinífera.
En muchas regiones vitivinícolas de nuestro país, sobre 1910, estaba controlado el problema del parásito, y prácticamente desterrado para 1930. Por tanto, podemos encontrarnos cepas centenarias con raíces americanas y también en las zonas donde por las características del terreno no anidó el parasito. Muchos viticultores se arriesgaron a seguir plantando las cepas sin injertar, y por lo tanto también se les puede denominar de pie franco. Podemos afirmar que son centenarias y de pie franco las prefiloxéricas, sin riesgo a equivocarnos.
Muchos factores intervienen en la calidad de un vino, aparte de su elaboración. Las viñas viejas constituyen uno de los factores de calidad más buscados por los viticultores, aunque sus producciones son mucho más bajas, y menores cuanto más viejas, pero la calidad de la uva es mucho más estable y consistente, hablándose también de mayor concentración. Otros factores positivos son los cambios pronunciados de temperatura día a la noche, y que la masa radicular sea profunda, a lo cual obligan los terrenos muy pedregosos, forzando que las cepas busquen los nutrientes en la zona del subsuelo, dando las uvas sustraen más minerales que les da un carácter propio. A todo se añade que en estos terrenos y cepas con edad poseen un enraizamiento profundo, que conlleva a un estrés hídrico que mejora la calidad en la fase de la maduración.
He catado un vino blanco de la Ribera del Duero, denominado Alto de Castro, que reúne todas las características que os he mencionado, no en vano está elaborado con cepas prefiloxéricas, al estar justo junto al Duero, a más de 900 m de altitud y en terrenos calcáreos, estando elaborado con una uva muy poco frecuente en la Ribera como es el albillo.
Tiene cuerpo, conservando frescor y con detalles minerales. En cuanto a los detalles minerales, que a muchos les resulta difícil de encontrar argumentando que nunca hemos comido piedras, os llevará a vuestra infancia cuando metíamos en la boca la mina del lápiz.
Difícil es el mundo del vino, y os recuerdo que la tierra y la edad de las cepas son más importantes que la elaboración. Y hasta quizá tuviese razón el historiador y militar ateniense Tucídides cuando aseguró: «Las gentes del Mediterráneo empezaron a emerger del barbarismo cuando aprendieron a cultivar el olivo y la vid».
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