Gastronomía, moda y decoración con alma en El Perro de San Roque

El restaurante de la semana ·
Este restaurante de El Sardinero brilla con su cocina cosmopolita y elegante estilo

José Luis Pérez

Santander

Lunes, 23 de septiembre 2024, 15:00

Sin lugar a dudas, la apertura del restaurante El Perro de San Roque en El Sardinero es una de las grandes novedades gastronómicas y hosteleras del año en la región. El proyecto, que aúna gastronomía, decoración y moda, nace de la mano de María Ruiz González, formada al más alto nivel en el ámbito de la gastronomía y de la decoración y con experiencia en grandes cadenas hoteleras internacionales, y de su marido el sevillano Manuel Gómez Conesa, veterinario de formación pero plenamente integrado en esta original propuesta con alma. Ambos pusieron en marcha hace un año una pequeña y coqueta tienda de moda y decoración, al tiempo que ultimaban el restaurante, que levantó el telón el 28 de junio.

Y, después de un verano agitado y con mucha clientela, el negocio hostelero cobra formar a partir de varios ambientes concebidos para diferentes necesidades y perfiles de clientes. Todos ellos tienen en común un elegante programa decorativo que ha desarrollado la propia María, inspirándose en sus vivencias en Londres y también, por qué no, en lo que le han transmitido sus padres, Antonio y Marián, propietarios del restaurante Los Infantes Gourmet y del gastrobar Costa 43.

Desde la terraza exterior se accede a un espacio denominado patio, donde la carta invita a compartir en cualquier momento del día conservas, embutidos y quesos premium, canapés, brioches y bikinis, montaditos y molletes, algunas ensaladas y pequeñas raciones como la mini tortilla de patata natural o trufada, el vitello tonnato, el puding de pescado de roca, las láminas de salmón con su guarnición, los conos de steak tartar o el foie de elaboración propia del citado restaurante familiar Los Infantes Gourmet.

Cocina vista y reservados

Flanqueda por una separación acristalada entre ambientes se llega al comedor principal, con la cocina vista, una veintena de plazas y una barra en la que tres personas pueden comer delante de los fogones y vivir una experiencia diferente. El comedor rebosa elegancia y no faltan detalles, como los cuadros: todos tienen un perro entre sus figuras.

Además, el restaurante cuenta con un reservado al fondo del comedor para seis personas y en la planta superior otro espacio privado con salita y comedor, para unas 16 personas, concebido para tomar allí el aperitivo, comer y terminar con algo de coctelería.

Gastronomía actual

¿Y la cocina? También los conceptos gastronómicos sorprenden positivamente. Coordinadamente con el chef, Javier Crespo (34 años y con experiencia en diferentes sitios de Cantabria y en otros países), María y Manuel han definido una propuesta contemporánea, actual, sin dejarse caer en los tópicos de la fusión, de la reinterpretación, para presentar platos gustosos, sensatos, con una base clásica pero con esencia. Así se puede disfrutar desde con unas ostras francesas con salsa ponzu hasta con un bikini con tartar de bacalao; una ensalada de bonito con escabeche; un tartar de atún rojo con ali oli, cherry, aguacate y piparra; un crep de centollo o unos canelones mixtos de pollo y ternera, que fue lo que se degustó en esta ocasión.

Pero la carta va mucho más allá, en esta línea y postres como el pay de limón o el mascarpone mantienen un altísimo nivel.