El Real Club Marítimo de Santander, una gran cocina con las mejores vistas de la bahía

Desde 1927, el Real Club Marítimo de Santander es un referente social en la ciudad, tanto por su ubicación privilegiada sobre la bahía como por las actividades que desarrolla. Aunque su acceso está limitado a los socios e invitados de éstos, desde el punto de vista gastronómico el sitio merece la consideración por el trabajo que se desarrolla en la cocina, primero Miguel Obregón y ahora, desde hace algo más de un año, Alfonso López. Este chef, tras su dilatada y brillante etapa al frente del restaurante Plaza en Laredo, ha iniciado una nueva andadura en Santander, donde ha dado un toque personal a la propuesta gastronómica del club. Alfonso es un cocinero con oficio, estilo, versatilidad y capacidad para sorprender. Le gusta trabajar el producto de temporada, fundamentalmente del Cantábrico, pero sus helados, por ejemplo, también son un bocado imprescindible, no solo como postre sino igualmente formando parte de las guarniciones de otro plato como ocurre en una especialidad de la carta, el carpaccio de pulpo con helado de manzana verde.

La cocina del Marítimo atiende tanto al comedor principal, a los eventos que pudiera haber en alguno de sus salones, a la terraza y a la zona denominada La Ciaboga, donde pueden acceder los menores.

A diario cuentan con un menú del socio de 25 euros, que puede llevar, a modo de ejemplo, un potaje de garbanzos y callos, una sopa de pescado o una ensaladilla rusa de entrante; unos chipirones encebollados, un lomo relleno de queso o el pescado del día, de principal; y una tartaleta de manzana, un hojaldre o un helado de queso, de postre. El menú incluye vinos de la casa, agua mineral, café Dromedario y pan gallego artesano.

En la carta hay clásicos como las rabas de calamar, las croquetas, las almejas a la sartén a la sartén, el pulpo a la gallega o las anchoas. En arroces, hay tres, el negro con chipirones y ali oli, el presidente con tropiezos del mar y el de bogavante.

El plato estrella de la casa desde hace décadas sigue siendo la lubina a la sal, pero ahora también triunfan el carabinero y cremoso de arroz o el magano. Además, en carnes destacan la paletilla de lechazo en su jugo y el solomillo de wagyu. Y para el postre, el tubo de leche frita y helado de mango o el helado de queso y galleta de avellana.