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Con el inicio del curso escolar o con la vuelta a la rutina del trabajo, las opciones cercanas de recursos educativos o de ocio de fin de semana salen a relucir, estando cada día más presentes aquellas que tienen que ver con la producción agroalimentaria ... artesanal.
En esta línea, en la quesería La Jarradilla, ubicada en el pueblo de Tezanos (Villacarriedo), además de la elaboración de quesos pasiegos y mantequilla de contrastada calidad, desde hace años han mostrado una inquietud por organizar actividades-talleres en las que compartir con los visitantes y clientes experiencias y conocimientos. A la vista de la buena acogida que éstos tenían, sus responsables dieron un paso más allá y diseñaron un nuevo espacio y elaboraron una estrategia para dar respuesta a las inquietudes y necesidades de diferentes grupos sociales.
SALIDAS DIDÁCTICAS
Así, a comienzos del año 2020 vio la luz el 'Espacio de artesanía y desarrollo sostenible' que se ubica en una antigua estabulación. Se trata de un edificio moderno, totalmente equipado para desarrollar actividades con grupos de hasta unas veinte personas. Además de un ropero, cuenta con sala de audiovisuales, un aula polivalente con cocina abierta para poder realizar exhibiciones, y con un taller de elaboración, a modo de mini quesería. Se trata de espacio abierto, panelable, moderno y acogedor, con suelo radiante por aerotermia y en cuyo exterior hay un gran patio y zona de juegos, ideal para los momentos de 'recreo' para los visitantes más pequeños.
Con el covid, las reservas que completaban los primeros meses del nuevo espacio se suspendieron abruptamente. Apenas hubo tiempo para que los primeros visitantes pudiesen disfrutar de la experiencia. Pero, a medida que se han superado progresivamente las restricciones, las actividades han vuelto a este espacio con grupos de familias e incluso con profesionales.
Ahora que se pone en marcha el curso escolar, en La Jarradilla quieren poner al alcance de profesores y alumnos de primera y secundaria estas instalaciones donde se proponen diferentes actividades: talleres de queso o de mantequilla artesana de dos horas de duración y talleres de artesanía tradicional, por ejemplo, de cestería. La duración de cada uno es de dos horas y para hacer compatibles horarios y número de participantes, se plantea una actividad paralela, la visita guiada e interpretada al Museo del Sobao Pasiego ubicado dentro de la fábrica de Sobaos Joselín, también en Villacarriedo. Esta tiene una duración de 40 minutos.
Los responsables de La Jarradilla creen, más allá de la experiencia práctica de los participantes cuando se manchan las manos en un taller concreto -«algo que luego no se olvida»-, que es muy necesario compartir ideas sobre el consumo responsable, el producto de kilómetro cero, la temporalidad de los alimentos o el impacto económico y medioambiental que dejan las actividades humanas.
A todos ello se pueden sumar una visita a las instalaciones de la quesería, la participación en catas de quesos de diferentes procedencias y la adquisición de quesos en la tienda propia.
En 1987, a raíz de la entrada de España en la CEEy de la introducción de las cuotas lácteas, algunos ganaderos de la región tomaron la decisión de transformar la leche en queso para optimizar su rendimiento y poder sobrevivir. Esto explica la creación de la quesería La Jarradilla, en Tezanos, un negocio familiar ejemplo de arraigo de la población al medio rural. Sus socios fundadores fueron Manuel Diego y el matrimonio formado por Candelas Diego y Felipe Martínez. Siete primos son hoy partícipes de la continuidad, tres hijos de Manuel –Millán, Manuel y Antonio– y cuatro de Felipe y Candela –Samuel, María Eugenia, Gregorio y Candela–. Junto a ellos está Álvaro Carral. Entre todos dirigen la empresa, con el respaldo de otros siete trabajadores.
El amor al negocio familiar, la necesidad de quedarse a vivir en los Valles Pasiegos y la vocación por crear su propio empleo en el medio rural explican que esta segunda generación, tras consolidar la producción de quesos y mantequillas, se hayan decidido a poner en marcha nuevas iniciativas. Y al respecto, valoran de forma muy positiva como la primera generación ha sabido delegar.
En la actualidad, La Jarradilla tiene en el queso fresco su estandarte. Es pequeño, de ración, se elabora a diario y se mantiene durante 9 días. Este año ha ganado el concurso de AFCA en su categoría.
Luego está la receta del clásico queso pasiego, que, según el tipo maduración, llega al mercado al estilo tradicional o de dos interpretaciones. El primero madura durante 7-10 días, es de corteza limpia porque una película salina dificulta que salgan mohos.
Por otro lado está Braniza, un queso de pasta blanda, cremoso, que se consume después de 5-6 días en cámaras. Y quizá el más famoso es el Divirín, con una maduración de dos meses y en el que la acción de los mohos, a la vista en su corteza, son los que desarrollan su característico sabor.
Por último, La Jarradilla elabora mantequilla fresca con nata fermentada, y puntualmente también la hacen con sal y con hierbas frescas aromáticas de la huerta ecológica El Tarruco.
La Jarradilla acogerá en noviembre (del 5 al 9) un curso de 5 días para profesionales sobre los fundamentos de elaboración con técnicas naturales. Será impartido por David Asher, agricultor orgánico, productor de queso de granja y educador en materia de quesos con base en las Islas del Golfo de la Columbia Británica, Canadá.El curso tratará sobre fermentados lácteos, quesos de coagulación láctica, quesos de coagulación enzimática, quesos azules y quesos alpinos.
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