José María Ballester, en la memoria

En las páginas de este mismo periódico se glosaron esta semana su perfil profesional y su aportación valiosa al patrimonio cultural en general y al de Cantabria en particular.

Tuve la oportunidad de conocer a José María en Reinosa, con motivo de su participación en primera edición de los cursos de verano sobre el Patrimonio Histórico. Su modo de proyectar sus experiencias, sumado a su talento y talante, dejaron huella. Y más allá de la teoría, tuvo la oportunidad de poner en práctica en el Valle del Nansa y Peñarrubia estrategias de desarrollo rural que bien estaría copiaran otras comarcas de nuestro país.

Pero el motivo de rendirle homenaje aquí tiene mucho que ver con su aportación a la ganadería de la región, que se reconoció con el Premio Alimentos de Cantabria –ahora Sabe a norte– en el año 2022.

En aquella ocasión, el director del Programa de Desarrollo Rural de la Fundación Botín, pionero e innovador, fue galardonado por su trayectoria pero sobre todo por su apoyo al sector ganadero. Su papel fue clave en el impulso de la producción de carne de terneros certificada con la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Carne de Cantabria, enriqueciendo, además, la cadena de valor de la ganadería, permitiendo a los ganaderos obtener un 51% más de beneficio que antes. De este proyecto nació Afteca (Agrupación para el Fomento de Terneros de Cantabria) y el acuerdo con el Grupo Semark-Lupa para la comercialización de esta carne de gran calidad.

El legado de José María para el sector primario de Cantabria debe reconocerse. DEP.