Cuando lo mejor es enemigo de lo bueno

Estamos en una sociedad donde se construyen podios con excesiva osadía. Una gran parte de la gente quiere dejar explícitamente sus valoraciones..., el ego y el protagonismo les motiva, les impulsa, les da alas –como decía un anuncio–, independientemente de sus capacidades para emitir un juicio de valor ponderado y acorde a criterios profesionales y científicos.

Y en esto irrumpieron internet y las redes sociales, donde, junto a una minoría de contenidos serios, cabe de todo. Hasta algunos medios de comunicación han caído en la tentación de hacer sus clasificaciones, ránkings o enumeraciones en busca de clics fáciles.

Todo es respetable como que cada uno tenga su propia opinión de todo esto en función del método empleado para realizar la elección o de la credibilidad del autor que está detrás.

Pero, para 'sentenciar' con autoridad en materia gastronómica es necesaria la transparencia, la pluralidad y el rigor. Y cuando hablo de pluralidad me refiero, más allá de los concursos abiertos y bien organizados, de que para decir que éste o aquel, por ejemplo, es el mejor café habrá que haber probado, sino todos, al menos muchos...