Tras la tempestad llega la calma

Casi de un día para otro han desaparecido los turistas que ahora tanto molestan a una minoría que su presencia aquí es fuente de riqueza para muchas familias. ¡Será mejor no seguir lamentando como antaño que el turismo de sol y playa del levante y el sur de España concentraba la mayor parte de la demanda!

Soy de los que pienso que, desde el punto de vista gastronómico, los restaurantes de Cantabria, salvo casos puntuales, no se han saturado este verano. Ha habido muchos servicios en los que había mesas y sillas para más clientes, pero quizá las quejas lleguen de aquellos que de forma espontánea quieren esta noche cenar en determinado lugar. Está comprobado que quien se ha preocupado por planificar sus visitas gastronómicas no habrá tenido problema disfrutar un día u otro de su restaurante favorito. En la actualidad, gracias a la tecnología, es mucho más fácil realizar una reserva, e incluso anularla unos días antes si las circunstancias han obligado a un cambio repentino de planes.

El acceso a la información a través de diferentes medios es mucho más fácil que nunca por lo que también es más sencillo encontrar alternativas cuando la primera elección no es viable. Y llegado a este punto, una región como Cantabria, donde las distancias son limitadas, en verano no hay que descartar la posibilidad de adentrarse en los valles de la región y alejarse puntualmente de la franja costera más poblada. Y ahora que llega el otoño, sin problemas para conseguir mesa, tanto la zona de costa como el interior invitar a probar platos nuevos.