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Necesita la anchoa una IGP (Indicación Geográfica Protegida) para que sea mejor valorada y para que tenga más proyección internacional en países donde apenas se consume? El debate está más abierto que nunca pero en los últimos años no se concretan medidas ni hacia delante ... ni hacia atrás. Cada legislatura, cada consejero, cada Gobierno pone su empeño en que el que posiblemente sea el producto más icónico y diferencial de Cantabria cuente con este sello de calidad amparado por la Unión Europea; pero el expediente no se concreta ni se presenta al Ministerio para que lo eleve a Bruselas. Se preguntarán ustedes, ¿por qué razón?
Para iniciar el proceso de cara a conseguir la IGP tienen que ser los propios productores los que se pongan de acuerdo, lo impulsen, y eso, a día de hoy, no se ha logrado con la unanimidad que requiere un asunto de fondo como éste. Hay quienes claramente están a favor, quienes están en contra y quienes se ponen de perfil. ¿La razón? Porque una IGP exige que toda la pesca sea del Cantábrico y que ésta sea transformada íntegramente en la región.
A nadie se le escapa que algunas empresas cántabras realizan una parte de la elaboración de los filetes de anchoas en otros países, del norte de África o del Adriático, donde encuentran una mano de obra más económica. Este viaje del bocarte de ida y vuelta a esos destinos es un obstáculo insalvable para que la anchoa del Cantábrico cuente con un sello de calidad que proporcione certezas y garantías al consumidor.
Luego está el debate del nombre de la IGP, sobre si debe ser solo para Cantabria o debería llegarse a un acuerdo con las comunidades limítrofes, algo que se ha vislumbrado como inviable y que conllevaría menos ventajas y más inconvenientes.
¿Anchoa de Santoña? ¿Y qué opinan los de Laredo, de Colindres o de Castro? Este asunto es uno de los que se habrá encontrado la nueva consejera de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca y Alimentación del Gobierno de Cantabria, María Jesús Susinos, encima de la mesa al hacerse cargo de esta cartera. Y quizá también le haya llegado el informe que su predecesor encargó a la UC para dictaminar el mejor nombre para este sello de calidad. Pronto comprobará que en los diferentes puertos hay posturas contrapuestas.
¿Debe ser determinante el nombre de la localidad donde se elabora y se transforma el bocarte por delante del mar donde se pesca?
En Santoña abogan porque la tradición y la historia les ampara y hay quienes no se oponen a 'integrar' a los elaboradores de otras localidades bajo una marca común. Pero hay quienes no quieren emplear un nombre que no les corresponde por la ubicación de su fábrica.
¿Anchoa de Cantabria? Y así incluir a todos. Parece que no convence y que puede no ser legal para la UE. ¿Una solución?: Que nadie sea obstáculo para nadie y si tiene que haber más de una IGP, ¿qué problema hay?
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