Secciones
Servicios
Destacamos
¿Cuántos en Torrelavega saben quién es José María Gutiérrez? Pocos. O sí, dirán, hay muchos. Un nombre y un apellido relativamente frecuentes. Pero si decimos quién es Chemaro, el del bar Chema, lo conocerán casi todos los torrelaveguenses, muchos cántabros y de fuera de ... nuestra comunidad. Porque quién no ha ido hasta su bar a tomarse su excepcional blanco o sus delicosas banderillas. El histórico bar cumplió el 14 de agosto 80 años. Lo abrió el padre de Chemaro, un hombre de Gandarilla que a los 16 años se fue a Cuba y que luego estuvo en el frente. Cuando llega a Torrelavega se hace cargo de La Bomba, otra popular taberna de la ciudad. Luego abre el Chema. El local había sido una antigua bodega fundada por un pasiego y llevaba cerrada desde 1936.
Chemaro comenzó Derecho por libre en Oviedo. Los fines de semana y en vacaciones ayudaba a su padre en el bar, hasta que se incorpora totalmente en 1951. A saber qué pudo más, si la pereza para estudiar o el imperativo de su padre. Su trabajo diario, su trato con los clientes, su saber estar fue convirtiendo su espacio en un bar tradicional de Torrelavega.
Chemaro se jubiló en 1997, pero allí le encontraremos siempre, a la entrada, sentado en un taburete, para recibirnos con su sonrisa, para contarnos dos o tres cosas y extender esa trama cómplice de simpatía que hace que aquel espacio se convierta en un lugar de encuentro y afectos. Que se convierta en un lugar de visita imprescindible cuando se ha estado fuera un tiempo, o se vive fuera y se regresa por unos días a Torrelavega: la Navidad, las fiestas patronales… Hay que ir al Chema, además de para tomar el blanco y las banderillas que antes citaba, para saludarle, para ver a los viejos amigos de los que tengo nostalgia y a los personajes de Padilla que mudos nos contemplan, desde las paredes, imperturbables, testigos del tránsito de modos y modas, de nuestras vidas, en fin.
Por las tardes, el bar se convierte en un pequeño Bernabeu para los tahúres del tute. Palabras mayores, los maestros que se citan para trazar con sus manos y los naipes danzas imposibles dignas de los mejores magos. El café y la copa no están necesariamente sujetos a la victoria. Es otra cosa. Y esos minutos pueden llegar a ser hábitos casi imprescindibles que se abren un hueco en las obligaciones.
El Chema ahora lo regenta Nando, sobrino de Chemaro, ayudado por Cristina, vital, con su sonrisa siempre desplegada entre las mesas del interior y la terraza, y Marcos en la barra. Nando ha sabido dar continuidad a la historia del local y desde la cocina, donde prepara unas exquisitas tortillas, velar para mantener ese ambiente familiar que caracteriza al local. Hereda un estilo, que él contribuyó a crear trabajando con Chemaro, para mantener a esa clientela que se ha sucedido con los años, los fieles más los que se han ido añadiendo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.