La magia de dos metros cuadrados
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LA SEMANA, DÍA A DÍA ·
Siento la suerte de un Madrid que ve muchos restaurantes con mesas completas, una hostelería a la que se le ha dado aire y que lo agradece igual que una clientela que también lo haceMARTES
Tras el cierre de Punto MX en Madrid, el espacio de la cocina mexicana auténtica y con toques de refinamiento parecía que se quedaba vacío pero Iztac está sabiendo aprovecharlo. En el local del que fue el primer mexicano de Madrid, México Lindo, abrió ... hace ya unos años este restaurante de aire moderno que busca reinterpretar con gusto todos los sabores del país azteca.
El nuevo cambio de carta ha llegado con un estupendo mogo mogo (una bola de plátano rellena de carne) en caldillo de chiltomate y queso fresco, una tortilla de cazón ahogada que rompe esquemas con todo lo que se suele identificar aquí como mexicano y un aguachile de lubina en el que eché de menos un poco más de valetía 'picosa', así para empezar.
Después un soberbio mole manchamanteles de pato (protagonista es la salsa, no el ave) y pera que llega acompañado de tortillas y el fantástico solomillo pénjamo con chiles, nopales y alubias; jugoso y de muchísimo sabor. No dejen los postres a un lado, sobre todo si hay empanadillas fritas de fruta, una golosidad deliciosa que fue el cierre de una cena de nivel el martes.
MIÉRCOLES
Apunten fuerte una dirección para desayunar/almorzar e incluso comer, en el renovado y divertido Mercado de Antón Martín: Cafés Tornasol. Nació como una cafetería de especialidad (y lo es y muy buena) y se ha convertido desde una cocina minúscula con sólo horno, sandwichera y una inducción portátil en un lugar para disfrutar.
En apenas dos metros cuadrados opera Mónica que prepara todo casero: jamón de cerdo asado para el sándwich cubano (que es una locura, con un mollete de pan de cristal de Panes con Alma que es ideal), panceta confitada a baja temperatura para otro con chutney de pimientos de padrón, una tortilla de patatas digna de los mejores ránkings, un salmón marinado casero para unos notables huevos benedict, un brownie sedoso y liviano... Y muchas cosas más.
Para beber café, por supuesto, este miércoles de Etiopía. Para un filtro, un buenísimo cappuccino..., o al gusto de cada uno. Eso sí, no se esperen refinamientos ni remilgos que estamos en un mercado: mesas altas, separadas con mamparas bien puestas, y sitio estrecho. Pero no importa.
JUEVES
Visitando Chinchón, que su plaza lo merece y también una vuelta por el pueblo y alguna ruta de paseo, el jueves la comida fue tradicional pero muy cumplidora en el Café de la Iberia. A remarcar las habitas con huevo frito y fuagrás, el chorizo a la brasa o también el lechazo asado. Jugoso por dentro, crujiente por fuera, de sabor delicado..., muy bien. Y el cochinillo cumpliendo el nivel.
Por debajo, los postres, esa cuenta pendiente de tantos. Servicio raudo, profesional y cumplidor y además un jardincito interior de lo más agradable. Por eso estaba lleno hasta la bandera.
VIERNES
La semana termina sintiendo la suerte de un Madrid que funciona y que ve muchos restaurantes con mesas completas, una hostelería a la que se le ha dado aire y que lo agradece igual que una clientela que también lo hace, aunque no pueda salir de la Comunidad (no por restricciones de la misma sino por las de las demás).
El viernes revisitaba Taberna y Media, una de esas casas de comidas de la zona de Ibiza que busca con algún atisbo de modernidad el simple hecho de dar de comer bien. Compartí mesa con Yolanda, de La Venta de Nicanor, una tienda de producto gourmet a domicilio especializada en quesos pero con muchas referencias más que tenía interés por conocer más a fondo. Negocios familiares montados desde cero y cuyos artífices recorren el mundo seleccionando producto de pequeñas granjas, fábricas o artesanos. Gente inquieta.
Los torreznos con los que empezamos la comida me resultaron aún mejores que los que ya había probado en la barra algunas veces pues se deshacían completamente en su interior manteniendo una corteza crujiente, ¡qué delicia! Riquísimas también las patatas bravas como un buñuelo del tubérculo y una salsa canónica. Al tartar de atún le restaría ese potente aceite de sésamo que tanto enmascara los sabores e incluso le quitaría el puré de patata del fondo, que más que sumar resta al túnido. Riquísimas las carrilleras, tremendamente melosas y con una salsa trabada y untuosa, y buen nivel en los postres para rematar la jugada. Y hacen cocido entre semana, que ya va siendo temporada.
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