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Por primera vez en las seis ediciones de los Premios Alimentos de Cantabria, la organización –El Diario Montañés, la Consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Rural, y la Odeca– y el jurado han decidido conceder un premio extraordinario a la memoria de Nacho Basurto (Requejada 1967), que falleció el pasado 11 de diciembre a la edad de 53 años. Una cruel enfermedad arrebató la vida a este genial cocinero, de un talento exhuberante, maestro allá donde estuviera y un gran profesional comprometido con el empleo y la promoción de los alimentos de su tierra, que siempre estuvieron presentes en sus cartas y en sus platos, originales, gustosos y apetecibles.
Con la pérdida de Basurto la gastronomía de Cantabria se quedó huérfana de uno de sus chefs más auténticos, más admirados por los clientes de los restaurantes por los que pasó –entre los que forjó sólidas amistades– y más queridos por sus colegas de profesión.
La familia de Nacho Basurto, su viuda Deñe Galdós, y sus hijos Aitor y Ander, recogerá el premio 'in memoriam' como tributo de la sociedad cántabra a un cocinero que, desde que comenzó con apenas 16 años como aprendiz en el Molino de Puente Arce junto a otro personaje emblemático de la gastronomía de Cantabria como Víctor Merino, demostró su pasión, su tesón y su creatividad.
Hoy, entre los asistentes, al acto no faltarán decenas de personas que tuvieron la suerte de cultivar la amistad con el chef de Requejada, pero hay cinco muy especiales acompañarán a la familia por la estrecha relación que tuvieron con él: Kike Pérez (cocinero que le acompañó muchos años en su andadura profesional y con el que siempre compartió la afición por la caza); Ramón López (jefe de sala con el que estuvo en La Cúpula y en algunos otros restaurantes); María Martínez (su jefa de cocina durante más de una década en Asubio); Raúl Péreda (su jefe de sala en Asubio pero con el que dio sus primeros pasos en El Molino); y Fonso Fernández (dueño del restaurante Las Piscina en Villacarriedo y amigo entrañable).
No es tarea fácil resumir la trayectoria profesional de Nacho Basurto porque fueron 37 años en la primera línea, desde que ingresó en El Molino de Puente Arce hasta la etapa de Asubio Gastro, el gran proyecto que puso en marcha en 2018 y del que no ha podido disfrutar como se merecía por todo el esfuerzo que había puesto en conformar un establecimiento a su gusto, de acuerdo a lo que él, ya en una lúcida madurez, quería poner al alcance de sus clientes.
Basurto debía su afición a la cocina a sus padres. Su madre es una buena cocinera y desde niño vivió la hostelería en el restaurante El Regato de las Anguilas. Cuando, en plena adolescencia, dijo a sus padres que no quería seguir la senda de los estudios reglados, le mandaron a El Molino, con Víctor Merino, «a aprender una profesión, o sea, sin cobrar».
Luego estuvo en La Sardina, regresó a El Molino, y creció aún más en La Cúpula del Rhin. En 2006 creó la franquicia La Puchera en 2007 asumió la dirección del Solar de Puebla. Regentó el restaurante La Hoya y en 2010 inició la andadura en solitario cuando estrenó el gastrobar Asubio, en Santander. Todo rodaba bien y en 2018 sorprendió con Asubio Gastro, otro concepto innovador que pronto triunfó.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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