El néctar imprescindible del verano está en esta fruta

Existen diversas variedades aunque todas ellas se caracterizan por un sabor dulce y un poco ácido. Hay nectarinas con pulpa blanca y otras con pulpa amarilla o anaranjada. La época de recolección es mayo, aunque se puede encontrar en los mercados durante todo el año, ya que se cultiva en muchos países del mundo.

Fruta muy frágil, hay que saber elegir bien cada ejemplar, con su piel lisa brillante y ligeramente flexible al tacto. Redonda, con carne jugosa, con hueso, se puede comer tanto con piel como sin ella. Si está muy dura, puede indicar que no ha madurado lo suficiente o que la pulpa no es muy jugosa. Se conserva unos días a temperatura ambiente y varias semanas si se mete en el frigorífico. En este último caso, antes de consumirla es conveniente atemperarla para que resulte más sabrosa y dulce.

Su valor nutricional es muy parecido al melocotón, con algunas diferencias. Destaca su poder antioxidante y que es muy digestiva. Mejora el tránsito intestinal y los casos de estreñimiento, o prevenirlos. También está la aportación de vitamina C y de beta-carotenos, que son vitaminas responsables de la actividad antioxidante. Otras ventajas son el calcio, magnesio y potasio que aporta.

España es la segunda productora de la Unión Europea, con más de un millón de toneladas, cuyas áreas de producción son principalmente Lérida y Huelva, sin olvidar al valle del Jerte y la sierra de Gredos.

Para disfrutar de ella lo mejor es comerla sola para apreciar mejor sus características originales. Pero en la cocina da mucho de sí, pudiendo ser un perfecto complemento para ensaladas, añadiéndoles un matiz dulzón que resulta inconfundible. Para no dejar de hablar de la mermelada o de los bizcochos, compotas, jaleas, helados, crepes y sorbetes. Es un buen ingrediente, asimismo, de salsas (el «topping» de la leche o el yogur, acompañada de queso, membrillo o frutos secos).