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La alimentación es el factor más importante de nuestra salud y longevidad. Pero, ¿cuál es la manera más saludable de alimentarnos? Hoy asistimos a un desconcierto de opciones que van desde los que preconizan que debemos comer solo vegetales que se puedan comer crudos (crudiveganos ... ), los que apuestan por comer solo vegetales (veganos), los que, además de los vegetales, admiten alimentos animales que se obtengan sin sacrificar al animal (huevos, lácteos y miel) son los vegetarianos.
Entre las dietas mixtas saludables (alimentos de origen animal y vegetal) la más reconocida y popular es la llamada Dieta Mediterránea. Esta opción tiene hoy sus detractores. La mayor parte de las propuestas que figuran en el montón de pirámides, que podemos encontrar en Internet,tienen poco que ver con lo que comíamos los mediterráneos hace cincuenta años. Muchos proponemos otra alternativa alimentaria. Se trata de comer aquellos alimentos que se ajustan a nuestro diseño evolutivo; es la Dieta Paleolítica o Paleodieta.
Todos los animales conocen de manera natural lo que tienen que comer. Si una vaca se encuentra en el prado un plato de pollo asado, no lo comerá; quizá solo la verdura de la guarnición. Si ese menú lo encuentra un zorro en pleno bosque se comerá con satisfacción el pollo y ni tocará la guarnición vegetal. Cada animal ha desarrollado sistemas digestivos y metabólicos que le facultan para digerir y procesar un determinado tipo de alimentación. Pero la especie humana ha experimentado una evolución nutricional muy peculiar. Durante millones de años nuestros ancestros más primitivos, que vivían en el ancho cinturón de selvas que fajaba todo el planeta, se alimentaron de vegetales, raíces, tallos, hojas y frutos variados.
Eran herbívoros y frugívoros. Hace unos cuatro millones de años, las cambios climáticos ocasionaron sequias de cientos de miles de años en las zonas del Este de África donde habitaban nuestros ancestros. La ausencia de vegetales impulsó su evolución hacia el consumo de carne y pescado. Se redujo el tamaño del intestino grueso (donde se digieren lo vegetales) y aumentó considerablemente el tamaño del intestino delgado, donde se digieren las grasas y las proteínas de la carne y el pescado. Hace apenas diez mil años comenzaron a desarrollarse la ganadería, la agricultura y la fabricación de recipientes que permitían cocinar los alimentos.
Los primitivos Homo Sapiens comenzaron a consumir lácteos, cereales y sus derivados, las legumbres, el aceite, la miel, los dulces. Finalmente, hace apenas doscientos años el desarrollo tecnológico permitió la producción industrial de los alimentos artificiales y la utilización de productos químicos para la producción agrícola y ganadera.
La Paleodieta propone consumir los alimentos en proporción similar al tiempo durante el cual esos alimentos nutrieron a nuestros ancestros a lo largo de la evolución. La mitad de lo que comamos deben ser verduras, hortalizas y frutas. Una cuarta parte de nuestra alimentación la cubriremos con carne, pescado y lácteos. En un 20 por ciento nos alimentaremos de cereales, legumbres, féculas, aceites. Un 5 por ciento lo reservaremos para los alimentos artificiales, los procesados y los dulces. Numerosos estudios muestran las bondades saludables de esta paleo alimentación.
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