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Que si engorda, que si no es sano, que si está caliente es indigesto, que si..., que si..., que si... Durante los últimos cinco o diez años parece que el pan ha sido protagonista de una demonización por parte de la sociedad. Son muchos los hándicaps que han ido asociándose a su ingesta lo que, sin duda, ha tenido su repercusión directa en los datos de consumo. Sin embargo, estamos hablando de un alimento que ha formado parte de nuestra dieta desde tiempos inmemorables, a pesar de su no muy buena fama.
Pero no nos dejemos engañar. El pan es una elemento básico que el año pasado atrajo al 80% de los consumidores del mundo. Un alimento saludable –con un consumo moderado, como cualquier producto– y nutritivo que aporta fibra al metabolismo y que permite cubrir las necesidades de carbohidratos del organismo con tan solo una ración de 40 a 60 gramos al día.
Una masa cocida en horno, previamente fermentada, a partir de la mezcla de cereales molidos, generalmente trigo, agua, sal y levadura, que, además de ser una fuente natural de energía, contiene un gran número de ventajas y aportes para nuestra salud.
Existen estudios que demuestran que, por ejemplo, el pan integral reduce los niveles de colesterol malo; o que su consumo diario previene la aparición de diabetes; o que aporta un gran número de vitaminas como el hierro, el potasio, magnesio, ácido fólico, vitaminas B2 y B6. Razones más que suficientes todas ellas, junto a la satisfacción personal de llevarse a la boca un suculento trozo de pan, para no eliminar tal manjar de nuestra dieta.
A pesar de todo, los efectos de esa demonización a la que hacíamos referencia en las primeras líneas de este reportaje se notan, aunque también lo hace esa nueva conciencia del consumidor por productos de calidad y saludables que han llevado a poner el pan de nuevo a la moda.
Tal y como recoge el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en su Informe de Consumo Alimentario 2023, cada español consumió una cantidad de 27,35 kilos de pan en el 2023 (26,5 kilos en el caso de los cántabros). Un dato que supone un descenso del 2,1% respecto al año anterior, habiéndose vendido 96 millones de barras menos.
Sin embargo, las cifras no denotan toda la negatividad que parece porque lo cierto es que según este mismo informe, en lo que concierne al pan, el descenso de su consumo se ha ralentizado. Y es que, los hogares españoles redujeron un 1% la compra de pan en el año 2023, si bien en el 2022 el descenso registrado fue del 7,2% y en el 2021 del 8,1%.
Es este cómputo general, el 78,5% del volumen total de pan adquirido se corresponde con pan fresco, y es por tanto quien lidera el mercado, con un consumo de 18,73 kilos por persona y año, en el caso del pan fresco normal.
Los españoles redujeron un 1% la compra de pan en 2023, si bien en el 2022 el descenso fue del 7,2% y en el 2021 del 8,1%
Los panaderos disponen de una amplia variedad con los que satisfacer la demanda de un cliente cada vez más exigente
Además de lograr ralentizar el descenso del consumo, el sector del pan ha conseguido que su valor del mercado se sitúe en positivo. Y así lo reflejan los datos que bajaran desde la Asociación Española de la Industria de Panadería, Bollería y Pastelería (Asemac).
En 2023, la industria panadera facturó en España aproximadamente 1.089 millones de euros, un 10,17% más en comparación con el año anterior. Esto supuso un crecimiento de más de 100,5 millones con respecto a la cifra de negocio registrada por ese sector en el país durante 2022. Aunque aportando un enfoque realista, en estos buenos datos han tenido gran peso la inflación y el elevado coste de las materias primas.
Ante ello, el sector del pan artesano se enfrenta a una realidad en la que resulta imprescindible alzar a lo más alto la calidad y la cuidada elaboración de sus panes, así como el valor nutricional de un producto que se sitúa en la base de la pirámide de una alimentación saludable. Todo ello para sostener en el tiempo una realidad que parece dirigirse, según apuntan algunos expertos, a una recuperación constante a corto y medio plazo, de la demanda del pan.
En esta línea, y cifras aparte, el consumidor busca cada vez más opciones más sanas, nutritivas y sostenibles. Una tendencia ligada a los panes artesanales, donde la calidad se sobrepone al coste y donde el conocimiento y el buen hacer del panadero cobran cada vez más importancia.
Así, el pan de siempre se ha convertido en tendencia, regresando el consumidor a esos sabores auténticos, frutos de una elaboración más pausada y artesana, que les aporte una grata experiencia. Y aquí, los panaderos han conseguido responder con una amplia variedad de opciones –gracias a la innovación y a su afán por evoluciona– con las que satisfacer la demanda de un cliente cada vez más exigente.
Junto al tan consumido pan blanco del que hablábamos, hoy podemos encontrar multitud de alternativas, de distintas formas, sabores y texturas, que han ido surgiendo en los últimos años como el pan integral, sin sal, de semillas, sin gluten, de masa madre, de leña, multicereales...
Peso. Frente a los industriales, donde las levaduras artificiales y las harinas baratas dan como resultado panes ligeros, los artesanos son piezas pesadas que pueden llegar a triplicar el peso de una industrial.
Corteza. El pan debe contar con una corteza crujiente, gruesa y homogénea. Se trata de una corteza bien tostada y con un característico color pardo que no debe desprenderse al apretar el producto.
Miga. Ni muy blanca, ni muy elástica. La miga de un pan artesano debe ser irregular y con alveolos, es decir, esos agujeros grandes que son seña de una buena fermentación.
Aroma y sabor. El pan artesano debe tener un ligero toque de acidez, fruto de la fermentación, y un característico sabor a cereal, además de un olor a masa madre y harina. Y es que si el pan no huele, es que no ha reposado lo suficiente.
Suela. Si la suela del pan está lisa y uniforme, es signo de que ha sido elaborado en un horno de leña y no es uno industrial.
Aspecto. En una panadería artesana, cada pieza es única. Ningún pan es igual a otro, son imperfectos, parecidos pero distintos.
Frescura. Si al día siguiente el pan está duro, no es artesano. Este suele mantenerse fresco durante varios días, especialmente si se cubre con un paño de tela.
Digestión. Aquí podemos aplicar aquello de cuánto más pese en la mano, menos pesa en el estómago. Y es que un buen pan artesano, elaborado con buenas harinas y con una fermentación reposada, es más digestivo y cuenta con más propiedades saludables.
Ruta gastronómica
Teléfonos: 942 216 203, 942 526 277 y 942 550 121.
Especialidades: Con más de cuarenta años de trayectoria, ofrece la mayor diversidad de panes de la región, además de elaborar panes a medida para hostelería.
Localidades: Cartes, Los Corrales de Buelna y Santander (Marqués de la Hermida, San Fernando y Peñacastillo).
Teléfono: 942 819 954 (Cartes).
Especialidades: Pan de picos, hogaza de Potes, Fabiola, canteros, centeno, Barruca, 5 cereales, espelta, blanca, pasas y nueces, maíz y pasas...
Localidad: Heras (Polígono Industrial, parcela 101, nave 4).
Teléfono: 942 542 509.
Horario: L-V, 9.30 a 13.30 y 16.00 a 20.00. S, 9.30 a 14.00.
Especialidades: Cubertería, vajilla y cristal, hornos de brasa y convención, Kamado, parrillas especiales para catering...
Teléfonos: 942 404 460 y 942 014 577.
Especialidades: Panes de masa madre, cristal, trigo sarraceno, de espelta, centeno y maíz, de pasas y nueces... Producto fresco, natural y recién hecho. Premio a la mejor pasta de té de Cantabria. Hojaldres de mantequilla, tartas, pasteles...
Teléfonos: 942 018 956 y 629 822 087.
Responsables: Juan Antonio y Juan Carlos Pérez.
Especialidades: Panes de fermentación y horneado lentos. Gallofa, chapata, baguette, de pueblo, especial artesano, chía espelta... Nueva apertura en Torrelavega.
Teléfonos: 942 540 325 y 942 559 681.
Fundadores: Valentín Hurtado e Isabel Gómez.
Responsables: Juanjo y Valentín Hurtado.
Especialidades: Panificadora con dos libras, una de pan común y otra de panes artesanos.
Teléfono: 942 575 090.
Responsables: Familia Laherran. Fundada en 1930.
Especialidades: Panadería artesanal y elaboración diaria. Destacan sus desayunos saludables y su repostería (obrador propio), para degustar en su agradable terraza.
Teléfonos: 942 503 169 y 942 563 003.
Responsables: Francisco y Gladys Oslé.
Especialidades: Reconocida con 4 estrellas en la ruta nacional del buen pan. Hogaza de masa madre 100%; de espelta; de sarraceno; integral… Repostería propia: magdalenas, brioche, tartas, rosquillas...
Teléfono: 942 353 535.
Web: www.gallofa.com
Especialidades: Panadería, bollería, salados, pastelería... Pan de maíz, de espelta, multicereales, candeal, payés, gallego, pan de pasas y nueces, chapatas de olivas, panes 'preñaos'...
Teléfonos para pedidos: 628 047 051 y 609 672 812 (whatsApp).
Propietaria: María del Mar Celador.
Especialidades: Panes artesanos. Repostería y dulces medievales.
Observaciones: Reparto gratuito en Santander y Aguilar. Envío a domicilio.
Teléfonos: 650 142 689 y 666 719 889.
Responsables: Elías y Verónica Blanco Pérez. Fundada en 1906 (actual dirección desde 1991, con la segunda generación).
Especialidades: Barras y hogazas rústicas, pan con centeno, campesinos y chapatas con doble fermentación...
Teléfono: 942 332 546.
Panadero: Víctor Castanedo.
Especialidades: Elaboración con su propia masa madre para elaboraciones naturales mediante un proceso de fermentación lenta de hasta 18 horas. Pan de suela, de chía, de espelta y de maíz.
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