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Olivia Pereda, en uno de los invernaderos, se encarga de coordinar las siembras y la evolución de las plantas. Daniel Pedriza
«Hemos pasado de pensar en tirar las plantas a no dar abasto para repartir»

«Hemos pasado de pensar en tirar las plantas a no dar abasto para repartir»

Con 130.000 metros cuadrados en el municipio de Voto, Viveros Barbas produce al año cera de 50 millones de plantas hortícolas

Viernes, 5 de junio 2020, 17:41

A la llamada conciencia ecológica y la creciente demanda de consumir alimentos cada vez más naturales, cultivados sin pesticidas ni fertilizantes, se han sumado los cambios derivados de un confinamiento que se ha prolongado durante semanas: buscar nuevas formas de pasar el tiempo y autoabastecerse para tener llena la despensa. Las huertas o plantaciones de autoconsumo familiar han existido siempre en los pueblos y zonas más rurales, pero en las últimas semanas ha crecido la demanda de los nuevos huertanos.

El cierre de comercios y mercados provocó una avalancha de pedidos de plantas sin precedentes. Olivia Pereda, de los Viveros Barbas, en Rada, confirma que esta nueva tendencia existe y que las ventas se han disparado desde el inicio del estado de alarma.

-Durante estas semanas han sido la salvación para los agricultores pero también para muchos y nuevos particulares...

-Hay que tener en cuenta que a partir de marzo empieza la época más fuerte y es cuando más vendemos pero esto no ha sido normal. Cuando empezó todo esto pensábamos que tendríamos que tirar gran parte de la producción, y ahora nos faltan plantas. La preocupación inicial y la incertidumbre generaron ciertas dudas sobre si podríamos distribuir o no, finalmente no tuvimos ningún problema y hemos podido llevárselas a todos. El sobresalto llegó con el cierre de los mercados, donde también vendemos muchísimo a los particulares. De la noche a la mañana comenzaron a llamarnos para que se lo acercáramos a sus casas, ¡una locura! Hemos repartido por todos los municipios de Cantabria. Tuvimos que reforzar la atención telefónica y estamos a punto de activar la plataforma de venta online. Esto que nos ha ocurrido nos ha hecho abrir los ojos en este sentido y es un servicio que tenemos que ofrecer porque cada vez hay más demanda. Con la crisis que nos acecha las familias, no solo en los pueblos, se están animando a plantar sus tomates, lechugas, pimientos, incluso hierbas aromáticas como el perejil o la albahaca, en suelo o en macetas.

-¿Qué tipo de plantas suministran y qué volumen?

-Contamos con una amplia variedad de plantones hortícolas, tanto ecológicos como convencionales. Vendemos mucho tomate, pimiento, lechuga, cebolla, calabacín, pepino, coliflor, col, brócoli, puerro, acelga... No vendemos ni semillas ni turbas, solo plantas. Las semillas y el sustrato lo compramos, salvo las semillas autóctonas que las seleccionamos y reproducimos nosotros, por ejemplo la cebolla roja, el tomate de Cantabria, el Pimiento de Isla, la berza amarilla, el pimiento choricero... Al año estaremos vendiendo unos 50 millones de plantas.

-¿Cuáles tienen más demanda y porqué?

-Generalmente las plantas que más se demandan responden a los productos que más se consumen y que a su vez crecen más rápido, como las lechugas, los tomates o los pimientos. A los agricultores vendemos muchas plantas injertadas, y cada vez más a los particulares, porque es más fuerte y produce más y de mejor calidad. Los agricultores nos demandan sobre todo injertos de tomates y pimientos.

«Los productos más demandados son los que más se consumen porque crecen más rápido como tomates, lechugas y pimientos»

-¿Tienen tirón las plantas ecológicas?

-Si tienen pero en volumen se vende más la convencional porque la semilla ecológica es más difícil de conseguir. Si alguien nos pide semilla ecológica y no la tenemos certificada, hay que pedir autorización a la Consejería para introducirla como nos ha ocurrido con alguna variedad de tomate.

-¿Con qué infraestructura cuenta el vivero?

-De los 130.000 m2, 55.000 metros son de invernaderos multitúnel con cerramientos de plástico y malla, totalmente automatizados con control de clima, riego, abonado y tratamientos fitosanitarios por nebulización. Calefacción por aire y por tuberías de agua caliente, máquinas de siembra, cámaras de germinación, un invernadero adaptado con máquina de desinfección y lavado de bandejas, sala de injertar, camiones y furgoneta isotermo para el traslado de la planta a las explotaciones de los clientes. Contamos con un equipo formado por 35 personas, entre oficina, vivero y repartidores, aunque suele haber altas y bajas en función de las temporadas

-¿Qué mejoras han introducido en los últimos años?

-Los injertos. Llevamos 15 años realizando esta técnica para mejorar y aumentar las producciones de los cultivos. Requiere de personal altamente cualificado y de una gran precisión. También nos permite luchar con eficacia contra plagas y enfermedades. Es una técnica respetuosa con el medio ambiente, con lo cual puede utilizarse en cultivos ecológicos.

-Y la trazabilidad de las plantas, ¿qué papel juega en la cadena alimentaria?

-Certificar la trazabilidad de las plantas es una obligación legal para nosotros y una exigencia por parte del agricultor para garantizar la máxima seguridad y calidad. Todas nuestras plantas se tratan con productos ecológicos semanalmente como prevención, con especial atención en tomates y pimientos por ser más susceptibles.

-¿Qué les impulsó a poner en marcha los viveros?

-El cariño y el respeto de nuestro padre por la agricultura. Mi padre y sus hermanos vendían hortalizas y verduras que cultivaban mis abuelos y con 20 años empezó a hacer semilleros para venderlos por Cantabria y Asturias. Concretamente de cebolla roja, y de mucha calidad porque no se subía -se estropeaba- y duraba todo el invierno. Mi hermano Eugenio, el mayor de los chicos, aprovechaba el recreo para ir hasta la huerta a hacer lo que fuera, es solo un ejemplo porque todos llevamos la huerta en la sangre, hemos crecido con ello. La empresa, Vivero Barbas en homenaje a nuestro padre, se fundó por iniciativa de cuatro de mis hermanos, Eugenio, Roberto -que era ingeniero técnico agrícola-, Raúl y Javier. Ellos empezaron en Limpias, donde mi padre tenía un invernadero de madera y plástico -de hecho fue uno de los pioneros en utilizar plástico para los cultivos cuando no se utilizaban todavía en el sur-. Decidieron comprar un terreno en Rada con la idea de crecer y ampliar el negocio. Mi padre les advirtió de la responsabilidad que tenían, de nosotros dependen muchos agricultores que luego dan de comer a mucha gente, algo de lo que siempre fueron conscientes. Para nosotros esto ha sido como criar a un hijo y darle todo lo mejor. Hemos llegado hasta aquí con dedicación y esfuerzo. Ampliando poco a poco.

Pioneros en la plantación de semillas

La Sociedad Agrícola de Transformación Barbas se constituyó oficialmente en el año 1985, aunque su relación con la plantación de semillas hortícolas se remonta a los años 40 del siglo pasado. Localizados en Rada, al sur de la comarca trasmerana, en el municipio de Voto, los viveros han ido creciendo e implementando moderna tecnología para satisfacer la demanda de sus clientes, agricultores y particulares. Con una superficie de 130.000 m2, es pionera en la producción de plantas hortícolas y el semillero más grande de la cornisa cantábrica.

Olivia Pereda es la benjamina de doce hermanos nacidos en Limpias, que llevan en la sangre la pasión de su padre, Eugenio Pereda, conocido como 'el barbas', por el cultivo de las plantas hortícolas. «De mi depende la coordinación de las siembras y vigilar el crecimiento de las plantas, controlar su se adelantan o se retrasan, para sacarlas en el momento justo».

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