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Hoy hacemos en casa pasta fresca con ajo, aceite y guindilla

Hoy hacemos en casa pasta fresca con ajo, aceite y guindilla

¿QUÉ HAY DE CENA PAPI? ·

Con harina floja, tres huevos, media cucharada de sal y dos cucharadas de aceite haremos una rica pasta casera

Ricardo Ezcurdia

Santander

Viernes, 24 de abril 2020, 19:51

Hacer pasta fresca es mucho más sencillo y menos engorroso de lo que nos podemos imaginar, únicamente con harina y huevos, podemos disfrutar de una pasta fresca casera que no olvidareis jamás. Aunque también podemos hacer pasta fresca con sémola y agua, por lo general sin huevo, pero os recomiendo hacerla al huevo ya que es la que más fácil se hace, sobre todo porque la vamos a consumir en el momento ya que ni disponemos de tiempo ni de medios para secarla correctamente.

Precisaremos 300 gramos de harina (floja), tres huevos, media cucharada de sal y dos cucharadas de aceite.

Hacemos un volcán en un bol con la harina y le añadimos los huevos, la sal y las dos cucharadas de aceite, amasamos bien con la mano hasta que el resultado sea una masa homogénea. Hay que hacerlo con energía para ligar todo muy bien.

Cuando tengamos una masa ligeramente dura que se nos despega de las manos la dejamos reposar en el mismo bol, tapada con papel film una media hora. Si vemos que nos queda un poco seca le podemos añadir unas gotas de agua; y si, por el contrario, nos queda húmeda un poco de harina.

Transcurrido ese tiempo dividimos la masa en varias bolas y las amasamos con el rodillo ayudándonos de un poco de harina, para facilitar su paso por los rodillos de la máquina.

La pasamos cinco o seis veces, achicando paulatinamente el grosor hasta conseguir el deseado, y lo impregnamos de harina a cada paso.

Lo cortamos ya sea a mano o con la máquina y lo dejamos unos minutos para reposar.

Ya la tenemos lista para cocinar. Mientras la dejamos reposar, preferiblemente colgada al aire, pero si no podéis, en una bandeja con harina es suficiente, nos vamos a poner con el acompañamiento.

Si la pasta es sencilla, el acompañamiento más todavía. Únicamente en una sartén ponemos un buen chorro de aceite de oliva y una guindilla –o un par de ellas en el caso de los más valientes– partida en dos, lo dejamos un minuto a fuego suave mientras picamos un diente de ajo bien fino y lo añadimos a nuestra sartén. Lo dejamos hasta que apenas tenga el ajo tome un poco de color.

Ponemos una olla con abundante agua y sal a hervir y añadimos la pasta cuando esté hirviendo. En un par de minutos la sacamos, la escurrimos y la añadimos a la sartén. Salteamos y servimos.

Si preferís un sabor menos picante se puede echar la guindilla entera en vez de partida y la retiramos antes de añadir el ajo, y si por casualidad le añadís unas gambitas elevas el plato al cielo de los platos de pasta.

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