Pichones que vuelan a casa
Salsa de chiles ·
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Salsa de chiles ·
Lo anunció en primicia Luis Alberto Lera hace unas semanas durante su charla virtual en Gastronomika Live y ya es una realidad. Los pichones de Tierra de Campos ya llegan, escabechados, a domicilio. Gracias a un acuerdo con la empresa palentina Cascajares, bien ... conocida por sus productos preparados, especialmente el capón, pero también cochinillo, cordero, pavo, pularda o las casi desaparecidas crestas de gallo de corral, que se comían como un bocado exquisito en muchas zonas de España. En Castilla, por ejemplo, era habitual reservar las crestas para el cabeza de familia.
Las de Cascajares están elaboradas siguiendo la técnica del confit mediante una cocción muy lenta y a baja temperatura en grasa de pato que también sirve como conservante sin aportar sabor alguno. En casa basta con poner la lata al baño maría y servirlas muy calientes.
Pero volvamos a los pichones, producto emblemático de Lera, donde se sirven al año más de diez mil. Guisados o escabechados como estos que ahora podemos comer en casa y que enlazan con otra gran especialidad de esta casa, los escabeches.
El pichón es el rey en Lera, donde todo huele a campo y donde todo procede del campo. Pichón bravío criado en los palomares de Tierra de Campos que son patrimonio histórico y cultural de esas tierras zamoranas y que el chef lucha desde hace años por conservar pese a las innumerables trabas burocráticas que encuentra. Por toda esta comarca de Zamora se extienden esos palomares que ayudaban a sostener las economías familiares de agricultores y ganaderos.
La despoblación y el cambio de cultivos estaba acabando con esta rareza que ahora recupera Luis Alberto Lera y que es un motivo de esperanza para reactivar la economía de la zona y para conservar el patrimonio cultural. Estos pichones escabechados que ahora se envían a domicilio (en cajas de dos) están estupendos y ayudan a quitarse el mono mientras llega el momento de viajar a Castroverde de Campos, pero personalmente prefiero el guisado.
Servido entero, con sus menudillos, su carne es pura mantequilla; su sabor, intenso, y la salsa que lo acompaña, extremadamente ligera y sabrosa. Hace ya treinta años que lo probé por primera vez en el Mesón del Labrador, que es como entonces se llamaba el restaurante. Y nunca me canso de repetir.
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