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De las 189 razas que figuran en el catálogo oficial del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 165 son autóctonas, y de éstas un total de 140 están catalogadas en peligro de extinción y solo 25 en expansión. España cuenta con uno de los patrimonios ... ganaderos más importantes de Europa, pero para muchas razas la cuenta atrás ha comenzado y el reloj no se detiene.
En Cantabria, la situación es especialmente preocupante para siete razas: Pasiega, Tudanca, Monchina (bovina y equina), oveja Carranzana, Cabra del Asón, Gallina Cántabra e Hispano-Bretón. Cada una de ellas presenta unas particularidades, tiene unas amenazas –el lobo coincide en varios casos– y unas dificultades para incrementar su censo. Coinciden en que ninguna cuenta con diez mil hembras reproductoras, una cifra que se suele emplear para definir cuándo existe una amenaza cierta de desaparición y para establecer ayudas económicas para evitarlo.
Pero donde todas estas razas tienen un denominador común es en que cuentan con un pequeño pero muy comprometido grupo de personas, ganaderos, criadores..., que trabajan para defender la raza, fomentar su crecimiento en censo, preservar su autenticidad y dar visibilidad.
Ayer, en el Centro Cívico de Meruelo, tuvo lugar el 'I Encuentro de Razas Autóctonas amenazadas presentes en Cantabria'. La iniciativa fue de la Asociación de Criadores de Ganado Vacuno de la Raza Pasiega y contó con siete ponentes que expresaron el estado de la cuestión de cada una de las razas citadas.
El Encuentro contó con la participación del consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Guillermo Blanco, que abrió la sesión agradeciendo el esfuerzo de quienes tratan de preservar estas razas y aprovechó para incidir en la necesidad de regular la población de lobos en Cantabria cuyas acciones depredadoras generan grandes pérdidas entre muchos de los ganaderos que manejan este tipo de razas. Llegó incluso a cifrar en cuatro ataques de media diarios del lobo y en cinco animales muertos.
La primera ponencia la dictó Sergio Canales, vicepresidente de la Asociación de Vaca Pasiega, que reconoció que la raza está en un momento complicado, «estamos esperando a la nueva PAC, porque la anterior nos estancó», ya que apenas está registradas 493 reses. Apeló a un manejo holístico, dio claves para un pastoreo adecuado y reivindicó que no se vea a la pasiega en términos productivos.
Lorena García, responsable del libro genealógico de la raza tudanca, recordó su proceso de declive a medida que el campo se mecanizó y perdió su papel como raza de carga. De las 80.000 cabezas de 1940 se ha pasado a 13.500 reses, de las cuales unas 7.800 madres. Los esfuerzos realizados en los últimos años han conseguido que la carne de tudanca sea muy apreciada desde el punto de vista gastronómico. La colaboración con la Fundación Botín, AgroCantabria y Afteca ha facilitado el cebo y la proyección dentro de la IGP.
Esperanza Campuzano, responsable del libro genealógico de la raza hispano-bretona (Asociación Manadas), recordó su origen a partir del cruce de yeguas del país con diferentes razas francesas, lo que dio como resultado ejemplares de tiro y de trabajo para cubrir las necesidades rurales. Desde 1997 está en peligro de extinción –apenas hay censados unos 12.000 ejemplares– a pesar de que su carne tiene muchas virtudes, pero sigue siendo apenas una gran desconocida: «En Cantabria quien más la consume es el lobo».
Manuel Pérez, presidente de la Asociación Regional Avícola Barrada Cántabra (Abacant) defendió la gallina cántabra, diferenciándola de la pedresa, ya que la primera tiene un origen atlántico y no mediterráneo. Desde esta asociación están buscando el reconocimiento de la raza a nivel europeo. En total hay registrados 130 gallineros, algunos fuera de la región. Y como observación interesante, «la gallina cántabra tiene una demanda increíble, los socios no damos abasto». En el libro de ruta es 'sacar' al mercado un capón cántabro.
Sergio Nogales, veterinario, calificó la situación de la oveja carranzana de la variedad negra de muy desconcertante y, aunque se vincule a este valle vizcaíno, «la primera referencia gráfica es de 1972 en un grabado con motivo del Concurso de Ganados de Santander». Aunque tiene buena aptitud láctea, la mayoría se destina a carne. En el censo hay 30 ganaderos y 1.595 ejemplares, de los que tan solo 255 de la variante negra. El problema que late es que las competencias administrativas de la raza las tiene el País Vasco, pero ha asumido la gestión del libro genealógico. Los ganaderos cántabros estarían dispuestos a asumir esta gestión con tal de que la raza no desaparezca.
Silvestre de la Calle, técnico forestal de Extremadura, colaborador de las asociaciones de Cantabria y divulgador a través de un blog, tuvo un papel doble en este Encuentro. Por un lado, se encargó de presentar a los diferentes ponentes, y por otro, él también fue ponente para hablar de una raza prácticamente desconocida, la cabra del Asón. Tras detallar las peculiares características morfológicos de esta raza de aptitud cárnica y cría extensiva, el ponente diferenció entre los ejemplares de capa mora (negra), corza (nunca con la tripa roja como la Azpi Gorri) y la lobata. En la actualidad, se estima que el censo está en 2.500 ejemplares, que forman rebaños pequeños, muy amenazados por el lobo.
Finalmente, llegó el turno de la monchina, un término que tiene su origen en un arbusto retorcido en la zona del Asón que solo vale para leña. El carácter salvaje, agresivo y arisco de estos ejemplares se asoció a este término que aparece por primera vez citado en 1846 en unos toros monchinos de Guriezo.
Hay ejemplares de raza monchina bovinos y equinos, que generalmente se asocian a hábitats abruptos, con plantaciones de eucaliptos, bosques de matorral y gran inclinación media; generalmente pasan la mayor parte del año en estas zonas de pastoreo. El censo más reciente cifra en 49 los socios en 1874 las reses, la mayoría consideradas de raza pura después del problema que se produjo en 2004 cuando se fomentaron los cruces con asturiana de los valles y limusina en el caso del vacuno. Eso dio lugar a que la raza perdiese pureza, algo que se corrigió con el compromiso de no cruzar más ejemplares salvo por sementales puros. Desde 2016, prácticamente el 99% se pueden encuadrar en la categoría A, de máxima pureza.
En muchos casos, si no fuera por las subvenciones que tienen los ganaderos que se ocupan de estas razas no sería posible preservar su importancia a la hora de conservar los recursos genéticos en el mantenimiento de la biodiversidad y su contribución a un entorno sostenible desde el punto de vista medioambiental.
El futuro siempre es incierto, tanto por lo que pueda representar la nueva PAC para estas razas amenazas de extinción como por el desánimo que puede cundir entre los ganaderos cuando ven que las circunstancias, especialmente duras ahora en lo económico, dificultan o impiden alcanzar niveles de sostenibilidad y rentabilidad. Si a ello se suma el problema sin resolver del control poblacional del lobo, al que curiosamente se ha considerado una especie protegida a pesar de los destrozos que provoca en muchos de estos rebaños a diario, no es de extrañar que cada día sea más difícil encontrar gente dispuesta y comprometida.
Una de las soluciones, como comentó más de un ponente, pasa porque la carne de comercialice adecuadamente. De ahí la frase del títular: «Si quieres conservar una raza, ¡cómetela!».
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