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MARIANA CORES
SANTANDER.
Domingo, 8 de diciembre 2019, 08:43
El besugo ya no está solo en Navidad. Las horas delante de los fogones, las colas en el mercado, eligiendo pez o lechazo, las bandejas de turrones y polvorones que duran hasta marzo, son cosa de algunos menos que antes. Las tradiciones están cambiando ... y la noche más sagrada del año, ya no lo es tanto. «Si quisiera, podría tener a doscientas personas a cenar en Nochebuena. Pero también pienso en mi gente y quiero que estén con sus familias. Es una locura la cantidad de llamadas que recibimos para el 24 y 25 de diciembre», cuenta a este periódico Sergio Bastard, de La Casona del Judío.
Durante el mes de diciembre, y recientemente, también en noviembre, restaurantes, bares y hoteles hacen su agosto con las cenas navideñas, ya sean con familia, amigos o compañeros de trabajo. «Lo importante es celebrar y se nota la misma alegría a la hora de reservar para comer o cenar en estas fechas que en años anteriores», afirma el presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria, Ángel Cuevas. Navidad es la época de los excesos. Es una obviedad. El problema es que cada año se adelanta un poco más y diciembre ha perdido la exclusividad. Noviembre se ha colado en esta vorágine de alumbrados, escaparates y decoraciones, a los que se les suman las cenas de empresa y de amigos. Incluso se está dispuesto a adelantar la 'operación bikini', asumiendo que se van a ganar unos kilitos de más. Ni siquiera los avisos de una posible crisis han hecho mella en el espíritu navideño de los más glotones. Los restaurantes ya cuelgan el cartel de 'lleno' para los dos fines de semana previos a Navidad.
Según Cuevas, «la campaña va muy bien, como todos los años. Puede que este incluso se haya adelantado un poco más, tanto las cenas previas como las llamadas para reservar las fechas claves, como Navidad, Fin de Año o Año Nuevo». Agrega, de hecho, que «este año también van muy bien las reservas de alojamientos, coincidiendo con las vacaciones de los niños».
En ello coincide Luis Alberto Oria, encargado del restaurante La Prensa, de Santander. «Cada vez tenemos más encargos de comida para llevar de gente que viene de fuera, ya sea que vienen a sus casitas de veraneo o que alquilan».
En cuanto a las cenas, apunta que van «igual de bien que otras veces». «Pero lo que nos está sorprendiendo es el aumento de personas que llaman para preguntar que si abrimos en Nochebuena. Tenemos claro que es una noche muy especial y la reservamos para nuestras familias, pero nos insisten y me dicen: 'No quiero cocinar en Nochebuena'». Advierte a aquellos que aún no han reservado para las cenas previas a Navidad que «no se despisten». «Los dos fines de semana anteriores, el del 13 y el 20 de diciembre, ya están muy complicados».
En cuanto a los precios, «los menús de empresa van de los 35 euros a los 60 y pueden incluir centollo gallego o bogavante». Sin embargo, «los grupos más pequeños, de amigos o compañeros de trabajo, que se pagan cada uno lo suyo, suelen ser más económicos».
Pedro Álvarez reservó mesa en el restaurante Fuente De hace más de un mes. «Todos los años por estas fechas nos reunimos la pandilla de amigos. Lo somos desde hace más de quince años. Algunos viven fuera, pero por estas fechas siempre vuelven a casa. Es el momento perfecto para vernos todos».
Su cena es algo «peculiar». La llaman «la cena del revés». «Empezamos con el gintonic, seguimos con el té del puerto, tarta de queso y después ya vienen los platos principales. Cuanto terminamos con el jamón y las croquetas, seguimos de cañas por Peña Herbosa. Vamos, lo que hace todo el mundo, pero nosotros a la inversa».
Alba Pérez tiene su comida de compañeros de trabajo el viernes. «Llevamos toda la semana de subidón, haciendo bromas sobre ello. Parece una tontería, pero te sube el ánimo, porque sabemos que lo vamos a pasar muy bien», contó. Son un grupo de ocho y han «decidido escoger un menú barato, que no llega a 14 euros, para que puedan venir todos, sin tener que preocuparse de los precios».
Ana Tresgallo, jefa de Sala del restaurante Villa Santillana, de Torrelavega, comenta que «están venga a llamar para la cena de Nochebuena, algo que antes era impensable». «Tenemos claro que no vamos a abrir, pero si lo hiciéramos, llenábamos el restaurante, seguro».
Lechazo, merluza rellena, sopa de pescado, púding y, sobre todo, su especialidad: puerros rellenos. «Esto es lo que más nos encargan para llevar y también lo que incluimos en nuestros menús de comidas y cenas. Los precios van de 25 a poco más de 40 euros», agrega Tresgallo.
Al igual que en Santander, en Torrelavega, los dos fines de semana previos a Nochebuena «son los más demandados». «Pero aunque estemos a tope, en estas fechas siempre se tiene un rato para quedar en la cafetería a tomar un caldo o un vino. Por mucho que anuncien que va a venir una crisis, la gente, en Navidad, quiere disfrutar. El ambiente es muy bueno».
Pablo Castro tiene su agenda llena. «Es que tengo tres cenas de Navidad en la misma semana. Voy a llegar rodando a Nochebuena... Es que todo se concentra en unas pocas semanas». Aun así, le gusta «porque te encuentras con amigos con los que hacía tiempo que no te veías y todo el mundo parece estar de mejor humor». Lo que no le gusta tanto es que en algunos lugares «te timan». «O bien con el precio, excesivamente elevado, o bien con la calidad. Te ofrecen menús baratos, pero que dejan mucho que desear».
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