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No quiero comida bonita, quiero comida sabrosa

No quiero comida bonita, quiero comida sabrosa

La semana día a día ·

Clara P. Villalón

Santander

Viernes, 16 de agosto 2019, 08:21

Lunes

Fresas en Álbora

El lunes pasado descubrí en la barra de Álbora –una de esas direcciones a las que acudir si se quiere picar algo de calidad y gustoso sabiendo que no vas a fallar nunca–, unas de las mejores fresas que he comido desde ... hace mucho tiempo. Las frutas en cuestión, a caballo entre las fresas normales y las silvestres según me pareció, eran pequeñitas, estaban llenas de sabor y tenían ese contraste dulce-ácido tan adictivo que sólo apetecía comer más y más. Preguntando nos comentaron que se cultivan en Madrid, concretamente en los viveros Monjarama de San Sebastián de los Reyes y aunque las venden en cajas también cada uno puede ir a recolectar las suyas y se las cobrarán a un precio más barato, ¡qué gran idea! La fresa es una especie que casi no se ve en las fruterías y es que poco a poco ha sido conquistada por su primo el fresón, una fruta preciosa para lucir en los lineales pero que se ha desnaturalizado hasta tal extremo que ya carece de ningún sabor. ¿Qué ha pasado? Para empezar que nuestra desvinculación del campo ha hecho que se produzca un rechazo generalizado por todo lo que no es bonito y buscando la perfección estética se han hibridado y modificado genéticamente las especies para lograr siempre una apariencia perfecta. Del mismo modo ha sucedido para que las producciones sean más intensivas, el tiempo de su temporada aumente y su resistencia también. Y así, felices de nuestros boyantes fresones, nos los comemos insípidos teniendo que aliñarlos o procesarlos para que sepan a algo cuando en realidad lo que deberíamos hacer es apoyar iniciativas como la de Monjarama. Pero no sólo comimos fresas en Álbora, sino que fue únicamente el postre de un aperitivo que se convirtió en comida por lo cómodos que estábamos y es que después de un plato de jamón y coppa Joselito todo puede ir bien. Me sorprendieron gratamente los tacos de abanico escabechados por su frescor y sabor, las croquetas de jamón son un fijo de la casa, los daditos de buena merluza ejemplarmente rebozada no fallan y la tortilla de puerro y bacalao, jugosa, pide repetir.

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