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Qué mejor manera de participar en el «día mundial» de la pasta carbonara que llevándola al plato; una de esas recetas que cruzan fronteras sin ... necesidad de pasaporte. En Cantabria en la Mesa queremos invitar a todo aquel que quiera seguir esta elaboración para que disfrute de un plato típicamente italiano pero internacional y, sobre todo, rico. No hay mesa que no haya vivido una conversación alrededor de un plato de pasta a la carbonara, ni restaurante italiano que no haya rendido tributo a esta elaboración nacida, dicen algunos, en Roma, otros en el Lazio. Aunque existen muchas versiones, la auténtica carbonara se prepara con yema de huevo, queso pecorino, guanciale (o bacon), pimienta negra, y, por supuesto, sin nata.
200 gr. de pasta corta estriada.
125 gr. de guanciale (o bacon).
50 gr. de parmesano rallado.
25 gr. de queso pecorino rallado.
Pimienta negra en grano.
3 huevos.
Sal.
Saltea el guanciale. Córtalo en dados pequeños y saltéalos en una sartén (sin aceite), a fuego lento, durante unos 8 minutos, hasta que haya soltado toda su grasa y los dados estén bien tostados y crujientes. Retira el guanciale con una espumadera y resérvalo. Reserva también la grasa que ha soltado, en la sartén.
Pon abundante agua en una olla y llévala a ebullición. Cuando rompa a hervir, agrega un puñado de sal y vierte la pasta, que deberás cocer hasta que esté al dente, según las instrucciones del fabricante.
Mientras la pasta se cuece, prepara la salsa carbonara. Separa las yemas de las claras y reserva estas últimas para otra elaboración. Pon las yemas en un bol, agrega los dos quesos (reserva un poco para espolvorear los macarrones al final), la grasa que ha soltado el guanciale, una cucharadita de pimienta negra recién molida y una cucharada del agua de cocción de los macarrones. Bate todo junto con varillas manuales, hasta lograr una crema densa y untuosa.
Escurre los macarrones y añádelos al bol de la salsa, para poder mezclarlos bien. Para evitar que la salsa se enfríe, puedes hacer la mezcla poniendo el bol al baño maría, es decir, dentro de otro recipiente con agua hirviendo, de modo que esta le pase el calor. Cuando la pasta esté bien impregnada de la salsa, agrega el guanciale (reserva unos dados para decorar) y vuelve a mezclar.
Emplata los macarrones y decóralos con el queso rallado y el guanciale reservados. Decora con una aromática y sirve enseguida.
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