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Los macarrones son uno de esos recursos a los que se acude sabiendo que el acierto está asegurado, puesto que la pasta es un producto que gusta mucho más que disgusta. En esta receta, del gastrónomo Ricardo Ezcurdia, la elaboración tiene un toque muy especial, ... lo mismo que su nombre: macarrones al chilindrón. Se trata de experimentar con otros ingredientes con los que el resultado no dejará de sorprender a los comensales.
2 cebollas.
2 dientes de ajo.
1 pimiento rojo.
2 tomates maduros.
2 hojas de laurel.
1 vaso de vino blanco.
½ litro de caldo de ave.
500 gr. de macarrones.
50 gr. de almendras.
Sal, pimienta, aceite de oliva y queso parmesano rayado (opcional).
Comenzamos cortando todas las verduras en dados para elaborar el sofrito en una sartén amplia con un chorrito de aceite de oliva. Primero la cebolla, el ajo y el pimiento rojo, y cuando estén más o menos dorados añadiremos el tomate, también en dados, pelado junto con las hojas de laurel. Y salpimentamos. Vamos sofriendo todo el conjunto durante unos 8-10 minutos a fuego medio, sin prisa, como se hacen las cosas para que salgan ricas.
Cuando esté todo bien pochado y reducido, añadimos el vino blanco y subimos el fuego para evaporar el alcohol; en realidad el añadirlo es opcional, pero siempre le da un toque especial. Seguidamente agregamos el caldo de ave y lo ponemos a hervir. Añadimos los macarrones y vamos controlando el caldo durante el tiempo que nos marque el fabricante de la pasta que dura la cocción. A mí me gusta un poco tirando a dura, al dente, y no que esté blanda y se deshaga. Es importante el controlar la cantidad de caldo porque no queremos ni que nos queden secos ni unos macarrones aguados.
Mientras nuestra pasta cuece y la cocina se impregna de los ricos aromas que desprende la cazuela, vamos a tostar las almendras en el horno. Lo haremos con una pizca de sal y unas gotas de aceite de oliva, aunque se pueden comprar tostadas, a unos 160º durante aproximadamente 20 minutos. Lo mejor es ir viendo cómo van porque no todos los hornos son iguales.
Cuando termina el tiempo de cocción toca el emplatado. Es preferible no dejarlos mucho en la cazuela para que no se pase la pasta. Servimos acompañado de las almendras rotas en un mortero, un toque de queso rallado por encima y a mí me parece que le va genial un poco de aceite de guindilla, pero eso ya depende de los gustos de cada uno.
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