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La berenjena es una de esas hortalizas que merece un lugar privilegiado en nuestra cocina, su textura suave y su sabor adaptable la convierten en una de las mejores opciones para quienes disfrutan de preparar platos variados, fáciles y ricos. Al estar formada casi completamente por agua, es increíblemente ligera, lo que la hace perfecta para cuidar nuestra alimentación sin renunciar al sabor.
Al comprar berenjenas, uno de los mejores trucos es escoger las que se sientan firmes y pesen bien en la mano; si parecen demasiado ligeras o vacías, es probable que no estén frescas. Fijaos también en la piel: debe ser suave, brillante y sin marcas, y si al presionar notáis que está dura como una piedra, eso suele ser señal de que aún no ha alcanzado su punto óptimo de madurez, con lo cual tampoco nos interesa porque tendrá un desagradable toque amargo.
Aunque estamos más acostumbrados a la berenjena clásica de piel morada, el mundo de las berenjenas es mucho más diverso. La berenjena blanca, que era muy popular en siglos pasados, está volviendo a las cocinas con su piel pálida y un sabor más suave y cremoso, es menos intensa pero muy apreciada por su sutileza. Otra variedad interesante es la berenjena siciliana, que se distingue por su forma más redonda y su carne tierna y menos amarga, perfecta para hornear o preparar en guisos.
Una de las mejores cualidades de la berenjena es su versatilidad. Pocas hortalizas pueden presumir de ser tan camaleónicas en la cocina, podemos asarlas, freírlas, hacerlas al grill, convertirlas en cremas o purés, o incluso usarlas como base de platos más complejos, si le ponemos un poco de imaginación, la berenjena puede ser la estrella de tu cocina o ese acompañamiento perfecto que realza cualquier comida.
Como curiosidad, aunque tenemos el concepto de berenjena como verdura, es técnicamente una fruta, una baya para ser exactos, no solo eso, pertenece a la misma familia que el tomate, la patata y el pimiento.
Hoy os quiero dejar una receta con la que estoy seguro que vais a triunfar en las grandes ocasiones, una milhojas de berenjena con marisco, un bocado especial para días especiales.
Empezamos con las berenjenas, una vez elegidas las limpiamos bien y las cortamos en rodajas finas de unos 5 mm de grosor, espolvoreamos sal sobre las rodajas y las dejamos reposar durante unos 30 minutos para que suelten el exceso de agua y amargor. Luego enjuagamos y secamos las rodajas con papel de cocina.
Calentamos una sartén a fuego medio-alto y marcamos las rodajas de berenjena hasta que estén doradas y tiernas, unos 2-3 minutos por lado, y las reservamos.
Nos ponemos ahora con el relleno, vamos a hacer un sofrito bien rico y potente, que tenga un sabor concentrado a marisco y por supuesto el propio marisco en su punto. Picamos una cebolleta finamente, un par dientes de ajo, y un pimiento rojo. En la misma sartén calentamos un poco de aceite de oliva y sofreímos en primer lugar la cebolla y el ajo hasta que estén pochados, añadimos los pimientos y los cocinamos hasta que estén tiernos, sin dejar de remover. Reservamos la mezcla, y en la misma sartén añadimos las cabezas de las gambas o langostinos, lo que vayamos a utilizar, lo marcamos y cuando desprendan ese rico olor de marisco a la plancha añadimos medio vaso de agua, las machacamos un poco para sacarles toda la esencia y las desechamos. Nos quedamos con los jugos en un poquito de agua que nos quede en la sartén, subimos el fuego y añadimos 4 o 5 cucharadas de tomate frito, si es casero mejor, las verduras y lo dejamos que se haga todo un par de minutos.
Incorporamos las gambas o langostinos, a la sartén, en trozos no muy grandes y cocina mas hasta que se pongan rosados y cocidos, se hacen volando. Si queréis podéis añadir unos mejillones cocidos o en escabeche, o el rico sofrito de calamares que ya más de una vez os he enseñado que hay que tener en casa en el congelador. Lo dejamos enfriar un poco y lo tenemos.
Montamos el milhojas en una fuente para horno, colocamos una capa de rodajas de berenjena en el fondo, añadimos una capa de la mezcla de marisco y salsa por encima, repetimos alternando capas de berenjena y marisco, terminando con una capa de berenjena, espolvoreamos queso rallado por encima de la última capa de berenjena y lo llevamos al horno a gratinar hasta que el queso esté dorado y burbujeante.
Un plato sencillo pero delicioso que demuestra la polivalencia de la berenjena.
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