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Que la gastronomía peruana es una de las más ricas del mundo es un hecho que nadie va a poner en duda, pero hay vida más allá del ceviche, que está increíble y ya hemos hecho en alguna ocasión en esta sección. La salsa huancaína ... es un clásico de la cocina peruana que no podemos dejar a un lado. Está hecha con una base de queso fresco, ají amarillo, galletas saladas y leche, es suave fresca, un poco picante, sabrosa, pero sobre todo riquísima.
Hoy presento unas papas a la huancaína, la receta tradicional peruana, y aunque esta salsa se suele acompañar de patatas cocidas, la realidad es que puede elevar casi cualquier plato a otro nivel, una carne, un pescado o cualquier verdura. El aspecto y la textura pueden recordar a la salsa holandesa, pero su esencia es única.
Patatas.
Chile y ají amarillo.
Huevo.
Aceitunas.
Lechuga.
Patatas.
Lo primero que he de explicar es que puede parecer que es complicado encontrar ají amarillo pero la realidad es que ya es bastante común hallarlo en fruterías o verdulerías latinas, donde suelen venderlo congelado; también venden en bote la pasta del ají que puede ser útil para un apaño, pero hay que tener en cuenta que al usar la pasta de ají bastarán dos cucharadas para reemplazar los cuatro chiles frescos que pide la receta.
Sumergimos las patatas en una cacerola con agua fría y la ponemos a fuego medio-alto hasta llevarla a ebullición. En ese momento, añadimos los huevos y los cocemos durante ocho minutos, luego los transferimos a un bol con agua fría y dejamos que las patatas sigan cociendo entre 15 y 20 minutos más, o hasta que al pincharlas con un cuchillo no opongan resistencia. En ese momento las sacamos y dejamos que se enfríen aparte.
Mientras tanto, remojamos los crackers, las típicas galletas de pan, en un bol con leche para que se empapen y quitamos las semillas y las venas blancas de los ajíes. Como os he dicho, si utilizáis la pasta con un par de cucharadas es más que suficiente.
En un procesador de alimentos o en el vaso de una batidora, ponemos las crackers que han estado a remojo, el queso fresco –podéis utilizar el que más os guste–, los ajíes y una pizca de sal. Lo trituramos durante dos minutos, hasta que la mezcla quede completamente homogénea.
Mientras, vamos batiendo, añadimos poco a poco un chorrito aceite de girasol hasta que todo quede bien emulsionado. Si queremos que esté un poco más líquida lo arreglamos con un poco de leche, pero estamos buscando una salsa espesa y que fluya suavemente al verterla con una cuchara.
A continuación, pelamos las patatas y las cortamos en rodajas gruesas, y hacemos lo mismo con los huevos, cortándolos en cuartos. Colocamos las rodajas de patata en un plato junto con las hojas de los cogollos de lechuga. Vertemos la salsa huancaína por encima de manera generosa y terminamos el plato con los huevos y las aceitunas negras. Los acompañamientos, como huevos, aceitunas o lechuga, son completamente opcionales, pero añaden un toque de variedad y textura interesante al plato.
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