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Está llegando al fin la costera del bonito, lamentablemente ya no queda mucho, hemos disfrutado un montón del 'tunnus alalunga', y como cada año tenemos que aprovechar sus últimos coletazos. Como siempre, os cuento trucos y recetas para elaborarlo y hoy quiero contaros alguna curiosidad de este pez que tanto nos gusta, para que, si se puede, lo lleguéis a conocer y apreciar más. Por ejemplo, saber que la temporada cuando es especialmente sabroso es a finales de la primavera y verano, porque durante este tiempo es cuando su carne es más rica en aceites y sabores debido a su dieta y comportamiento migratorio.
Pues vamos a aprovechar casi los últimos para hacer la receta por antonomasia del bonito, por lo menos en casa, el bonito encebollado, así que lo que hoy os traigo, más que un plato, es un homenaje a la abundancia del mar y la culminación de la costera. Resalta los sabores frescos y naturales del bonito, enriquecidos con la dulzura de las cebollas y el toque especial de los pimientos verdes, una fiesta para el paladar.
Bonito.
Cebollas, rojas de Cantabria.
2 cabezas de ajo.
Un vaso de vino blanco (mejor seco).
Sal.
Pimienta.
Comenzamos cortando en juliana la cebolla bastante fina, no demasiado, pero no queremos que sea gruesa; bastante cebolla, tiene que ser abundante; y la ponemos en una cazuela, con un buen chorro de aceite de oliva, a fuego medio, que se vaya pochando; la vamos a ir moviendo cada poco para que se vaya haciendo por igual, le añadimos un poco de sal y no la dejamos de vigilar en ningún momento.
Añadimos los dientes de ajo picados, un par de ellos, y removemos bien. Cuando la cebolla ya lleve unos 20 minutos y haya cambiado la textura y un poco el color, añadimos el vino blanco, un vaso, subimos el fuego y dejamos que evapore el alcohol unos minutos; bajamos el fuego y seguimos dándole vueltas a la cebolla. Si vemos que se nos está quedando seca, le podemos añadir un poco de agua para que no se nos pegue, y seguimos pochando; bajamos el fuego al mínimo posible hasta lograr un chup-chup suave, sin alcanzar el punto de fritura o ebullición fuerte, con la tapa puesta para que no se escape el calor y también acortar el tiempo.
Cuando tengamos la cebolla, ya sólo nos queda hacer el bonito. En una sartén a fuego vivo lo marcamos rápidamente por todas sus caras, previamente salpimentado, si es un lomo, y por las dos si es una rueda. Como siempre, os aconsejo no hacerlo demasiado porque si no, no habrá servido de nada todo el trabajo anterior.
Vamos sacando los lomos de la sartén y los vamos añadiendo al sofrito de cebolla, tan sólo un par de minutos, para que se acomoden en el lecho de esa untuosa y sabrosísima salsa. En la sartén donde hemos marcado el bonito, cuando aún está caliente, a mí me gusta añadir unas gotas de vinagre de jerez para desglasar los restos que hayan podido quedar de la sustancia del bonito y añadírselo a la cebolla. Y ya está, listo para disfrutar.
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