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La torrija es uno de los postres por excelencia de la Semana Santa. Un manjar delicioso que puede ser el colofón perfecto a un almuerzo ... o la merienda ideal de estos días festivos. La es la clásica, la de toda la vida, la que hemos heredado de nuestras abuelas y nuestras madres: leche con canela, cáscara de limón y azúcar, un buen pan (puede ser de brioche, la última tendencia), sumergir la rebanada en la leche especiada, pasar por huevo y freir. Luego se puede añadir almíbar, miel, más azúcar... aquí para gustos se han hecho los sabores. Pero hoy presentamos una fórmula que fusiona la torrija con el sobao pasiego porque utiliza nuestro dulce señero como base. Para dejar ni una miga.
Un sobao grande.
1 huevo.
Medio litro de leche.
Ralladura de limón.
Azúcar.
1 rama de canela.
Ponemos a hervir la leche junto a la ralladura del limón, la rama de canela y el azúcar. Cuando haya alcanzado el punto de ebullición apagamos el fuego, tapamos y dejamos templar.
Cortamos el sobao pasiego en cuatro partes iguales y remojamos en la leche infusionada. Escurrimos un poco y los pasamos por el huevo batido. Seguidamente, freímos los sobaos en una sartén con mantequilla y dejamos enfriar. Posteriormente los rebozamos en azúcar y los volvemos a pasar por la sartén, a fuego lento hasta que se caramelice el azúcar por todos lados.
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