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Con la pandemia del covid, las terrazas han ganado en la preferencia de los clientes A:S

Se recomienda reservar: las mesas más cotizadas de la región

La temporada alta convierte las plazas de algunos restaurantes en auténticos 'imanes' de clientes

José Luis Pérez

Santander

Sábado, 30 de julio 2022, 07:32

Anadie le gusta hacer colas, estar en una lista de espera o tener que hacer tiempo hasta que te atiendan. Básicamente las largas colas en las calles se han quedado reducidas a los grandes espectáculos deportivos o musicales con un estricto control de accesos o en las rebajas de los grandes almacenes. El sentido común y el respaldo que dan las nuevas tecnologías han modificado la tendencia y paulatinamente se han impuesto la asignación de un horario concreto a cada persona tras formular la pertinente reserva.

¿Y qué ocurre en la hostelería? Cada negocio tiene sus características, su capacidad y su perfil de clientela, por lo que es muy complicado generalizar. No obstante, si hay un dato claro, además de que el sector es un termómetro muy preciso de la marcha de la economía, es queen temporada alta, la demanda provoca que muchos restaurantes tengan que colgar el cartel de 'Estamos completos'.

En otros países y ciudades, como Londres, los clientes están más acostumbrados a soportar pacientemente colas de hasta tres horas, pero ello es debido a que, por el elevado precio que tiene el suelo, los locales no tienen mucha capacidad y los que están de moda cuentan con mucha demanda en una ciudad cosmopolita y con un alto nivel adquisitivo.

El proceso de tramitar una reserva es en la actualidad muy fácil y no requiere ni siquiera llamar por teléfono. Las plataformas especializadas permiten completar la reserva de un restaurante concreto con apenas tres o cuatro pasos en el teléfono móvil. Para el comensal que esté acostumbrado más acostumbrado al contacto personal, siempre queda la posibilidad de realizar el trámite por teléfono o de dejar un mensaje en el contestador en el caso de que la llamada se produzca a una hora en que el negocio esté cerrado o sus profesionales estén ocupados en el servicio. En Cantabria, a diferencia de lo que ocurre en los grandes locales de ciudades como Madrid, no existe la figura del profesional que se ocupa básicamente de atender las reservas.

Difícil pero no imposible

En un verano efervescente para la hostelería, en Cantabria hay muchas mesas difíciles, pero probablemente no imposibles, siempre que se reserve con tiempo. Lo que no cabe en los establecimientos que aquí se relacionan es pretender conseguir una mesa para cenar hoy... «–¿Qué hora es? –Las siete de la tarde». Así, prácticamente imposible.

Las Redes

San Vicente

Las Redes

Ubicado en el centro de la villa, este restaurante se ha acreditado como una de las grandes referencias de la comarca por sus exquisitas elaboraciones marineras, fruto del trabajo entre los fogones de Susana González y José Antonio Molleda y por su excelsa bodega.

Casa Cofiño

Caviedes

Casa Cofiño

Este negocio familiar, que ha sabido adaptarse a los tiempos, mantene la esencia de la típica tienda de ultramarinos pero desarrolla una línea de restaurante tradicional con una cocina muy gustosa y una gran bodega, es el punto de encuentro de turistas bien asesorados.

El Remedio

Ruiloba

El Remedio

Aun enclave espectacular, con unas vistas del litoral Cantábrico de tarjeta postal, se suman un espacio confortable y una cocina bien elaborada por Samuel Fernández y su equipo, con una sólida base tradicional y con toques personales que la enriquecen.

la Nogalera

Ruente

la Nogalera

Esta localidad es parada obligada para quien visita el valle de Cabuérniga. Y no solo para tomar el aperitivo. Y entre los establecimientos hosteleros destaca por su trayectoria y por el buen hacer en la cocina de Santi García Vázquez, La Nogalea. Cocina tradicional.

Casa Lamadrid

Cahecho

Casa Lamadrid

En este pequeño pueblo del municipio de Cabezón de Liébana se encuentra esta casa de comidas con posada donde se come un exquisito cocido lebaniego y carne de ganadería propia. Su pequeño comedor y terraza con vistas al valle le han convertido en un sitio muy concurrido.

Bodegas del Riojano

Santander

Bodegas del Riojano

Con estilo único y con la tradición por bandera, este museo redondo se ha convertido en una recomendación básica para cualquier persona que visite Santander. Desde sus mesas se contemplan las tapas de las barricas convertidas en arte. Espectáculo más allá del plato.

Cañadio

Santander

Cañadio

Nadie que recomiende comer en Cañadío puede temer equivocarse. Su privilegiada ubicación y una constante trayectoria ascedente han hecho de Cañadío un punto de encuentro imprescindible para los amantes de la buena mesa y de sus icónicas tortilla y tarta de queso.

Daria

Santander

Daria

Este negocio relativamente reciente ha insuflado aire fresco a la gastronomía de Santander de la mano de su chef Nacho del Corral. Por su pequeño aforo, no es raro que te digan que está completo. La alternativa está al lado, La Voladora, de la misma propiedad y similar estilo.

El chiringuito de Tricio

El Puntal

El chiringuito de Tricio

Negocio de temporada ubicado junto al primer embarcadero del Puntal. En temporada alta cuesta reservar mesa. Es frecuentado por los propietarios de pequeñas embarcaciones que amarran en las inmediaciones para disfrutar aquí de una cocina marinera tradicional.

Las Piscinas

Villacarriedo

Las Piscinas

En el corazón de los Valles Pasiegos, Fonso Fernández –alma mater del negocio en la sala– y María Jesús López –responsable del equipo de cocina– han convertido a este restaurante en un lugar de peregrinación durante todo el año. En verano, el teléfono no para de sonar.

En el friso superior de las páginas de este reportaje hay una relación de establecimientos donde sus mesas son muy frecuentadas durante el verano. No se trata de una clasificación ni de una selección basada en datos estadísticos, simplemente son algunos ejemplos a los que cualquier lector puede sumar sus experiencias personales.

Como aspectos comunes, se trata de establecimientos con un número de plazas limitado y con interesantes planteamientos gastronómicos, que no les llevan a priorizar el volumen frente a la calidad del servicio.

Zona occidental

En la comarca Saja-Nansa, establecimientos muy solicitados son Casa Cofiño en Caviedes, El Remedio en Ruiloba y Las Redes en San Vicente de la Barquera. En esta localidad también son muy frecuentado El Bodegón y Boga Boga.

En Cabuérniga, se cotizan alto las mesas de La Nogalea en Ruente, y en la misma localidad, junto a la fuentona, las de Ciclo, restaurante que abrió en marzo.

En Bárcena Mayor, La Solana y en la comarca de Liébana hay que señalar Casa Lamadrid en Cahecho, Casa Cayo en Potes, y El Oso en Cosgaya, a modo de tres ejemplos de establecimientos muy demandados en periodo estival.

En Torrelavega, El Refugio, a pesar de su gran capacidad, y El Pericote, a otra escala, son dos negocios con un alto grado de ocupación en cualquier servicio.

En los Valles Pasiegos las mesas más solicitadas posiblemente estén en Villacarriedo, en concreto en Las Piscinas.

El Tronky

Pedreña

El Tronky

Son míticas las colas para conseguir una mesa en verano en este emblemático asador de la localidad de Severiano Ballesteros. Las sardinas o el bonito a la brasa que elabora Pedro Guevara cautivan a todo tipo de clientes, pero la capacidad del local es la que es.

Pan de Cuco

Suesa

Pan de Cuco

De la mano del chef Alex Ortiz y del empresario Carlos Crespo, este restaurante ha conseguido, con una propuesta gastronómica muy actual y 'apta para todos los públicos', un prestigio que se traduce en comedor y terraza llenos, sobre todo en verano.

Solana

Bien Aparecida

Solana

La experiencia gastronómica que el cliente puede vivir en este restaurante de Ampuero de la mano del chef Nacho Solana, con una estrella Michelin y dos soles Repsol es tan memorable que agota las plazas existentes. La alternativa, comer en la terraza con raciones.

Mijedo

Noja

Mijedo

Junto a la playa de Trengandín, este restaurante especializado en cocina tradicional, especialmente en pescados y mariscos del Cantábrico, es un polo de atracción para las miles de personas que veranean en Noja y quieren saborear el auténtico producto de temporada.

Son de Mar

Laredo

Son de Mar

Desde que abrió hace tres temporadas, Son de Mar, con un nuevo concepto de terraza restaurante y con una atractiva propuesta gastronómica marinera basada en la brasa, representa una de las mejores opciones para tomar el aperitivo, comer, cenar o tomar un copa.

En la capital

En Santander, mención especial merece la Bodega del Riojano, con una gran regularidad durante todo el año. Algo similar ocurre con Cañadío, que suma al éxito propio el de los restaurantes del grupo homólogo en Madrid: las sinergias funcionan. Más sitios que están destacando en este sentido son los de la zona de Puertochico, el Café del Centro Botín, Daría, Cadelo o El Serbal en su nueva ubicación en El Sardinero.

A pocos metros de Santander, pero al otro lado de la bahía, el chiringuito El Puntal de Tricio es un establecimiento de temporada donde cuesta conseguir una mesa.

En Pedreña, son famosas las colas de espera para poder disponer de un sitio en El Tronky, un asador que no pasa desapercibido ni a propios ni a foráneos.

Cerca de allí, otro restaurante que está entre las preferencias de una clientela muy plural es Pan de Cuco.

Si continuamos viaje hacia el este llegaremos a localidad costeras donde el turismo del verano es capaz de llenar todo tipo de comerdores y terrazas. Dos buenos ejemplos de ello son Son de Mar en el puerto de Laredo y Mijedom junto a la playa deTrengandín, en Noja.

En Bádames, la casa de comidas Romy es otro de los restaurantes donde es preciso reservar con tiempo.

Con estrellas

Y si llegamos a Ampuero, el restaurante Solana, en La Bien Aparecida, con una estrella Michelin y dos soles Repsol, también requiere reservar con cierto tiempo tanto en su terraza como en el comedor gastronómico.

En el capítulo de establecimientos gastronómicos con estrellas, El Nuevo Molino, en Puente Arce, ahora con el comedor provisionalmente en un nuevo espacio en la planta baja del hórreo, tiene limitada su capacidad a 32 comensales;la alternativa, su amplia terraza.

En Villaverde de Pontones, el triestrellado Cenador de Amós, en otro estatus por categoría y precio, tiene un verano animado, generalmente con público de nacional e internacional, pero aún tiene plazas.

La Casona del Judío en Santander, además de atender a numerosas bodas, también registra un alto grado de ocupación. Y en la misma línea, La Bicicleta en Hoznayo, con las plazas limitadas por su estilo de cocina, también requiere reserva previa para evitar encontrarse con el aforo completo.

Reservas

El compromiso del cliente con el restaurante

La reserva poco a poco se impone. El cliente que tiene claro dónde quiere comer o cenar en un determinado día no quiere sorpresas desagradables. Llegar hasta un sitio y que te digan que tienes que esperar una hora o que están completos no es un plato de gusto. Por otro lado, el azar, cada día más, queda reservado a los turistas que callejean por las ciudades y que, cuando llega la hora de comer, empiezan a fijarse en las cartas o pizarras que se colocan con la oferta del día en las fachadas o en las terrazas de los establecimientos.

El gran enemigo de la reserva es el presunto cliente que finalmente no se presenta a la cita e, incluso, no llama o no lo hace con el tiempo suficiente para anular la mesa y que esta se pueda ocupar. Esta situación está provocando un cambio de tendencia y que en breve se irá imponiendo en la hostelería con un perfil más serio y profesional.

Cada día es mayor el número de restaurantes que cobran una pequeña señal a la hora de reservar, a modo de compromiso del cliente con el establecimiento que le guarda la mesa el día fijado y a la hora señalada. Esta cantidad simbólica se descontará luego de la factura final del almuerzo o cena y no se devolverá si no se anula la mesa con el tiempo establecido por el empresario de hostelería y especificado con claridad y transparencia en su página web.

De forma paulatina se está rompiendo con el miedo que tienen los responsables de los restaurantes para implementar este protocolo difícil de entender por algunos clientes –seguramente por los que luego hacen lo que se denomina en la jerga hostelería un 'no show'–.

En algunos casos ya se está estudiando pedir una señal a partir de más de cuatro comensales, ya que el daño que puede generar un fin de semana una mesa vacía de diez o doce clientes para un restaurante pequeño es muy importante.

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