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Una vista del sistema de emparrado, para el que se han aprovechado las instalaciones de kiwi. DM
Se recupera en Novales la tradición de las viñas emparradas con uva Albariño

Se recupera en Novales la tradición de las viñas emparradas con uva Albariño

Cantabria en la Mesa ·

Juan de Miguel y Pablo Oria Viticultores en Alfoz de Lloredo | En la finca de 'La Arena', en Novales, se ha transformado una plantación de kiwis en un viñedo que el año próximo empezará a producir

José Luis Pérez

Santander

Sábado, 22 de agosto 2020, 08:22

Un suelo adecuado, un entorno geológico dominado por la caliza, una localización apropiada en el fondo un valle fértil y un microclima óptimo para que las viñas se desarrollen en buenas condiciones explican la decisión que hace cuatro años tomó el empresario Juan de Miguel (presidente del Grupo Siec) para transformar una pequeña explotación de kiwis ubicada en la finca de La Arena, entre Novales y Cigüenza (municipio de Alfoz de Lloredo), en un viñedo con la intención de tener en el plazo de cinco años una modesta producción de vino Albariño. Y para realizar esta travesía contó con la colaboración de Pablo Oria, ingeniero técnico agrícola por la Universidad de Valladolid y especializado en viticultura, con un viñedo propio en Mazcuerras y con una tarea de dirección técnica similar en un viñedo de Suances.

Entre ambos, han logrado sacar adelante este proyecto, que comenzará a ver la luz el próximo 2021, cuando las viñas hayan alcanzado el nivel esperado para su primer año de producción. Entre tanto, las viñas crecen en un sistema de emparrado, una tradición que se había perdido en Cantabria, pero de la que hay testimonios de su existencia, que se mantienen en otras regiones como Galicia.

La falta de rentabilidad de los kiwis, plantados en 1990, ha brindado una oportunidad a la recuperación de viñedos en Alfoz de Lloredo. Y para ello se ha aprovechado la infraestructura que se empleó entonces: unos postes de hormigón que permite a las plantas, con la ayuda de alambres 'escalar' y tejer una especie de malla entre las hileras de éstos.

Las viñas fueron plantadas en 2017. El año próximo alcanzan su cuarto año y estarán previsiblemente en condiciones de dar la primera cosecha. Este año se harán pruebas para analizar sus características

Como destaca Pablo Oria, este sistema de emparrado tiene ventajas porque «aleja la uva del suelo y evita la humedad y enfermedades. Expone mejor los frutos al sol. Sin embargo, también tiene algún inconveniente a la horade madurar la uva: hay que deshojar bien para que la maduración, que de por sí es más lenta, sea la adecuada cuando llegue el momento de la vendimia».

Juan de Miguel y Pablo Oria, con los viñedos y la iglesia de Cigüenza al fondo.

Las cuadrículas de 2,5 por 1,5 metros dejan un pasillo entre los postes que permiten entrar a un tractor para realizar las tareas periódicas de fumigar o segar, por ejemplo.

Pero quizá la gran ventaja de este sistema de emparrado es cuando llega el momento de hablar de productividad. Al respecto, Juan de Miguel destaca que «este método permite producir entre el doble y el triple de uva. Estas viñas se plantaron en 2017 y ahora cumplen su cuarto año», Y sobre la decisión de elegir la uva Albariño, Oria explica que, «además de que se da bien en este clima, necesita una varas más largas y con el emparrado hace cuatro varas, mientras que en espaldera las varas son más cortas».

Más productividad

Si no se emplea en otras nuevas plantaciones este sistema es por el elevado coste de la infraestructura, postes y alambre fundamentalmente. Aquí, a modo de ejemplo, además de contar con los postes de la plantación anterior, se han empleado 40 kilómetros de alambre para tejer el enmallado que sostiene las varas de cada planta.

Las cerca de tres mil plantas -cepas procedentes de Galicia- ocupan una superficie de 1,5 hectáreas, a las que se sumará media hectárea más cuya plantación está programada para comienzos del próximo año.

En la actualidad, a falta de al menos un par de meses para que las uvas estén en el momento idóneo para ser vendimiadas -este año se pretenden hacer pruebas con una prensa pequeña para analizar los primeros resultados y características del mosto antes de sacar la primera cosecha en 2021-, los racimos presentan un aspecto impecable, con una gran carga de uva sana. Volviendo a la producción, Oria estima que «en esta superficie y con estas condiciones, se pueden obtener entre 12.000 y 15.000 kilos por hectárea, frente a los aproximadamente 6.000 kilos que podrían vendimiarse si la plantación fuese en espaldera».

En busca de un nombre

El vino blanco que produzcan las viñas de Novales previsiblemente a partir de la vendimia de 2021 -se podrá comercializar ya en 2022- aún no tiene un nombre. De Miguel y Oria barajan algunas opciones vinculadas a la toponimia del lugar, pero se admiten sugerencias. Aún hay tiempo.

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