El Refugio, dos décadas al calor de la parrilla en Tanos

Cuando un negocio de hostelería se pone en marcha se despiertan muchas expectativas, que no siempre se cumplen. Pero cuando la constancia, la profesionalidad y la selección de materias primas, profesionales y especialidades se conjugan, el resultado necesario no puede ser otro que el del éxito. Un buen ejemplo de ello se puede contemplar en el restaurante El Refugio, que este año celebra su vigésimo aniversario. Al frente del mismo está desde el primer día Manuel Blanco Ferrero, un asturiano arraigado en Cantabria, primero en El Manjón y ahora en Torrelavega, donde dirige tanto El Refugio como El Rincón de la Coral (1997) con el respaldo de sus hijos Manuel, Eduardo e Iván.

Manuel Blanco ha sabido construir en Tanos un complejo hostelero versátil, amplio y capaz de satisfacer clientes con diferentes perfiles. Muy accesible desde diferentes arterias viales, las instalaciones cuentan con cafetería, amplios salones, una generosa terraza, un área de juegos infantiles y aparcamiento, a lo que se suma una sala de fiestas donde se programan actuaciones musicales en directo.

Ahora, en circunstancias covid, El Refugio se mantiene abierto gracias a su terraza cubierta, con capacidad para un centenar de personas, y a que se han abierto todos los ventanales de una galería que funciona como comedor. De este modo, El Refugio puede seguir dando un servicio público para muchas personas desplazadas que necesitan encontrar un lugar para almorzar o cenar. En el caso de las cenas, con las restricciones vigentes, se sirven a partir de las 19 horas.

Siempre se ha caracterizado El Refugio por su amplia oferta gastronómica, siendo su principal referencia las elaboraciones en la gran parrilla que está a la vista de los clientes. De ella salen tanto carnes como pescados y en no pocas ocasiones es el propio Manuel Blanco quien la maneja durante el servicio para conseguir el punto adecuado en cada materia prima.

El restaurante cuenta con un menú diario de lunes a viernes de 12 euros y los fines de semana de 18 euros. Propuestas con una equilibrada relación precio-calidad en las que no faltan guisos de cuchara, arroz, ensaladas, carnes, pescados y postres de la casa.

De la carta, lo primero que llama la atención es el amplio surtido de entrantes y raciones. Conceptos clásicos como el de los entremeses, combinando fritos como embutidos. En el caso de los fritos son recomendables las rabas, las croquetas de jamón, los chopitos frescos de Huelva, la morcilla... Y a los ibéricos se suma una rica cecina de León. Además, no faltan varios tipos de ensaladas, el puding de cabracho, el salpicón de marisco, las almejas a la sartén o a la marinera, las gambas frescas de Huelva, el pulpo a la brasa con muselina de patata, los callos o las mollejas empanadas con almejas.

Por encargo se preparan arroces, desde la paella mixta a la paella de marisco o el arroz con bogavante. Y no falla el plato de cuchara del día.

La especialidad de la casa son las carnes a la brasa: costilla de cerdo duroc, de ternera o ibérica, solomillo, entrecot, chuletón, pollo, chuletillas, secreto, presa... Para que la degustación sea completa hay dos tipos de parrilladas, una de ella específicamente ibérica. Además, la oferta también contempla escalopines, lechazo al horno o dos tipos de cachopos.

Para el pescado a la brasa, se depende más de la lonja, pero son habituales la lubina salvaje, el rape, el rodaballo, la merluza o los chipirones.

De los postres caseros, los más demandados son la tarta de arroz con leche y la de queso al horno.